El binomio hipster y cupcakes ha sido el estereotipo de Malasaña durante los últimos años. Acertado o no, parece que toca a su fin después del cierre de la tienda de referencia para este tipo de postres, el Happy Day Bakery de Espíritu Santo. “Imposible pasar por delante y no caer en la tentación”, decía hace seis años un comentario en Google sobre este comercio, que vendía madgalenas con frosting a 2 euros y que se convirtió en uno de los lugares preferidos por los instagramers para sacar fotos.
Happy Day cerró el pasado 1 de octubre con un escueto mensaje en sus redes sociales: “Por motivos de organización de nuestra empresa, la tienda de la calle Espíritu Santo 11 hemos decidido cerrarla. Seguiremos atendiendo eventos para empresas”, publicaron. En conversación con Somos Malasaña, sus responsables amplían un poco más esta explicación: “El local fue vendido por sus dueños y nosotros nos marchamos”, cuentan.
La empresa mantiene otras dos tiendas abiertas en Madrid, en los Corte Inglés de Goya y Preciados. También sigue sirviendo pedidos. E incluso sus responsables se plantean volver a abrir, pero los cupcakes no volverán al barrio: lo harán en otro lugar de Madrid. “En Malasaña la tienda daba pérdidas”, apuntan, sin querer ahondar en más explicaciones.
¿Se ha acabado la moda de los cupcakes en el corazón de Madrid? “Nosotros ya no vendemos”, explican desde Horno Diadema, la pastelería más antigua de Espíritu Santo, que comenzó a ofrecerlos hace años visto el éxito de sus vecinos de enfrente. Allí ya solo se despachan muffins, como parte de una amplia carta de postres. Y sus ventas no destacan especialmente, indican sus responsables.
Donde sí que se pueden encontrar todavía estas magdalenas decoradas de origen anglosajón es en la Corredera de San Pablo. Allí, La Cocina de mi Vecina los fabrica desde hace tiempo, pero no es su producto estrella. “Lo que más vendemos son nuestras tartas”, explica la responsable del local, Amanda Fuentes. “Los cupcakes también se venden bien, pero como algo complementario, para personas que quieren tomar una ración más pequeña, igual que las cookies”, añade.
Un icono pasado de moda
Un icono pasado de moda
La palabra cupcake empezó a aparecer en el vocabulario de Malasaña en 2009. A partir de ahí surgieron los primeros lugares de venta de estos dulces en la capital. Happy Day Bakery llegó ese mismo año, en pleno crecimiento del interés por este postre que mezclaba la magdalena de toda la vida con un colorido tocado, mezcla de azúcar y mantequilla.
La moda de los cupcakes tocó techo a finales del año 2013, como muestra con meridiana claridad las búsquedas de este término en Madrid, según los datos de Google recopilados en este gráfico:
A partir de ese momento, el interés del público fue decayendo hasta la actualidad, cuando ya está siendo superado en las búsquedas madrileñas por otros postres como tarta de zanahoria y ha sido alcanzado por los crumble, que se empiezan a servir en muchos restaurantes del barrio.
Los cupcakes sirvieron para definir un cambio en la Malasaña tradicional, la de noche. La de cerveza y rock, que pasó a acoger un gran número de cafeterías de decoración casual, de aires neoyorkinos, donde se servían este tipo de magdalenas y también tartas de recetas del norte. Un cambio que vino acompañado de una subida de los precios de los alquileres, que aún no ha parado: cuentan que por el local del Happy Day pedían ahora 4.000 € al mes, y que uno muy cercano, en esta misma calle, está a punto de alquilarse a mayor precio.
Los comercios de Malasaña, siempre a la busca de la última tendencia, exploran cuál será el próximo alimento de moda: ¿taiyakis o tal vez el poké hawaiano? Los próximos comercios en abrir (y que no cierren en pocos meses, como a veces sucede) marcarán la tendencia.