El historiador Eric Hobsbawm dejó dicho en la introducción de su Historia del siglo XX que la historia del siglo era también la suya propia. Efectivamente, hay personas que por lo vivido y por su relevancia pueden servir de elemento narrativo del relato histórico, como sucede con la exposición El siglo de Marcelino Camacho. El siglo del trabajo y los derechosEl siglo de Marcelino Camacho. El siglo del trabajo y los derechos, que se puede ver en la Sala Sur del Conde Duque hasta el próximo 18 de noviembre.
Marcelino Camacho vivió la Segunda República, la Guerra Civil, el exilio, los campos de trabajo, las cárceles franquistas, la clandestinidad militante…Su nombre está íntimamente ligado al de las Comisiones Obreras, de las que fue secretario general desde su legalización hasta 1987 y presidente desde entonces hasta 1996. Militante comunista, formó parte de la dirección del PCE –también diputado por este partido que, rara avis, dimitió– y del Consejo Político Federal de Izquierda Unida. Con este currículum no es de extrañar que el día de la inauguración (el 2 de octubre) estuvieran presentes numerosas figuras de la izquierda: de su PCE a Podemos, de CCOO a Izquierda Unida, pasando por Ahora Madrid.
En el año de su centenario se ha estrenado un documental sobre su figura y, ahora, se celebra esta exposición en la que su característica silueta recibe homenaje y hace a la vez de reclamo.
El siglo de Marcelino Camacho trata mucho más de la historia del movimiento obrero español en el corto siglo XX –de nuevo Hobsbawm– que de la figura del sindicalista de la chaqueta de punto. Ahí residen sus virtudes y, como explicaremos luego, sus limitaciones.
Sin muchas alaracas, la muestra se compone sobre todo de fotografías del magnífico fondo de la Fundación 1 de Mayo (en la organización), así como de portadas de periódicos, y resulta tremendamente eficaz en su simplicidad. Camacho nació en Osma La Rasa (Soria) en 1918 y este hecho da pie para hablar de la conflictividad social de estos años, con las huelgas generales de 1916 y 1917, o de la fundación del Partico Comunista en 1921. Su militancia en el PCE y la UGT durante la República y la guerra sirven para glosar estos periodos desde el punto de vista de los trabajadores y sus avatares en el exilio para dejar constancia de la dureza de estos años para muchos españoles, que en lo personal fueron clave puesto que en Orán conoció a su mujer, Josefina Samper, que acertadamente tiene una presencia destacada en la exposición.
Continúa la narración, a través de fotografías sensacionales y pasquines rescatados del archivo, con el recorrido de la clase trabajadora en los barrios populares, en la industria del Desarrollismo, por la lucha antifranquista o la transición…que en Marcelino son Carabanchel (barrio), la Perkins, la creación de las Comisiones Obreras, Carabanchel (cárcel) o su elección como diputado, antes de dimitir por desacuerdo con el voto del PCE a determinadas leyes laborales.
Se hace escasa la atención que, ya al final de la muestra y un tanto escondida, recibe la huelga general del 14-D (1988), última demostración de fuerza de esa clase trabajadora que protagoniza la exposición, sobre la que recientemente se ha publicado un trabajo notable.
Hablemos de las limitaciones ya. Resulta lógico que una exposición montada desde la Fundación 1º de Mayo y la Fundación de Investigaciones Marxistas se centre en su propia genealogía, sin embargo, en el momento que se pretende explicar la trayectoria del movimiento obrero del siglo XX en España las ausencias se conviertan en boquetes vacíos dentro de la muestra.
No hay apenas rastro de otras organizaciones y sindicatos trabajadores en el relato. No lo hay en los movimientos de 1916-17 y los años siguientes, obviando, por ejemplo, que esta huelga revolucionaria fue convocada conjuntamente por UGT –que sí se cita, es el antecedente marxista del PCE– y CNT. No lo hay en las fotografías de la defensa de Madrid y racanea en el nacimiento de las Comisiones Obreras en los sesenta con una mención somera a “católicos y otras adscripciones” en un panel.
La exposición no se detiene a explicar el origen atomizado y asambleario de las comisiones obreras en los sesenta. En aquellas embrionarias comisiones participó con papel obviamente protagonista la militancia comunista pero también lo hicieron las organizaciones de acción católica (HOAC y JOC), multitud de trabajadores sin adscripción, participantes en las asambleas y los movimientos huelguísticos, trabajadores de otras tendencias a la izquierda e, incluso, falangistas de izquierda.
No se trata de reclamar autocrítica al sindicato, no, ni es objeto de esta reseña ni puede uno exigírselo a una muestra que es en parte un homenaje, pero es que, ¡el proceso de institucionalización de las Comisiones Obreras es absolutamente necesario para entender transcurrir que las imágenes de la exposición nos muestra!
Se trata, en definitiva, de una exposición muy interesante que continúa el trabajo de recuperación de la memoria de Amnistía. Que trata de España. Arte y solidaridad, que pudimos ver el año pasado en el Museo de Historia de Madrid. Como en aquella, la historia de las organizaciones sindicales y políticas se mezcla legítimamente con la historia del antifranquismo y la lucha por la democracia en España. Cabe, sin embargo, hacer la advertencia de que también son muchos los que, habiendo transitado esos caminos, quedan fuera de El siglo de los trabajos y los derechos al que asistimos en la Sala Sur del Conde Duque.