Uno de los bares más míticos de Malasaña, El Palentino, ha perdido a su cara más conocida, la de Casto Herrezuelo, copropietario del local, que ha fallecido a los 79 años. Un sencillo cartel y dos claveles colocados por sus vecinos rinden homenaje a este camarero incombustible, al que todo el barrio recordará trabajando, al otro lado de la barra del conocido local de la calle Pez.
El ahora fallecido tenía el honor de ser uno de los taberneros más conocidos de todo Madrid y fue calificado como “el último mohicano de la calle Pez” por el periodista Henrique Mariño, que le describía así en un magistral artículo publicado hace ahora cuatro años: “Casto Herrezuelo (Paredes de Nava, 1938) lleva sesenta años parapetado en la trinchera del Palentino, que no se sabe si es un bar, un café o un museo viviente que, con el paso de las generaciones, ha ido renovando las figuras de los clientes pero conserva inalteradas las de los taberneros…”
La capilla ardiente de Casto ha sido instalada en la sala 14 del Tanatorio de San Isidro, donde amigos y familiares le rinden el último homenaje. Pero los que le conocían también publican mensajes de condolencia y de cariño en las redes. Amigas como Marisa Ruiz, propietaria del mítico Agapo: “Casto, es posible que nacieras en Palencia, pero Madrid no será lo mismo sin ti. Tu reino fue tu barra y en ella reinaste con justicia y sabiduría. Todos los Agaperos te recordaremos siempre. Supiste darnos amor y muy buenas cañas. Feliz viaje amigo”, escribe sobre él en Facebook.
Son cientos las dedicatorias que han dejado los clientes del Palentino a Casto, una persona que conseguía, a través de una política de precios bajos y de un trabajo incansable y eficaz, llenar su local con el cartel de aforo completo durante todos los fines de semana. Hoy se recuerdan sus pepitos de ternera, sus sandwiches mixtos y, sobre todo, sus cientos de miles de cañas bien tiradas, con el sabor de las tabernas clásicas que todavía resisten en Malasaña.
Hasta tal punto alcanzó la fama del Palentino que acabó inspirando una película de Álex de la Iglesia, director que captó en El bar la esencia de su variopinta clientela, del moderno al sinhogar, pasando por malasañeros nonagenarios. El lugar también acogió un rodaje musical del cantante Manu Chao y veía desfilar cada semana a vecinos del barrio (famosos o no) y jóvenes en busca de buen ambiente y precios imbatibles.
El Palentino permanece este jueves cerrado por el fallecimiento. Fuera se agolpan barriles de cerveza y tercios del reparto, que nadie ha podido recoger. El futuro de este bar es ahora una incógnita, después de la muerte de uno de los dos propietarios que lo mantenía en pie. La otra dueña, Loli López, cuenta ya 66 años y, como decía en una reciente entrevista, tiene “ganas de vivir la vida”.