Uno de los muros más visibles de Malasaña vive en las últimas semanas un auténtico sprint del spray. Se trata de la pared de Juan Pujol, la que se extiende por los bajos de un edificio ubicado en Espíritu Santo 19. Graffiteros de todo tipo y lugares se han acercado a él para plasmar sus creaciones, pisándose unos a otros hasta en ocho ocasiones, sin que parezca que esta deriva vaya a terminar en algún momento.
La historia del muro de Juan Pujol y sus sucesivas creaciones es larga y se resume en este artículo. Hace varios años diferentes artistas urbanos empezaron a intervenir sobre él con interesantes obras y hasta los vecinos del inmueble llegaron a aprobar las intervenciones de 3ttman, Remed y Chusky, que desde el año 2011 actuaban sobre este espacio... hasta este año.
La mecha la la encendió un grupo de jóvenes graffiteros hace poco más de seis meses: entonces, por la noche, se dedicaron a dibujar pompas (grandes firmas para tapar dibujos) en las paredes y persianas de la zona, en protesta por la celebración de Pinta Malasaña, el maratón de arte urbano que llenó el barrio de arte y público el pasado 17 de abril. Aunque ni el muro de Juan Pujol ni sus artistas participaron en el certamen, este grupo la tomó con la antigua obra de 3ttman, Remed y Chusky, tapándola en parte. Firmaron sobre ella Naz y Mucho Queso, dos de los miembros de esta crew que en esa misma noche también vandalizó el mítico dibujo que facturó 3ttman hace años en La Vía Láctea.
Unos meses después, una artista británica -Frankie Strand- visitó Madrid y aprovechó su estancia para dejar algunas de sus piezas en Malasaña. Por su cuenta y riesgo, dibujó lagartos y flamencos en varios lugares del barrio y, una mañana, se puso manos a la obra con la esquina del muro de Juan Pujol. Allí pintó una pareja de estas aves rosadas en el agua que durante varias semanas se convirtió en una de las fotografías obligadas para todo el que iba retratando el arte urbano de Malasaña.
El dibujo de Strand no duró demasiado. Unas semanas después, otro miembro del grupo que vandalizó el muro original, Ruso, plasmó su nombre sobre los flamencos. Fue en la misma noche en la que boicoteó la decoración de un pequeño negocio cercano, y varias paredes más del barrio.
Las cuatro letras de Ruso aguantaron algunas semanas, hasta que otro artista urbano austríaco, HNRX, aterrizó en la capital de España y pasó por la misma esquina de Malasaña. Allí decidió regalar -también pintó por su cuenta y riesgo, por la mañana- una de sus creaciones, con las características morcillas rosas que dibuja por medio mundo. Varios vecinos pasaron al lado de este artista austriaco esa mañana para felicitarle por su trabajo.
Esta obra, dibujada a finales de octubre, duró menos de diez días. A principios de noviembre Neko, un artista habitual de Malasaña, decidió acabar con ella y con el resto del muro, tapado desde entonces por unas enormes letras escritas junto al mexicano Pemex, entre otros. Las ejecutaron pocas horas después de que Neko presentara una exposición en la galería 6más1, en la calle Piamonte, con una factura muy similar a las que dejaron días antes en los bajos del Edificio España. El resultado fue el fin de una gran cantidad de obras -entre ellas los esqueletos más populares del barrio-, sepultadas bajo la plata del spray.
La reacción a esta intervención no tardó en llegar: el pasado fin de semana, Chusky, uno de los graffiteros que primero pintó en este muro, pisó las firmas de Neko y del resto. Además, otro habitual de la zona, Piwi, plantó unas enormes letras de plata sobre las anteriores, en la ya famosa esquina de Juan Pujol con Espíritu Santo.
El último episodio (hasta el momento) en este muro de la discordia llegó el pasado lunes por la noche, cuando Exel, perteneciente al grupo que pintó junto a Neko, acudió al lugar para borrar las evidencias de las pisadas sobre las firmas de su grupo y para dejar otro gran dibujo en la esquina más graffiteada de Malasaña, un lugar en el que se aprecian todavía los dibujos con animales del mural de 3ttman, Remen y Chusky, la plata de Naz, el azulverdoso de Frankie Strand, el rosa de HNRX y la plata y el naranja de Piwi.
La paradoja en esta loca carrera de pisadas es que todas tienen lugar sobre una pared que será renovada en poco tiempo para solucionar unas deficiencias estructurales en la fachada. El proyecto ya está en trámites municipales y probablemente sea ejecutado en breve. Mientras tanto, los propietarios del local que se pinta y se repinta, los Hare Krisna, soportan pacientemente el olor del spray fresco que ahora hasta les quita la luz del sol, ya que los últimos envites han tapado por completo sus ventanas.
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