Cuando el miedo acecha Madrid: ocho escenarios de cine que convierten la capital en un decorado de Halloween

Guillermo Hormigo

Madrid —
31 de octubre de 2024 01:00 h

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A veces aquello de “Madrid me mata” es literal. Al menos en la ficción, que en muchos casos ha sabido aprovechar las posibilidades que ofrecen distintos escenarios de la capital para ambientar secuencias llenas de suspense y tensión.

Con la excusa de Halloween, o el Día de Todos los Santos, en Somos Madrid recopilamos algunos escenarios de la ciudad donde se ambientan pasajes memorables del cine español. Un viaje del centro a los barrios del sur, del Madrid decimonónico al distópico, siempre con el miedo como hilo conductor.

La Tesis más sangrienta de la Complutense

Alejandro Amenábar debutaba en el largometraje con una película ambientada en un lugar que conocía al dedillo (era un estudiante todavía no graduado): la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, en Ciudad Universitaria. Con su Tesis se estrenaba y se doctoraba en el cine de terror antes de que llegaran Abre los ojos o Los otros.

El thriller arranca con la preparación de la tesis de la protagonista sobre violencia audiovisual, Ángela (Ana Torrent). Después de la muerte en extrañas circunstancias del director de su trabajo académico (Miguel Picazo), emprende una investigación de crímenes donde estrechará lazos con un experto en cine gore (Fele Martínez) y con Bosco (Eduardo Noriega), amigo de una chica que murió rodando una película snuff. Tesis fue apadrinada por el recordado cineasta Jose Luis Cuerda, director de Amanece, que no es poco o La lengua de las mariposas.

La mayoría de las escenas de este mítico thriller del cine español fueron rodadas en la icónica Facultad (durante décadas la única de su ramo en Madrid) durante el verano de 1995. En Tesis aparecen lugares habituales del espacio como las escaleras de entrada, pasillos de camino a las aulas o los laboratorios de audiovisuales y de acceso a la cafetería. Claro que también hay parte de truco: los túneles de entrada a la biblioteca no existen, a pesar de la leyenda urbana.

De la calle Antonio Grilo a Malasaña 32

El número 32 de la calle Manuela Malasaña no existe, como recuerda el Chojín en la canción oficial de la película. El último edificio, en la esquina con San Bernardo, llega al 30. Pero bajando hacia Plaza España, a diez minutos andando, se encuentra el principal escenario de rodaje de la película de Albert Pintó estrenada en 2020.

Se trata del Edificio Montano, ubicado en el número 3 de la calle San Bernardino y que fue erigido en 1853 para albergar orginalmente una fábrica de pianos. En él se encuentra el siniestro portal y la escalera por la que la familia protagonista de Malasaña 32 accede a su nueva casa en el 3ºB. Un piso donde suceden fenómenos extraños y un patio interior con un tendedero repleto de actividad paranormal.

Lo cieto es que la truculenta historia que cuenta la película no tiene mucho que ver con lo que pasó en este edificio, remite más bien a los misterios y crímenes de la cercana Antonio Grilo, cuyo portal número 3 ha sido escenario de tres crímenes distintos. Pero en el relato de lo que sucedió en el Edificio Montano también hay una mujer mayor implicada y oscuros movimientos a su alrededor.

Soy Leyenda en el Madrid de los sesenta

Filmoteca Española compartió online y redescubrió en abril de 2020 una pieza única de su colección. Un inaudito mediometraje dirigido por Mario López Martín, que en 1967 convertía esta fiel adaptación de Soy Leyenda en la práctica final de sus estudios en la Escuela Oficial de Cinematografía (EOC).

López Martín aprovecha al máximo sus limitados recursos para trasladar a la pantalla el relato de Richard Matheson, en la que según distintos expertos es la adaptación más fiel de su obra. Las afueras del Madrid de los sesenta (el rodaje se desarrolló en el municipio de Boadilla del Monte) se erigen como la representación perfecta de ese mundo devastado, en el que el hombre ya no tiene cabida. La película abraza la desolación que acompaña al protagonista Robert Neville hasta su inevitable destino.

El trabajo documental de Filmoteca permitió incluso recuperar los informes de incidencias del rodaje o la nota del inspector de prácticas, que dan cuenta del repentino final de la fimación por la escasa disposición del actor Moisés Menéndez: “Comenzó a manifestar que no se encontraba bien y que sentía náuseas, por lo que no estaba dispuesto a seguir rodando. Se negó terminantemente a que le examinara el médico del pueblo y se encerró en su negativa. Todos estos hechos determinaron que el Inspector de Prácticas, a la vista de la poca consideración que algunas personas hacen de los medios tanto humanos como materiales de la Escuela puestos a disposición, comunicase al Jefe de Producción que, puesto que esta película ya había rebasado con exceso el tiempo concedido para el rodaje de la misma, quedase suspendida su realización”.

El terror en las alturas de El día de la bestia

Álex de la Iglesia ambientó en el neón del Scweppes del Edificio Carrión, gran emblema de la Gran Vía, una de las secuencias más recordadas de El día de la bestia (1995). En ella, las siluetas sombrías de Álex Angulo, Santiago Segura y Armando De Razza se sujetan al letrero del anuncio para evitar despeñarse. Síntesis perfecta del apocalipsis a la madrileña que retrata toda la película.

