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Compra y venta de letras: tres librerías de segunda mano muy distintas para dar nueva vida a la lectura

Para escribir Salambó, una de las novelas más celebradas de su carrera, el escritor francés Gustave Flaubert recopiló todos los detalles que pudo de la cultura cartaginesa, una gran desconocida a mediados del siglo XIX. Se zambulló en decenas de libros sobre esta civilización clásica. Moda, costumbres, política... su dedicación y su intuición investigadora impulsaron una obra con la que logró repetir el éxito de su Madame Bovary. Con ese espíritu curioso y arqueológico trabajan las librerías de segunda mano, o de viejo, aunque sea desde diferentes modelos: el clásico, uno más pegado a círculos alternativos o contemporáneos y un tercero de carácter industrial mediante franquiciados. Una de ellas hasta comparte nombre con la novela de Flaubert.

En ella iniciamos un recorrido por tres librerías de segunda mano en Madrid que ilustran otras tantas maneras de enfocar estos negocios. Salambó se sitúa en el número 43 de la calle Prudencio Álvaro, en el barrio de Pueblo Nuevo (distrito de Ciudad Lineal). Lo primero que llama la atención del establecimiento es precisamente un gran cartel de la adaptación cinematográfica de Salambó, dirigida por el italiano Sergio Greco en 1960. “No es una película demasiado buena, pero bueno”, admite Beatriz. La propietaria de la librería luce sin embargo el póster detrás de su despacho: “Es bonito y además un original”.

Arqueología librera

El nombre, eso sí, se debe más al libro de Flaubert y a un yacimiento homónimo de Cartago. No en vano, esta librera es arqueóloga de formación. Haciendo honor a ese viaje al pasado, la estampa de Salambó no podría asemejarse más al imaginario habitual de una librería de viejo. Estanterías copadas de auténticas reliquias, volúmenes que se agolpan en columnas y alguna que otra caja de por medio, con ejemplares ya preparados para la próxima Feria del Libro Antiguo y de Ocasión del Paseo de Recoletos (que tendrá lugar entre el 28 de abril y el 15 de mayo). “Ya son más de 20 años en el sector. Teníamos unos familiares que ya tenían librería y nos mudamos a esta zona porque vivimos por aquí”, comenta Beatriz.

Su modelo también es el clásico: “Trabajamos libro antiguo y descatalogado, que no sea novedad editorial”. Lo cual no significa que en estén desactualizados: prácticamente desde sus inicios “el volumen de venta se concentra en Internet”, sea en plataformas especializadas como IberLibro y Todocoleccion, o a través de su propia web. Resta importancia a la ubicación poco céntrica del local, ya que la venta física se concentra en las ferias.

Su especialidad son los libros de arte y más generalmente la no ficción, un sector que bajo su punto de vista “siempre funciona”, pese a las distintas crisis. Sobre las adquisiciones, Beatriz afirma que “prácticamente todas se obtienen de bibliotecas particulares”, en un gran porcentaje después del fallecimiento del propietario. No suelen necesitar ni siquiera publicitarse, los propios interesados en vender se ponen en contacto con la librería.

Selección, orden y rarezas

Arrebato Libros empezaba su andadura casi a la par que Salambó. Este abril cumplen dos décadas dando vida literaria a Malasaña, instalados en el número 21 de la calle de la Palma. Con el lema Compra y venta de letras por bandera, basta un vistazo para ver que el ambiente es muy distinto, más propio de una librería tradicional. O como se definen en su web, “un territorio indefinido”.

Una primera parte del local, situada en la entrada, está dedicada a libro nuevo de editoriales independientes, autopublicados o fanzines. Impulsan además la creación contemporáneo con eventos como el festival Poetas. Las visitas de compradores y curiosos no son puntuales, sino continuas. Tanto es así que a Pepe, su dueño, no le es nada fácil encontrar un hueco para responder las preguntas de Somos Madrid.

El grosor de la librería tanto en espacio como en unidades, entre 12.000 y 13.000 títulos, sí es de segunda mano. “Pero es cierto que no es una librería de antiguo. Hay una parte de libro reciente, aunque la mayoría procede de los sesenta y los setenta”, matiza este librero. Otro de sus puntos fuertes es el libro firmado, los cuales guardan a buen recaudo. Entre los volúmenes rubricados que atesoran, Pepe guarda especial cariño a uno de Ramón María del Valle-Inclán, el primero que consiguió. “Alguien nos dejó una bolsa tirada en el suelo y allí estaba. Ahora lo tengo en mi casa. No está a la venta”.

