La dignidad del Madrid de toldos verdes

“En realidad, sé que no le importa a nadie” deja caer Vicente Pacheco, tercera generación al frente de una de las fábricas de toldos más importantes de España, en Tomelloso, mientras enseña los catálogos antiguos -alguno con más de cien años- con los que se vendían estos elementos de cubrimiento a lo largo de la historia. Los hojea delante del arquitecto e investigador Pablo Arboleda, mientras es entrevistado para el reportaje que cierra uno de los más interesantes y marcianos libros sobre el urbanismo nacional: Toldo verde (Ediciones Asimétricas, 2024).
La publicación demuestra lo equivocado que está el director de Toldos Pacheco, ya que este parapeto colocado sobre las ventanas y balcones resulta un objeto indispensable para narrar cómo se construyó la España del desarrollismo, aquella que vivió el éxodo del campo a la ciudad durante la última etapa de la dictadura franquista. Además de haber aportado color y una estética inconfundible a todos los nuevos barrios que se construyeron entonces, añade una simbología con diferentes significados a lo largo del tiempo, que la publicación va desgranando, a la vez que ofrece un muestrario enorme de edificios que los albergan, con fotografías de Kike Carbajal.
Como la mayoría de los edificios de Madrid se construyeron durante este periodo, hay una parte enorme de la ciudad cuyo aspecto está ligado al ladrillo marrón y al verde de los toldos, en barrios construidos a lo largo de calles “radiales” como General Ricardos, Alcalá o el paseo de Extremadura, hermanados en lo arquitectónico pese a distar varios kilómetros entre sí. “En tan solo 25 años, Madrid pasa de 800.000 a 3,2 millones de habitantes”, cuenta Carbajal en el libro, donde además de las imágenes pone los textos que encuadran en la historia el fenómeno constructivo que llevó a crear el 60% de la capital de España entre la década de los sesenta y los ochenta. Unos barrios que entonces eran la periferia y que hoy son parte de su trama urbana consolidada.
La idea de las fotografías surgió de los paseos de Kike por el Madrid de la pandemia, ausente de gente y en el que los edificios cobraron protagonismo al estar desprovistos de otros elementos a su alrededor que distrajeran la atención. El hilo conductor de todas las imágenes eran las telas verdosas. “Quería tratar estos paisajes con mucha dignidad, pensando que estos barrios puedan tener la misma importancia que el Palacio Real”, explicaría después el autor durante la presentación del libro, resaltando el valor patrimonial de esta parte de la ciudad. “Quizá no es tan bello, pero sí que tiene esa capa de historia”, puntualiza sobre el centenar de estampas insertas en la publicación, que el lector podrá pasar horas contemplando, perdiéndose en sus detalles.

En paralelo a los paseos de Kike, ya existía en una red social ahora casi olvidada -Facebook- un grupo llamado Amigos del Toldo Verde, que reunía a un grupo de personas para las que estos aleros textiles conllevaban mucha más relevancia de la que hasta este momento se le había dado. Por allí andaba el ya citado Pablo Arboleda, que acabó cruzando su camino con el de Kike, alumbrando el libro ahora publicado.
Junto a las palabras e imágenes de Kike Carbajal en este ensayo urbanístico, Arboleda escribe un cuaderno de viaje por las calles pobladas de toldos verdes, con pequeños relatos evocadores y disgresiones sobre sus habitantes y objetos (atentos a la descripción de la farola), a la vez que apunta detalles sociológicos en un formato que recuerda al de los ya casi extintos blogs, pero en versión impresa. “Es un libro que se ha cocinado muy a fuego lento”, apuntaba el segundo autor durante el primer acto de presentación del libro, donde explicaba que “admite muchas lecturas dependiendo de a quién le caiga en las manos esta lectura, depende de sus intereses, su ideología o sus afectos”.
Con el libro, Pablo cree que “estamos recuperando una imagen de España más honesta, amplia e inclusiva, que no forma parte de las grandes narrativas históricas de este país. Es hora de que le prestemos atención”, asegura. A la vez, invita a “pasar una mañana paseando por las calles, tomándole el pulso a la ciudad. Ver qué ocurre, los sonidos y los sabores... creo que enriquece mucho”.

Este ensayo literario-poético-visual abarca desde Tetuán a San Blas. Pasa por Carabanchel y retrata Orcasitas o Puente de Vallecas. “Son unos barrios metidos en mitad de un descampado, lo que creo que generaba mucha unión entre los propios vecinos, con una cierta cohesión social”, relata Kike sobre unos bloques de viviendas que no se concibieron para permanecer muchos años pero que van resistiendo en el tiempo, década a década. Entre los peligros para su futuro, él ve el de la especulación inmobiliaria como una de sus mayores amenazas, con la conversión de bajos comerciales convertidos en viviendas.
Volvemos a Toldos Pacheco, la fábrica de Tomelloso donde Vicente ha estado haciendo cálculos para la entrevista y asegura que cada año en España se venden unos 100.000 metros cuadrados de lona verde. Si con ella se fabricara un único toldo, llegaría desde la Puerta del Sol hasta la provincia de Toledo. Por lo visto, el 60% se vende en la Comunidad de Madrid, lo que probablemente convierte a la región en la capital mundial de este elemento. Como la mayoría de esta tela va destinada a reposiciones y la uniformidad en las comunidades de vecinos es casi obligatoria para evitar enemistades, Vicente Pacheco afirma sin dudar: “Vais a estar viendo toldos verdes toda vuestra vida”.

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