Paseando por la calle de Santa Águeda, una vía más bien con poco atractivo, más allá de ser paso entre Beneficencia y San Mateo, o viceversa, encontramos esta estampa que parece responder a la siguiente pregunta: ¿Cómo cambiar el aspecto de una calle tremendamente gris de una manera tan sencilla como efectiva? Seis maceteros en tres balcones obran el milagro. Deberían premiar al vecino responsable de las pinceladas verdes.