Ponciano y Dos Amigos son dos callecitas modestas que desembocan –casi en el mismo punto– en nuestra vía internacional de los restaurantes, San Bernardino. La una lo hace desde Amaniel y la otra dirección
Plaza de España desde Maestro Guerrero.
Los nombres y la historia
Contaba la sección “mentidero de la villa” del diario ABC en 1968 que mucha gente piensa que las calles Ponzano y Ponciano están ambas dedicadas a la memoria del escultor del XIX, y autor de los leones de las Cortes, Ponciano Ponzano. Pero Ponciano no corresponde al apellido de este escultor sino al nombre de Ponciano Olivares, antiguo guarda del coto real que hubo allí. Curiosamente la calle se llamó San Bernardino en el Plano de Texeira.
El nombre de Dos Amigos traslada su origen a tiempos de mayor importancia de la calle cuando, antes del trazado de la Gran Vía hace un siglo, llegaba hasta Leganitos. Según versión de Pedro de Répide, había en el siglo XIV una heredad compartida por dos huérfanos inseparables que murieron sin descendencia, pasando la propiedad de sus fincas al prior de San Martín.
Bien sabido es que la zona fue un frondoso bosque escenario de monterías reales hasta que el crecimiento de la ciudad, a partir de época de Felipe V, dio como resultado su deforestación y urbanización.
Las calles hoy
Ponciano hereda de la zona de San Bernardino cierta agitación y lugares de buen comer; la calle de los Dos Amigos es un lugar silencioso y poco transitado. Ponciano se abre más hacia el barrio, Dos Amigos se aleja de él.
Con Ponciano hace esquina el Bali, uno de los establecimientos exóticos del área (comida indonesia), compartiendo espacio con uno de los restaurantes de comercio justo más veteranos de la capital, el Subiendo al Sur; un gallego con buen queso de tetilla (el Airiños do Miño) y un bar de desayuno y carajillo (el Castillo).
Dos Amigos en cambio es una callecita donde, amén de un café y un restaurante chino, da la impresión de que sólo hubiera portales. Haciendo esquina con San Bernardino está el edificio Montano, cuya planta baja está ocupada por Rustika, una enorme tienda de decoración que conserva frescos y tapices del maestro Zuloaga y a la que pertenece una antigua casa baja en la calle Dos Amigos. Allí se fabricaban los pianos Montano, que luego se exponían en los salones del mismo nombre con entrada por San Bernardino.
Dos calles pequeñas que podrían ser, de alguna manera, una salida y una entrada al barrio.
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