No debe ser agradable vivir a escasos metros de una plaza dedicada al hombre cuya denuncia sirvió para que fusilaran a tu padre. Eso es lo que le pasaba -y le sigue pasando- al escritor Fernando Sánchez Dragó quien, harto de esa situación, el 3 de septiembre del año 2006, se dirigió a la plaza de Juan Pujol con una escalera de mano, un spray de pintura negra, martillo, escoplo, otras herramientas y un puñado de cómplices y trató de destruir la placa identificativa del nombre del lugar. Seguidamente, fijó sobre la mencionada placa con silicona un cartel falso -fabricado por él mismo- donde se leía 'Plaza de Fernando Sánchez Monreal', nombre de su progenitor.
Esta acción de Sánchez Dragó fue definida por él mismo como “acto poético de justicia familiar, personal e histórica”. Según relata el escritor en su libro Muertes paralelas, “en 1936 fue asesinado su padre, D. Fernando Sánchez Monreal, a causa de la denuncia de D. Juan Pujol, plumífero adicto al régimen franquista”. Sánchez Monreal, periodista, dirigía la agencia de noticias Febus -origen de la actual agencia EFE-, cuando fue asesinado, a los 27 años de edad, “por los falangistas falsos”, no llegando a conocer a Dragó, quien fue hijo póstumo.
Juan Pujol Martínez, también periodista, fue un reconocido filonazi, jefe de prensa y propaganda de la Junta de Defensa de Burgos y, porteriormente, director de los diarios Informaciones y Madrid.
¿Cambio de nombre de la plaza?
¿Cambio de nombre de la plaza?
Tras esta acción que podíamos denominar como de 'guerrilla urbana', Sánchez Dragó solicitó de forma vehemente al entonces alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, el cambio de nombre de la plaza: “Alcalde, a ver si hay huevos para sustituir el nombre del facha por el de mi padre (...) Eso supondría borrar del callejero de Madrid el nombre de un fundamentalista de la dictadura, virtuoso en el arte de la trepa e hijo de puta con manchas”.
Ruiz-Gallardón respondió al envite formalmente con la siguiente carta -publicada en la página web de Sánchez Dragó-:
“He leído con todo detenimiento e interés tu carta y, ante todo, quiero agradecerte que me hayas informado personalmente del acto que protagonizaste el pasado tres de septiembre, sustituyendo la placa que asigna el nombre de Juan Pujol a una plaza de Madrid con el nombre de tu padre, Fernando Sánchez Monreal. Comprendo perfectamente los motivos que te mueven y te aseguro que admiro profundamente el magnífico trabajo que has llevado a cabo, investigando y rescatando del olvido la memoria y la figura de tu padre. Por todo ello, y con el más profundo respeto por el asunto que me planteas, te comento que procedemos a estudiar el mismo con la serenidad e interés que entiendo debe prestársele.
Gracias, Fernando, por tu carta de amigo, que te agradezco de corazón. Recibe, con mi afecto de siempre, el fuerte abrazo“.
La cosa quedó ahí y hoy Juan Pujol sigue siendo el nombre oficial de la plaza. En estos días de polémicas por determinados cambios de nombres de sitios emblemáticos cabe recordar que en Malasaña, como en otros tantos lugares de Madrid, quedan lugares con denominaciones de personas afectas al franquismo. En la Comunidad de Madrid quedan 165 calles con nombres o simbología franquista. Según la Ley de Memoria Histórica, aprobada hace ya cinco años, deberían ser retirados en la medida de lo posible.