Los habitantes de Malasaña que, hartos de los distintos problemas que les acucian como vecinos, han decidido unirse en busca de soluciones ya han logrado sin apenas darse cuenta una primera victoria: conocerse entre sí y reconocerse en sus semejantes y en las dificultades diarias de sus semejantes.
Tres reuniones han sido suficientes para hacer pensar que de este encuentro motivado por un descontento generalizado es posible que surja algo productivo. Junto a los rostros conocidos de habituales de los movimientos sociales del barrio se han visto estos días en las citadas asambleas los de otras personas nuevas en estas lides de perseguir metas comunes mediante una reivindicación colectiva, algo que siempre es motivo de celebración.
La tarea que tienen por delante es titánica. Se trata de arreglar el mundo, el suyo y, aunque la voz de la experiencia no invita al optimismo debido a lo crónico de muchos de sus males, en estos momentos iniciales las fuerzas están intactas. En cualquier caso, consideran que no hay elección: o se lucha o se muere.
“SOS Malasaña” es el lema bajo el que se agrupan, mitad grito de guerra, mitad llamada de auxilio, o viceversa. “El barrio está muriendo de éxito”, argumentan, y no piensan ser convidados de piedra a su agonía.
Como corresponde a un movimiento vecinal del siglo XXI -los de la centuria pasada eran más de protestar y esperar a que desde arriba les cayeran las soluciones-, es voluntad de esta plataforma tratar de contribuir también a las mejoras que exigen. Destruir y construir, lo que no funciona y aquello que se persigue, respectivamente. Si bien han comenzado haciendo ruido, andan pensándose y estructurándose, repartiendo tareas y estableciendo comisiones de trabajo porque ante todo buscan ser resolutivos, lograr metas. Anuncian acciones en la calle, pero no descuidarán los despachos. Y por si a alguien le surgen las dudas -que las elecciones están a la vuelta de unos meses-, en esta incipiente comunidad no caben banderas políticas. “Es un principio fundacional”, dicen.
Cada quien puede votar en conciencia a quien le plazca, pero todos coinciden en que Malasaña debe de estar por encima de cualquier filiación partidista. Por eso les sientan mal artículos de prensa sobre ellos como el que hace un par de días publicaba un diario: 'Malasaña se harta de Carmena', rezaba el titular. Pues miren ustedes, señores de ABC, va a ser que eso dicho así es mentira, que de lo que Malasaña se harta es de la suciedad, del narcopiso de Tesoro, del botellón, del ruido, de los alquileres turísticos, del mal estado del pavimento de las calles y de otras tantas cosas que hacen imposible que siga siendo un lugar habitable en unas condiciones mínimamente dignas.
Ahora bien, lo que sí que tienen claro los vecinos es que hay que exigir mejoras a quien ostenta actualmente el poder, tanto en el Ayuntamiento como en la Comunidad de Madrid, que una cosa no quita la otra.
El hartazgo de quienes viven en esta Malasaña con la realidad de su día a día pillará a pocos por sorpresa. El maltrato de todo tipo al que sucesivas administraciones han sometido a la zona trae estos lodos y el hecho de que el barrio se haya puesto tan de moda ha acabado por darle la puntilla: resurgen y se reavivan viejas lacras y, al tiempo, han aparecido otras nuevas como la de las viviendas ilegales de uso turístico.
Que suciedad y ruido ha habido en estas calles al menos desde que Maravillas se convirtió en Malasaña es cierto, pero no es menos cierto que donde antes era uno el que meaba en la vía pública ahora son 10 los que lo hacen y no por el hecho de que la gente actual sea más cerda, sino por pura estadística: la zona está infinitamente más masificada en todos los sentidos.
Hay que poner freno a la invasión y establecer unos cuidados paliativos acordes a la gravedad de la enfermedad que padece. Urge un plan específico para Malasaña, que no es un barrio más de Madrid, sino uno con unas características particulares.
Como en todas las batallas faltan hombros, aquí los reclutan malasanasos@gmail.com y en redes sociales, a través de la etiqueta #SOSMalasaña, se aportan razones para que prestemos los nuestros.