Julia había abandonado la calle del Pez, por causas ajenas a su voluntad de bronce, en octubre de 2010. Pronto los vecinos notaron su ausencia, preguntaron por ella y descubrieron indignados que el ataque de unos vándalos la había mandado al 'hospital' de las estatuas municipales, un sitio de difusa ubicación pero que, en cualquier caso, se encontraba muy lejos de donde ella debía estar: el muro del Palacio de los Bauer -hoy Escuela Superior de Canto- sobre el que apoyaba su espalda de estudiante desde el 12 de abril de 2003.
De su fecha de vuelta al barrio nadie dijo nunca nada pero, en principio, reparar los daños que padecía, tenía rota la puntera del pie que la mantenía erguida y anclada al suelo, no hacía presumir que llevara tanto tiempo como el que ya duraba su ausencia.
Por fortuna, ayer, día de la Constitución, Somos Malasaña volvió a encontrarse con Julia en el sitio que jamás debió dejar, el número 42 de Pez, casi llegando a San Bernardo. Lucía espléndida y se podría decir que hasta feliz, todo lo feliz que puede mostrarse una figura de bronce.
Casualidades o no, esta inesperada vuelta al barrio de Julia coincide con el hecho de que en el último pleno de la Junta Municipal de Distrito, celebrado hace tan sólo unos días, el Grupo Municipal Socialista se interesó por saber dónde se encontraba la estatua -según ellos, “desaparecida”- y preguntó por los planes del gobierno municipal de cara a su reposición en su ubicación original.