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Resucita la “Capilla Sixtina” de la Movida que crearon Costus en La Vía Láctea

Escultura de Marlon Brando, con el cuadro de Lola Flores y Yul Brynner de fondo, pertenecientes a la exposición 'Costus: La Vía Láctea'

Diego Casado

21 de abril de 2023 22:25 h

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Lola Flores precediendo a Yul Brynner y una botella de champagne. Marilyn Monroe burbujeante convertida en un refresco de cola. Marlon Brandon enfundado una camiseta agujereada de una marca de cigarrillos, vigilando al resto con mirada seria. Son imágenes que formaron parte de la noche madrileña de finales de los setenta y primeros ochenta. No porque los protagonistas se pasearan juntos por los garitos de la capital, sino porque hubo un local que reunió una impresionante colección de retratos pop de todos esos y de alguno más, gracias al talento de Costus.

Los retratos descritos y otros once más decoraban un bar-restaurante que acababa de abrir en aquella época y que hoy cualquier madrileño conoce: La Vía Láctea. En 1979 el local de la calle Velarde, en el corazón de Malasaña, quería llevar a su interior a las estrellas del momento como parte de la decoración y para ello, su responsable tiró de una pareja de jóvenes prometedora, Costus (apodo de Enrique Naya y Juan Carrero) con un estilo llamativo y una gran inventiva.

El encargo se convirtió en la primera gran serie del dúo. Ejecutada sobre todo por Enrique -su pareja pintaba habitualmente sus fondos-, la de La Vía se llegó a llamar “la Capilla Sixtina del pop español”, en palabras del hermano de Juan Carrero. Tanta fama alcanzó que Marcos López Artiga, responsable del local, las guardó en 1984 y sustituyó algunas por copias, sabedor del valor que tenía la obra original. Hasta ahora.

Este viernes estas obras han vuelto a ver la luz y se han reunido de nuevo. Lo han hecho en la Serrería Belga, con motivo de la exposición Costus: La Vía Láctea, organizada por el Ayuntamiento de Madrid. “Parecen recién sacadas del estudio”, explica Elisa Hernando, comisaria de la muestra. El motivo es porque todas las piezas han sido restauradas por la iniciativa privada de un coleccionista para su vuelta al público, muy dañadas después del lustro que soportaron los rigores de la noche en forma de humo del tabaco, ataques de copas y la efusividad de la fauna nocturna.

El resultado es un conjunto impactante, con tono enérgico y alegre, que transporta a otra época muy distinta, en la que unas obras de tanta calidad podían cubrir algo tan prosaico como las paredes de un bar. “Todos hemos ido a La Vía Láctea en algún momento, pero poder ver los originales en este contexto es una pasada”, comenta la comisaria.

La exposición montada desde el área de Cultura municipal intenta reparar décadas de olvido de la ciudad que acogió a las Costus, cuyo piso de la calle Palma se convirtió en uno de los epicentros de la Movida. Su casa-convento se convirtió especie de Factory de Warhol más coqueta y a la madrileña, por la que pasaron Pedro Almodóvar (allí rodó Pepi, Luci y Bom), Alaska, Pablo Pérez-Mínguez, Tino Casal, Paloma Chamorro, Nacho Canut o Carlos Berlanga, entre otros.

De allí salieron la mayor parte de las obras de Costus, unos autores que pintaban sobre cualquier material y que para sus retratos estelares emplearon tablas de aglomerado. El efecto de sus trazos sobre este material tan poco noble es sobrecogedor, con colores potentes y brillantes. Mención especial merecen las estatuas de Elvis Presley o Marlon Brando, pintadas por delante y por detrás, para ser colocadas en medio del bar y que los clientes que pasaran a su lado pudieran creer que caminaban entre actores de Hollywood. “Fíjate cómo ilumina la llama del mechero la cara de Elvis”, señala maravillada Hernando.

Retratos de Briggite Bardot, Jerry Lewis o Virginia Mayo (estrangulada por James Cagney ante la mirada aterrada de Joan Crawford) son otras de las obras de una muestra en la que falta dos de las piezas que componían la original y que se encuentran perdidas. Se trata de las puertas de los baños, representadas por una virgen retocándose los labios y por un Jesucristo, que no fueron colocadas por miedo a los ataques de la ultraderecha, por entonces muy frecuentes en Malasaña. Las acabó comprando Tino Casal y ahí se les perdió la pista. “Sería maravilloso que aparezcan algún día”, dice Hernando con esperanza.

Aunque los pintores gaditanos tuvieron relevancia en su época, Elisa Hernando cree que su arte no ha trascendido tanto como debiera. “Son unos artistas que no tienen el reconocimiento que merecen, pese a la calidad que demuestran en esta exposición a nivel estético y artístico, donde se puede ver la capacidad que tenían para ejecutar un encargo y llevarlo a su propio lenguaje”, reivindica. “Ellos trajeron cosas del movimiento pop que se estaba moviendo a nivel internacional”, añade convencida de que esta muestra cambiará la percepción de estos creadores.

La muestra es una oportunidad estupenda para disfrutar con la obra de Costus en Madrid, donde no abunda (su serie más conocida, El Valle de los Caídos, se encuentra en Cádiz). Para paliarlo, el Ayuntamiento de Madrid acaba de adquirir el cuadro Caños de Meca, a través del Museo de Arte Contemporáneo municipal y que, aprovechando la muestra, se exhibe en una pequeña sala anexa, donde también se repasan las diferentes épocas del dúo.

El paseo por la Movida se puede completar en otra exposición que también acaba de inaugurar la Serrería Belga en la misma planta. Una muestra fotográfica que forma parte de Photoespaña 2023 y que reúne las fotografías que durante los años ochenta disparó Marivi Ibarrola: grupos de música, garitos, conciertos y las calles de Madrid en un periodo de efervescencia y espontaneidad. En los que era posible tomarse una copa al lado de Briggite Bardot, en forma de retrato pop.

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