El nuevo Gobierno de Madrid mantiene bajo sospecha a las entidades ciudadanas más activas del barrio de Universidad. Los primeros movimientos y declaraciones tanto de Alcaldía como de los responsables del distrito Centro así lo indican. Sin embargo, ambas partes están condenadas a tender puentes y a entenderse: una legislatura de enfrentamientos en nada beneficiaría a nadie.
Denominar “instituciones populares de resistencia” a quienes llevan años trabajando por la mejora de una zona, tal y como hizo el concejal de Centro José Fernández durante el pleno del Ayuntamiento del pasado lunes para defender la decisión política de no instalar un centro social y cultural en el edificio municipal de San Bernardo 68, no parece ser lo más conveniente para empezar a llevarse bien con alguien. A esa decisión se oponen cientos de vecinos y decenas de asociaciones de la zona agrupados en dos organizaciones representativas como son SOS Malasaña y la Plataforma Maravillas.
Los movimientos sociales son, por definición, grupos de personas que, estando constituidas o no legalmente como asociaciones, se unen para luchar por objetivos comunes y para manifestar su opinión sobre ciertos temas. Cuando su acción se circunscribe a un determinado y acotado territorio es fácil de constatar que, en la práctica, estos movimientos sociales han estado históricamente detrás de muchas de las mejoras conseguidas para la vida diaria de quienes habitan ese espacio concreto.
Pero la denominación empleada para ellos por José Fernández parece haber prosperado entre los miembros de su partido y este miércoles el Secretario General de los Populares de Centro, Carlos Segura, también hablaba de “instituciones populares de resistencia”, a través de sus redes sociales, para defender la misma decisión de su partido sobre San Bernardo 68.
Segura, además, echaba más leña al fuego añadiendo afirmaciones totalmente inconsistentes y falsas sobre quiénes están detrás de la reivindicación de mantener la ubicación de un centro sociocultural en el espacio inicialmente previsto: “Repito, el Espacio Malasaña en San Bernardo 68 iba a ser un espacio controlado por los okupas del Patio Maravillas”, decía.
Desmontar esta sentencia resulta sencillo: tanto el control como la programación del citado centro sociocultural iba a ser 100% municipal, tal y como ocurre en los otros centros similares que hay en Madrid, mientras que el Patio Maravillas al que hace referencia el Secretario General de los populares jamás estuvo detrás de la reivindicación de este espacio, además de no existir ya habiéndose disuelto hace dos años, algo que, obviamente, sabe el PP.
“Somos vecinos comprometidos con las mejoras del barrio”
“Somos vecinos comprometidos con las mejoras del barrio”
Fermín Errodonsoro, sociólogo, es uno de los históricos del movimiento social de Malasaña. Este septuagenario, miembro activo de asociaciones vecinales como ACIBU y Esto es Pez, a la vez que de la Plataforma Maravillas -contenedor que acoge también a las dos anteriores- afirma: “Lo que tenemos que demostrar al concejal de Centro es que no somos ninguna institución popular de resistencia, sino que somos vecinos comprometidos con las mejoras del barrio: físicas, económicas, culturales, sociales y medioambientales. Y que queremos mantener lo que en estos últimos años hemos conseguido dialogando. Nosotros queremos seguir hablando con el municipio, pero que no cuenten mentiras. Esta corporación que dice que busca la mejora de los vecinos pero sin los vecinos lo que apuesta es por un despotismo ilustrado. Ellos son los que tienen la responsabilidad de decidir, pero si lo hacen consultando lo harán mejor”.
“Para ser efectivos se debe contar primero con los afectados, luego con los técnicos que saben y con los políticos que deciden. Es necesario un trabajo sincero y coordinado de las tres partes. No pueden decidir unilateralmente, y más con prejuicios, como si todo el movimiento vecinal de Malasaña fuéramos instituciones populares de resistencia. Esta es la razón última de su decisión sobre San Bernardo 68 y están muy equivocados. Aquí trabajamos juntos desde hace años grupos variopintos, tan plurales como lo es el barrio, pero no nos dejamos engañar fácilmente”, indica este vecino.
“Si quieren colaborar en serio, sin trampas, nos encontrarán. Si actúan unilateralmente se equivocan y lo que hagan responderá a otros motivos sospechosos y no por el bien de los vecinos, como repiten. Si siguen pensando que porque tienen el poder no tienen que contar ni con técnicos ni con vecinos, se equivocan y lo lamentaremos por su ineficacia, y conseguirán el desprecio de una parte de la población que más necesidades tiene de acciones del ayuntamiento”, concluye Errodonsoro.
La concejal socialista Mar Espinar también cree que, en general, lo que el Gobierno municipal ve con recelo son las iniciativas vecinales y así lo expresó el pasado lunes en el pleno del Ayuntamiento en el que se tumbó su propuesta de continuar con la adecuación de un centro cívico y cultural en San Bernardo 68.
Gobernar para todos y empezar desde cero
Gobernar para todos y empezar desde cero
El mismo concejal de Centro, José Fernández, dejaba entrever hace unas semanas, en una entrevista con Somos Malasaña, que la relación con las fuerzas sociales del barrio, de entrada, no iba a ser sencilla y que estaba por definir y acordar. Cuando este periódico le preguntó si no había considerado conveniente consultar al vecindario antes de tomar una decisión sobre el cambio de planes para San Bernardo 68, Fernández contestó que no hay mejor ni mayor consulta al ciudadano que la de las urnas, zanjando el tema al hacer ver que su partido había alcanzado los suficientes apoyos como para gobernar la ciudad.
Teniendo claro este hecho, a Fernández se le podría recordar que, si bien Universidad y Centro no son territorios independientes del resto de Madrid, en el distrito su partido sólo obtuvo el 17,27% de los sufragios frente al 49% de los votos que logró Más Madrid, mientras que en el barrio la victoria de Carmena fue aún más amplia. También se le podría recordar que desde el momento en que uno llega al poder su deber es el de gobernar para todos y que a un concejal de distrito se le presupone cierta sensibilidad hacia las particularidades del territorio que le toca administrar y que quizá no sea conveniente aplicar idénticos criterios a la hora de dirigir Salamanca, zona que también preside, que a la de dirigir Centro.
Otra de las cosas que parece haberles quedado claras a los movimientos sociales activos de Universidad es que con el nuevo ayuntamiento van a tener que volver a negociar y pelear muchas de las conquistas logradas durante la etapa del anterior Gobierno. En esta ocasión nos referimos, concretamente, a las medidas que se lograron poner en marcha en la zona tras arrancar un plan de choque a la alcaldesa Carmena y el reconocimiento de los problemas específicos que azotan el área, para lo que también se creó la figura de un comisionado que agilizara las respuestas municipales.
Con el cambio de Ayuntamiento, y pese a que los vecinos de SOS Malasaña se han reunido ya en dos ocasiones con José Fernández, todo ha quedado paralizado, incluso las actuaciones contra el botellón iniciadas hace unos meses.