Cruz Verde, pequeña arteria que une las transitadas calles Pez y Luna, se ha convertido -desde el pasado mes de febrero- en el mercado de la droga de Malasaña. Así lo afirman vecinos de esta vía, que dicen que lo peor llegó con los meses de mayo y junio, “en los que 'camellos' y consumidores se hicieron los amos del lugar”.
La remodelación de las calles del entorno de Luna, la acumulación de materiales de obra en la vía pública y los andamios que se montaron para la rehabilitación de un edificio de la propia calle, convirtieron a Cruz Verde en el lugar perfecto para que un grupo de unas 15 personas relacionado, de una u otra manera, con el mundo de las drogas se instalara allí.
Ha pasado el tiempo, de las obras no queda rastro alguno y, sin embargo, la droga no se ha ido. “Han hecho de la calle su casa”, nos dice un vecino. “Viven aquí, comen aquí y dejan todo lleno de basura, consumen droga debajo de nuestros balcones mientras otros trafican y han llegado, incluso, a dormir también en esta calle”, comenta. La situación, aseguran, es insostenible.
Resignación, no; lucha, sí
“A mí nadie me va a echar de mi casa”, afirma decidida una vecina que, seguidamente, reconoce vivir con miedo, aunque “son las personas mayores quienes más sufren ese temor”.
En el mes de agosto estos vecinos pusieron en conocimiento del comisario de policía de Leganitos, mediante un escrito, lo que venían padeciendo. Al alcalde Ruiz-Gallardón y al mismísimo Defensor del Pueblo también se les han remitido cartas de denuncia.
Hace unos días solicitaron la mediación en el conflicto de la asociación de vecinos del barrio (ACIBU) y ahora llega el turno de airear su problema en los medios de comunicación.
Entre medias, llamadas y más llamadas a los cuerpos de seguridad. “La Policía Municipal no nos ha hecho ni caso cuando les hemos avisado. De la Nacional sí que hemos recibido respuesta inmediata: a cada llamada han enviado sin perder tiempo a una patrulla de agentes. No es que realicen un patrullaje continuo. Se trata de algo puntual, sólo cuando nos quejamos. Pero sólo oueden pedirles la documentación y comprobar que no están reclamados por algún delito. Dada la magnitud de nuestro problema es una actuación a todas luces insuficiente”.
Para lo único que han servido las llamadas a la Policía, indican, es “para que los camellos se hayan vuelto más cautos y no campen tan a sus anchas. Aquí vienen hasta coches a 'pillar' droga”.
Clima de inseguridad
En Cruz Verde los vecinos conocen a los camellos y a los consumidores y éstos los conocen a ellos. “Saben que hay miedo y se aprovechan de ello”, dice una vecina indignada. “Vivimos en situación de inseguridad y parece que hasta que no pase algo grave, como cuando mataron a una mujer hace un par de años en la plaza de la Luna, nadie va a hacer nada”, cuenta.
“Están envalentonados y aquí ha habido hasta amenazas de muerte a los vecinos por pedirles que se levanten y nos dejen entrar a nuestros portales”, comenta otro afectado. “De los 'yonquis' no te puedes fiar, lo mismo son pasivos que agresivos; los camellos son tíos de gimnasio”, concluye.