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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

El Sidi reabrirá como el bar de barrio que siempre fue, rescatado por La Ardosa

Cuando el pasado mes de febrero adelantamos la noticia de la venta del bar Sidi todo hacía indicar que Malasaña perdería otro más de esos bares típicos de barrio que han ido desapareciendo en la zona durante la última década. Sin embargo, a Celso y a Alicia, jubilados tras medio siglo detrás de la barra, les van a tomar el relevo sus vecinos de la taberna La Ardosa, que conservarán tanto el nombre como la esencia de este clásico local, según declara Víctor Díaz-Frey, socio de este grupo empresarial de origen familar y raíces malasañeras, que también regenta la cercana Casa Baranda.

“Abriremos de nuevo el Sidi con cerveza nacional, tapas, bocatas, raciones de toda la vida y ese toque canalla que le caracterizaba cuando lo llevaban nuestros amigos Celso, Alícia y su hijo Víctor”, comenta Díaz-Frey, poniendo también fin a las especulaciones sobre la identidad de los nuevos inquilinos y la nueva propuesta de este esquinazo situado entre las calles Colón y Barco que actualmente se encuentra en obras.

Esperan poder reabrir entre diciembre y enero, si la pandemia lo permite, después de acondicionar el local con mínimos retoques estéticos -la barra de mármol permanecerá inalterable, la desaparición del falso techo ha descubierto unas centenarias y decorativas bases de las que parten sus columnas de hierro, suelo hidráulico renovado y más mármol tradicional en las paredes-, un nuevo sistema eléctrico y una propuesta gastronómica de las de bar español de toda la vida.

“Somos gente del barrio”, comenta un Díaz-Frey que exhibe pedigrí hostelero -sus padres, Manolo y Mari, regentaron el añorado O Compañeiro de la calle San Vicente Ferrer durante 48 años-. “Tenemos un proyecto continuista para el nuevo Sidi que creemos volverá a atraer a su clientela de siempre, mayoritariamente vecinos de Malasaña”.

Víctor y su socio, Ángel Monje, han firmado un contrato de alquiler de larga duración con la empresa que adquirió el local. Auguran larga vida al nuevo Sidi.