Cuando en 1844 José Zorrilla escribió, con solo 27 años, Don Juan Tenorio: drama religioso-fantástico en dos partes no podía saber que su Tenorio se convertiría en la obra más representada de todos los tiempos en nuestro país, ni que su puesta en escena para el 1 de noviembre se consolidaría como una tradición inamovible gracias a sus resonancias de ultratumba y la tradición de representar autos sacramentales en la fecha desde mucho tiempo atrás.
Pero hoy no hablaremos del Tenorio, hablaremos de sus parodias. A lo largo del siglo XIX fueron surgiendo un buen número de parodias de la obra, con apartes que se dirigen a público, juegos de palabras, cambio de roles de los personajes…Explotar las escenas una y mil veces vistas por el público (la del diván, por ejemplo) para sacarle punta, eso era lo que hacían sus autores fundamentalmente. Lo curioso del caso es que el propio Tenorio es, en parte, una parodia de las obras clásicas, como afirmó el propio Zorrilla (su obra mezcla ecos de El burlador de Sevilla y el Convidado de piedra y añade elementos paródicos de sus escenas).
La poca solemnidad con la que se ha tratado el clásico incluye, incluso, una obra semi pornográfica estrenada en 1874: Don Juan Notorio. Burdel en cinco actos. 2000 escándalos. Su sinopsis no tiene desperdicio:
El tema ha merecido incluso una tesis doctoral (la de Sook-hwa Noh Kang, que seguimos para escribir este artículo) y nosotros nos centraremos en las parodias que se estrenaron en el Teatro Martín. Célebre durante muchos años por sus representaciones de género chico, El Martín convirtió la calle Santa Brígida en espacio privilegiado del Madrid más frívolo durante el último tercio del XIX, y en un lugar adecuado para el estreno de muchas de estas parodias del Don Juan. Eran obras en un acto del llamado teatro por horas, denominación que abarcaba el sainete, los juguetes cómicos, la comedia, la revista, la zarzuela o la parodia.
Solo cuatro años después del estreno de la obra de Zorrilla, en 1848, surgió la primera de las parodias: fue Juan Tenorio y Juan el perdió, escrito por Mariano Pina y Bohigas. La fórmula consistía en situar a los personajes en las capas sociales inferiores y dotarlos de acento andaluz. Un recurso clásico de la comedia facilona que, como sabemos, ha perdudado en televisión hasta nuestros días.
La obra tuvo un éxito notable y se representó durante mucho tiempo. En 1879 se estrenó, entre otros lugares, en El Martín, donde se representó a la vez que el original de Zorrilla y junto a otras obras.
Otra de las parodias que pudo contemplar el público de la época fue Doña Juana de Tenorio, de Rafael María Liern, vilipendiada por la crítica especializada y aplaudida por el público. Aunque en esta ocasión no tenemos constancia de que se representara en nuestro teatro (lo hizo en el Eslava en 1875), el autor sí tuvo relación con este y una anécdota que merece la pena consignar.
Pocos días antes de morir Liern, una compañía que estaba trabajando en El Martín le homenajeó con una velada. Escenificaron varias de sus obras en la lengua del Turia y el propio autor leyó una poesía titulada Nostalgia que fue poco menos que una despedida del público y de la vida.
La siguiente parodia, Juanito Tenorio, de Salvador María Granés, sí se estrenó, en 1886, en el Teatro Martín. Se trataba de un juguete cómico (un género ligero de enredo amoroso que, normalmente, acompañaba a obras más largas). La crónica de El Globo aseguraba que “La fortuna sigue mostrándose favorable al teatro de la calle Santa Brígida, Juanito Tenorio, chistosísima parodia del popular drama de Zorrilla, ha sido el éxito más legítimo de cuantas obras se han estrenado en este coliseo en la presente temporada”.
También tuvo gran éxito en el coso de la calle Santa Brígida D. Mateo Tenorio, parodia escrita en clave política por Ángel de la Guardia y estrenada allí en 1895. La obra fue protagonizada por Loreto Prado, conocida actriz que también fue vecina del barrio.
Acabaremos el recorrido del artículo mencionando un último estreno paródico en El Martín: el juguete cómico Tenorio y Mejía, de Leandro Torromé, que se presentó el 15 de octubre de 1877.
En realidad, estos son solo algunas de las parodias del Tenorio que nunca, tampoco en el siglo XX, dejaron de sucederse. Si representar el Tenorio al llegar noviembre es una costumbre arraigada en nuestra cultura, parodiar la obra no lo es menos. En 1927 se publicó el Tenorio Sarasa, representación de temática homosexual de Francisco Serrano y hasta en YouTube podemos encontrar a los cómicos Cruz y Raya estirando el texto de Zorrilla. Seguramente, nosotros mismos de niños hemos continuado esta tradición con alguna chanza que incluía el clásico “No es verdad, ángel de amor…”, ¿o no?