“El circuito de segunda mano te da más libertad. No estás sujeto a las novedades y te permite seleccionar el fondo que deseas, no el que te imponen. E incluye desde el primer libro que se publicó hasta el último que acaba de salir, de un pergamino del siglo XVIII a lo más reciente de Blackie Books”. También le motiva, aunque sea un reto, tener que saber un poco de todo: “Hay que conocer mucho de muchas temática, ser experto en cocina, deporte, tauromaquia, espiritualidad...”. La colección de libro práctico, muchos de los cuales adquiere por sus curiosas portadas, es tan variopinta que abarca el judo, la prestidigitación o la radioafición.

“La idea es que aquí se encuentre aquello que no está en otras librerías”, resume. Y que dar con ello sea lo más sencillo posible. Desde que inició su andadura tuvo claro que quería “dos cosas que normalmente no hay en las librerías de viejo: orden y selección”. A esto último contribuye igualmente el tiempo: “Cuantos más años llevas en esto más fácil es tener un buen fondo, cuanto mejor fondo mejores clientes y cuantos mejores clientes más fácil es que te hagan llegar una rareza o una reliquia”. Subraya asimismo la necesidad de una apropiada conservación, vital en un negocio de este tipo: “Hay muchos ejemplares frágiles que deben estar plastificados”.

La ubicación privilegiada de Arrebato, en el centro de Madrid, es otra de sus bazas diferenciales, junto a la organización de la tienda y una oferta literaria tan coherente como diversa. “El barrio ayuda muchísimo, por el turismo y por el ambiente cultural, aunque me gustaría puntualizar que no condiciona el tipo de libro por el que apostamos”, asegura Pepe.

Un franquiciado literario

Como toda manifestación cultural, las librerías de viejo también han sido objeto de un proceso de estandarización mercantilista. En 2013 aparecía Re-Read, una especie de equivalente a las cadenas de hamburguesas en este tipo de negocios. Visitamos eso sí una de las pocas sucursales que escapa al franquiciado (la única en Madrid), ya que pertenece a los propietarios de la compañía, Nicolás Weber y Mercedes Zendrera. Se encuentra en el 28 de la calle O'Donnell, cerca del Parque del Retiro.

También aquí obtienen los libros “principalmente de particulares”, dice Sergio, encargado de esta tienda. A cambio de un ejemplar retribuyen 25 céntimos, independientemente del perfil, la antigüedad o el tamaño. Para entregarlos solo hay que acudir a una de las tiendas, aunque si son más de 150 volúmenes Re-Read ofrece servicio de recogida a domicilio. Los precios de compra también están fijados: un libro cuesta 4 euros, llevarse dos sale a 6 euros (3 por unidad) y para adquirir cinco hay que desembolsar 12 euros (2,40 cada uno). Hasta hace unos meses la cuantía de cada modalidad era 3, 5 y 10 euros, respectivamente. “Ha subido todo”, se defiende Sergio.

Según expone, quien desee montar su propio Re-Read debe ponerse en contacto con la central de la empresa en Barcelona y presentar su proyecto. La información puede solicitarse también en su página web. Ya hay 57 establecimientos de esta marca en España. Cinco de ellos están en la capital, la segunda ciudad que más alberga solo por detrás de Barcelona. Alcobendas y Getafe disponen de una tienda respectivamente. “Y hace siete años, cuando llegué, solo estaba esta en toda la Comunidad”, apostilla Sergio.

En Re-Read cumplen a rajatabla la premisa del orden que Pepe defendía en Arrebato, una librería de segunda mano no tiene que ser sinónimo de desorden: “Es una cuestión que tenemos muy marcada, sobre todo en la narrativa”. Ahora bien, aquí la organización es más impersonal, retrotrae a la sección de libros de una gran superficie. Es más difícil dar con ejemplares únicos, ya que como Sergio apunta no trabajan “libros antiguos, editados antes de los noventa, salvo excepciones con algunos clásicos y autores muy conocidos”. Otro criterio para rechazar volúmenes que les ofrecen es “tener varios de esa publicación en stock”. Cada sucursal trabaja independientemente, sin intercambio de ejemplares y sin coordinación entre ellas salvo casos puntuales.

El músculo industrial y el enorme peso de la venta física frente a la digital en esta compañía les permite detectar ciertas dinámicas en el sector. Por ejemplo, que a raíz de la pandemia el perfil de comprador se ha rejuvenecido: “Hemos pasado de una clientela que se movía mayoritariamente entre los cuarenta y los sesenta años a una más cercana a la veintena o la treintena temprana”.

Este domingo llega el Día del Libro, una de las fechas en las que más aumentan las ventas en Re-Read junto a la Feria del Libro y Navidad. Salambó y Arrebato, por su parte, no notan tanto estos repuntes. Lo suyo es el trabajo continuado, pico y pala todos los días, como buenos arqueólogos del papel.

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