El Ayuntamiento de Madrid ha decidido revocar la cesión de la Casa del Cura a los vecinos de Malasaña. El edificio municipal, que fue reformado para compensar la enorme falta de espacios dotacionales y de uso público en el barrio, no podrá ser utilizado por ninguno de los 38 colectivos del barrio que ganaron el concurso público hace un año para su cesión, después del giro municipal que el consistorio adelantó a ABC antes de comunicárselo a los adjudicatarios de forma oficial.
El consistorio había cambiado la cerradura de entrada al edificio hace semanas, aprovechando las obras de instalación de un ascensor y el cambio de contadores eléctricos, pero mantuvo en secreto sus intenciones y emplazó a los colectivos vecinales a una reunión a primera hora de este viernes, en la que les comunicó la decisión. El encargado de hacerlo fue el concejal de Centro, José Fernández, quien hace unos meses aseguró que la Casa del Cura sería entregada a sus adjudicatarios después de las obras: “La cesión se ha hecho conforme a la legalidad y se va a respetar. En cuanto el ayuntamiento recepcione las obras, la entidad autorizada legalmente para su uso estará en su derecho de tomar posesión del lugar”, declaró en su momento a Somos Malasaña.
El mero hecho de que el ayuntamiento hubiera cambiado la cerradura de entrada al edificio por su cuenta y sin comunicarlo a las entidades cesionarias del espacio podría constituir un delito de coacción, pero, al advertirlo, estas no quisieron tensar más la cuerda y decidieron aguardar la entrega definitiva del espacio, que era lo que se les había prometido.
El consistorio afirma ahora que dedicará el edificio a albergar un centro de servicios sociales para el distrito Centro, al que destinarán los siete nuevos trabajadores del área, cuya contratación se anunció este jueves. En nota de prensa, ha informado que en él se instalarán un total de 20 trabajadores sociales, cinco por planta, y que necesita este espacio “por las necesidades creadas durante la crisis sanitaria y social de la Covid-19”.
En ese mismo comunicado de prensa se asegura que “La Junta Municipal de Centro recupera este inmueble para poder respetar la distancia de seguridad en la atención social a los vecinos y ante la falta de espacios disponibles”. A cinco minutos andando de la Casa del Cura los servicios sociales del distrito disponen de otro edificio entero a su disposición, el situado en el número 10 de la calle de San Joaquín, con el que, al parecer, no les alcanza.
Igualmente, a pocos pasos de la Casa del Cura, el Ayuntamiento cuenta con tres plantas enteras del edificio de San Bernardo 68, donde mantiene su intención de trasladar las oficinas del área de Deportes y es un lugar que fue reformado para albergar un centro cultural prometido al barrio por el anterior equipo de gobierno, hasta que el PP decidió cambiar el proyecto.
Desde el estallido de la pandemia los adjudicatarios de la Casa del Cura habían urgido al Ayuntamiento a devolverles el legítimo uso de este lugar con la intención de trasladar al mismo la actividad del banco de alimentos del barrio, que en la actualidad ha repartido ya más de 10.000 kilos de alimentos, atiendiendo necesidades básicas de 173 familias de la zona. .
Un proyecto de 38 asociaciones que confiaron en la palabra del Ayuntamiento
La Casa del Cura se había convertido en un símbolo de la nueva manera de hacer las cosas en el barrio. Después de años de reivindicación y de ver cómo se iban perdiendo espacios públicos en Malasaña, el movimiento vecinal conseguía por concurso público un edificio de cuatro plantas en la plaza del Dos de Mayo que, pese a ser de titularidad municipal, había estado ocupado durante décadas por la Iglesia como vivienda de sacerdotes, que le habían acabado dando nombre.
Al concurso público se presentaron por un lado la Comunidad de Sant’Egidio, organización católica que gestiona actualmente la Iglesia de las Maravillas, y una asociación vecinal de Malasaña, cuya candidatura agrupaba proyectos de 38 colectivos vinculados al entorno bajo el título Haciendo barrio y más de 500 páginas de intenciones e ideas sobre lo que hacer con el edificio. Finalmente, los técnicos del Ayuntamiento valoraron el proyecto de los segundos con 16,91 puntos (de un máximo de 20) frente a los 12,21 puntos obtenidos por los primeros y el pasado 20 de marzo se firmó el acta de cesión del edificio.
Dos de Mayo 1 cuenta con cuatro plantas, bajo y sótano. Unos 643 metros cuadrados útiles distribuidos en cinco salas diáfanas, una por planta salvo la baja, donde solo dispone de una salita de acceso al edificio. Los colectivos a los que ha sido cedido el edificio, entre los que se encuentran las ampas de los colegios Pi i Margall, Isabel la Católica, el instituto Lope de Vega, la asociación vecinal Acibu, el Malasaña CF, Vecinos de Pez, EOF, Onda Maravillas, etc.. estaban esperando el fin de las obras para poner en marcha diferentes proyectos que habían sido adaptados a la actual situación en el barrio.
Reacciones a la decisión municipal
Reacciones a la decisión municipal
La noticia de la revocación de la cesión de la Casa del Cura ha sido mal recibida no sólo por los 38 colectivos adjudicatarios del uso y gestión de este espacio, sino también por otras asociaciones de carácter vecinal y social de Madrid, que se han solidarizado con las organizaciones de Malasaña.
Esta tarde, a las 20:30 horas, hay convocada una asamblea y una concentración vecinal ante el edificio de la plaza del Dos de Mayo en las que, contemplando las medidas de seguridad sanitaria que exige la Covid-19, se estudiará una respuesta conjunta a la decisión administrativa, teniendo claro que el espacio todavía pertenece al colectivo cesionario, dado que todavía no existe una revocación firmada ni comunicación oficial alguna con validez legal. Los cesionarios han centrado sus críticas en el concejal de Centro, a quien acusan de “mentir” y de “castigar a Malasaña” con decisiones como ésta y otras como la de frenar la construcción de un aprobado centro cultural en San Bernardo 68.
Por el lado político, Más Madrid y PSOE han criticado con dureza la decisión de Almeida, llegándola a calificar como vergonzosa y como un paso más en la “guerra abierta” que el alcalde de Madrid “mantiene con las entidades vecinales”.