Lo primero en lo que pensamos
al recibir la noticia de que estaban desalojando El Patio Maravillas fue en qué iba a pasar ahora que se había cumplido la ley con los inmigrantes que acudían a este centro social 'okupado' a aprender castellano o a recibir asesoría jurídica de forma gratuita, y en qué pasaría con el huerto urbano, jardín de las Maravillas, de la azotea del número 8 de la calle del Acuerdo; y en quienes acudían a aprender y compartir poesía, baile, canto, cine, vídeo, etc, a ese lugar especial del centro de Madrid que durante dos años y medio ha estado ejerciendo de foco socio-cultural en el desierto de oferta pública similar del entorno.
¡Nos iban a dejar huéfanos!
Sin tiempo para lamentaciones y mientras corríamos hacia El Patio para ver lo que allí pasaba en vivo, nuestro siguiente pensamiento fue para los vecinos de la calle del Acuerdo que, constituidos en asociación, han sufrido en sus carnes los ruidos que algunas de las actividades que se han organizado durante el tiempo de 'okupación' de El Patio generaron y que, sobre todo, se han visto afectados tanto por el comportamiento incívico de algunos de los usuarios de las actividades del centro social como por la imposibilidad de llegar a un pacto por la convivencia -con la Asamblea del Patio- que se pudiera llevar a cabo sólo con apelaciones a la buena voluntad y disposición de la inmensa diversidad de quienes por el edificio se han acercado.
Los manifiestos que ambos colectivos, 'okupas' y vecinos, han publicado estos días después del desalojo merecen una lectura pausada. Ambos, lejos del acaloramiento de las distancias cortas -frecuentes en sus intentos de arreglo- exponen coherentemente lo que ha sido su experiencia y, desde el desencuentro, seguro que ambos se entienden.
Andando entre dos aguas
Andando entre dos aguas
En Somos Malasaña hemos apoyado desde nuestro primer día todas y cada una de las actividades organizadas por El Patio Maravillas, cuya labor dinamizadora del barrio nos ha parecido y nos sigue pareciendo esencial y admirable. Impecable en lo social desde el punto de vista teórico y, en la mayoría de las ocasiones, también en el práctico. Por este motivo, hemos sido en innumerables ocasiones blanco de todo tipo de críticas por parte de los vecinos a los que algunas de estas actividades de las que nos hacíamos eco -damos fe de ello- han llevado, en ocasiones, al borde de la desesperación. Se nos ha exigido tomar públicamente partido y explicar nuestra postura. Nunca creímos necesario hacerlo aunque, a cambio, les dimos voz. No sólo eso, les instamos a que buscaran el altavoz mediático como forma de solucionar un problema que realmente estaban padeciendo. Luego llegarían los grandes medios, pero este modesto periódico de barrio fue quien primero les abrió sus puertas, aún a costa de recibir sus duras críticas hacia nuestra labor.
Dicho todo esto, a nuestro primer pensamiento del día, el de la orfandad de un barrio sin Patio, se le dio respuesta la misma noche de Reyes, en torno a las 21 horas, con la apertura del edificio del número 21 de la calle del Pez. 'El Patio vive. La lucha sigue'.
Sin embargo, nuestro segundo pensamiento, el que se dirige a las molestias que una serie de actividades beneficiosas -en su inmensa mayoría- pueden generar a los vecinos de los inmuebles más cercanos al centro 'okupado', lejos de disiparse ha ido creciendo a lo largo de las horas.
Deseo de año nuevo
'El Patio Maravillas descansa en paz. Los vecinos vivimos en paz' es el título del artículo con el que los afectados de la calle del Acuerdo celebran el desalojo. Ojalá que en Pez nadie tenga que sufrir lo mismo. Ojalá que los responsables y usuarios de El Patio Maravillas no tropiecen en la misma piedra y el lema de la pancarta que en los últimos meses pendía de la fachada del edificio de Acuerdo ('Respetar el descanso de los vecinos es repetar El Patio') sea el primer mandamiento sobre el que refundar un proyecto necesario como el de El Patio.