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Espacio Late, una cafebrería en Malasaña que combate su efecto gentrificador con una redacción abierta al barrio

Imagen de la primera redacción abierta celebrada en el Espacio Late.

Guillermo Hormigo

Madrid —
11 de abril de 2025 06:05 h

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Olor a café. Un sofá encantador. Música ambiente ideal para concentrarse en una mañana de trabajo o un tardeo. Y sobre todo libros por doquier, con recomendaciones personalizadas de Jorge Carrión o Martín Caparrós. La atmósfera del Espacio Late es acogedora, aun con sus dejes propios de la estética gentrificadora de Malasaña. Es ese último factor, la apuesta por una literatura de no ficción como gran reclamo, lo que indica que no estamos en cualquier cafetería de moda en el centro de Madrid.

Su gran secreto, sin embargo, está bajo el suelo. No se trata de un refugio nuclear, por mucho que la bajada recuerde a alguna película posapocalíptica. Tampoco de una bodega, aunque aquí guardan sus mejores vinos. En la planta baja cuecen proyectos tan particulares como una redacción abierta que organizan para las vecinas y vecinos del barrio. Una mesa, varias sillas y algunas pizarras de pequeñas dimensiones en las que orquestaron la primera edición de esta iniciativa. También apuntes con las líneas maestras: “servicio social”, “transparencia” o “acceso democrático a la información”.

“La redacción abierta es un proyecto en el que transformamos la redacción en un espacio público y el espacio público en una redacción”, sintetiza la periodista chilena Alexia Galanakis. El objetivo es “invertir el proceso tradicional del periodista y la noticia” con jornadas abiertas que abren las miradas más allá de la agenda prefijada por los medios. “Sirve como espacio de expresión”, opina el periodista argentino Daniel Wizenberg, mientras que para su compañera “ha generado mucha implicación e interés”.

El primer encuentro tuvo lugar el pasado 30 de marzo alrededor de la barra del Espacio Late y ya trabajan en una segunda toma de contacto en mayo. Situado en la calle San Hermenegildo, esta cafebrería que funciona a la vez como puesto de mando de la publicación homónima y como espacio de reunión para periodistas latinoamericanos. Bajo el título Ser independiente, la redacción abierta arrancó con tierra, techo y trabajo como principales temas, aunque Alexia añade una cuarta 't': “tiempo”. Después de una discusión acerca de estos aspectos, iniciada con un micrófono abierto en el que no hizo falta mucho impulso para que la gente se manifestara, una crónica recogida en la revista Late materializó el proceso de debate.

“Vinieron periodistas y gente del barrio de toda la vida. También otras personas que llevan muy poco. Madrileños, migrantes de otras partes de España y de otros países...”, cuenta Daniel. “Y gente que a la vez vive en el barrio y se dedica al periodismo. Iban mutando entre esas dos posiciones”, completa Alexia.

Lo curioso del proyecto es que combina un apego barrial y vecinal con un interés itinerante: “Es muy exportable y queremos llevarlo a otras partes. Siempre adaptado a las problemáticas de cada lugar. No va a ser igual en Malasaña que en Galicia, en Extemadura o en Cañada Real”, avanza Alexia. “Lo vamos a mantener también aquí, siempre”, apostilla Daniel. Utiliza la palabra “dispositivo” para definir una iniciativa que busca airear las redacciones y, a la vez, enriquecer los bares.

De hecho, una de sus preocupaciones es generar tejido y no convertir Espacio Late en el clásico negocio con buenas intenciones (y estética) que contribuye a la gentrificación: “No dejamos de ser el típico café de especialidad que se instala en una calle donde antes había un comercio de cercanía, atrayendo gente de otros sitios y provocando la subida del valor inmobiliario”. Desean alcanzar a personas que solo pasan por la zona o acuden específicamente a Late, pero a la vez “serle de utilidad al barrio”. Todo bajo “una lógica colaborativa donde compartir el reporteo, que permitan a cada uno encontrar sus propias historias y compartirlas”.

Para Alexia el enfoque transveral y de cercanía ayuda a interesarse por cuestiones más allá de lo netamente político, de la pura actualidad: “Hay muchas problemáticas ya no sociales, sino civiles, que suelen quedarse sin un espacio en los medios”. Así, mientras que la primera redacción abierta tuvo como principales ejes la vivienda y el arraigo, emergen otros asuntos. Algunos burocráticos, como la dificultad de las personas migrantes para validar sus títulos. Otros relativos a vínculos personales, como los amores de barrio.

Generar menos titulares y más inquietudes

“Creemos en el periodismo lento, alimentado y tranquilo. A lo mejor no vamos a cubrir la historia que nos cuenta directamente un vecino, pero eso te genera una inquietud que el día de mañane te haga salir a contar ese tipo de historias o acercarte a ellas con otro enfoque. Se trata de pensar en realidades o aspectos sobre los que muchas veces no reparamos”, expone Alexia.

La redacción abierta es la última ramificación del proyecto Late, que nació como una revista en 2017 (una publicación en la que esperan volcar muchas de las historias que se vayan hilvando en estos encuentros). “La armamos seis periodistas de seis países distintos de América Latina, cada uno desde su país con una red regional y a la vez desde ningún lugar en particular. Empezamos a la vez como una escuela y un laboratorio de periodismo narrativo y pronto fuimos creciendo en la ambición de los reportajes y las investigaciones, a veces publicadas en otros medios más grandes”, desgrana Daniel Wizenberg.

Con el tiempo se integraron personas de España, y en 2024 Daniel coincidió con otro grupo de periodistas residentes en el país. “Apareció esta esquina y surgió la idea para conseguir fondos y transformarla en nuestro Espacio Late. Al principio iba a ser solo nuestra redacción, pero luego la dejamos en el sótano y armamos la planta principal como librería y cafetería de especialidad”, explica sobre la actividad de un local que abrió sus puertas el pasado septiembre.

Desde entonces han albergado presentaciones de podcasts, conciertos de jazz, microteatro o recitales de poesía. Todo en el marco de “la no ficción” y, otro factor importante, “rodeados de buen vino”. Remata el ambiente la presencia física de lo periodístico: las paredes están llenas de reportajes impresos publicados en Late y un código QR enlaza a otras de sus piezas. Lo que han creado en Madrid es, en definitiva, “toda una cooperativa”.

Alexia cuenta que, como periodista chilena residente en Madrid desde hace un año, llevaba tiempo interesada en participar en Late y los admiraba desde su etapa universitaria. Cuando llegó a la ciudad, se implicó en ella. Ha sido una de las grandes impulsoras de esta redacción abierta que busca agitar la mirada y el pensamiento de Malasaña. “Para nosotros es una manera de reportar. Para los vecinos, una forma de expresarse”, sentencia Daniel.

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