Sirva de ejemplo otra secuencia donde el director une el terror apocalíptico con el que produce el vértigo de las alturas, y con la integración de los espacios de la capital en su recorrido satánico. Los rascacielos de la Puerta de Europa, popularmente conocidas como Torres Kio, se convertían en el lugar de advenimiento del Anticristo.

De la Iglesia ha incorporado muchos otros lugares de la ciudad y la Comunidad de Madrid al terror de su filmografía (el Retiro, el Teatro Luchana, el Valle de Cuelgamuros...), hasta el punto de que este mapa del Madrid Film Office aglutina y detalla los escenarios de su tétrica mirada a la capital.

¿La Casa de las Siete Chimeneas o La torre de los siete jorobados?

La Casa de las Siete Chimeneas es un edificio histórico ubicado en el número de la 1 de la Plaza del Rey, actual sede del Ministerio de Cultura. Su construcción comenzó en 1580 y fue encargada por Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, Duque de Lerma, uno de los favoritos del rey Felipe II. Se rumorea que la Casa de las Siete Chimeneas tiene pasadizos subterráneos que conectan con otros edificios en el centro de Madrid, los cuales habrían sido utilizados en el pasado para actividades clandestinas y como rutas de escape.

Precisamente los pasadizos juegan un papel clave en una película con una gran reminiscencia con este relato ya desde su título: La torre de los siete jorobados. Uno de los primeros hitos del terror español, dirigido por Edgar Neville en 1944 y ambientado en el Madrid del siglo XIX. En la película, el fantasma del doctor Mantua revela al joven Basilio la existencia de una ciudad subterránea en la que habitan unos siniestros personajes dedicados a actividades criminales. Basilio consigue dar con la Torre de Los Siete Jorobados, en cuyo interior permanece secuestrada e hipnotizada Inés, la sobrina del difunto doctor.

Una cumbre del género inspirada en la propia historia de la Casa de las Siete Chimeneas. El inmueble fue un regalo de Felipe II a su hija Elena en la boda de esta. Cuenta la leyenda que, después del fallecimiento de su esposo en la guerra, la viuda perdió la cabeza. Un día apareció muerta en su cama con una extraña sonrisa grabada en su cara. Cuando el rey Felipe II quiso iniciar la investigación sobre la defunción de su hija, el cadáver desapareció y nunca más se supo de él. A día de hoy, hay varios testigos que dicen que el fantasma de una mujer vestida de blanco vaga entre las siete chimeneas del tejado. 

Vallecas, Verónica y los Héros del Silencio

Normalmente, los lugares icónicos del terror se concentran en el centro, por su mayor acumulación de edificios históricos. Es uno de los motivos por los que la experiencia vallecana de Verónica es tan singular. Libremente inspirada en una historia real, la película dirigida por Paco Plaza en 2017 traslada a uno de los barrios con más identidad propia del sur de Madrid entre referencias noventeras y los míticos Héroes del Silencio como insigne acompañamiento musical.

Un relato de posesiones, presencias demoníacas y ouijas que parte del único expediente policial de España que documentó un fenómeno paranormal. Verónica se inspira en la historia de Estefanía Gutiérrez Lázaro, una joven adolescente vallecana que habría comenzado a vivir sucesos paranormales en su casa después de una sesión de espiritismo: muebles que se mueven, sombras en el pasillo, crucifijos dados la vuelta, golpes inexplicables, objetos ardiendo repentinamente... Finalmente, la chica murió en extrañas circunstancias, pero según su familia eso no puso fin a los sucesos misteriosos y violentos.

Con guion de Paco Plaza (REC, La abuela) y Fernando Navarro, Verónica transforma las casas residenciales góticas e imponentes del género en un modesto piso de Puente de Vallecas, dando forma a un terror de proximidad en un entorno de clase obrera. El terror también llega a los bloques de ladrillos salpicados de toldos verdes.

La marca del hombre lobo en el Castillo de la Coracera

El cine de terror español, especialmente el más cercano a la serie B, no se entiende sin Jacinto Molina Álvarez. Un nombre que quizá no diga mucho, pero la cosa cambia al hablar de Paul Naschy. Actor, directro, guionista y levantador de pesas que participó en más de 100 películas, su fascinación por la figura del Hombre Lobo le llevó a encarnar al personaje en 14 ocasiones distintas.

La más insigne es quizá La marca del hombre lobo, primera ocasión en la que utilizó su sobrenombre anglosajón para facilitar la distribución internacional de la película. Dirigida en 1968 por Enrique López Eguiluz, narra la historia de una guapa y rica muchacha que empieza a sentirse atraída por su vecino, Waldemar Daninsky. Pronto descubre que una maldición terrible pesa sobre él: las noches de luna llena se convierte en hombre lobo. Con la intención de curarlo, la chica y su prometido llaman a un enigmático médico, que llega en compañía de una misteriosa ayudante.

La película se rodó en el Castillo de la Coracera, en el municipio de San Matín de Valdeiglesias (al suroeste de la Comunidad, en el límite con las provincias de Ávila y Toledo). La fortaleza, construida en el siglo XV, se encuentra en un buen estado de conservación como consecuencia de varias obras de rehabilitación en la primera mitad del siglo XX. Gracias a la labor de la Fundación Castillo de la Coracera, constituida en 2003, la edificación está abierta a visitas cuya información puede consultarse en este enlace.

La cabina: cuando es el cine el que crea iconos

El caso de La cabina, quizá el mediometraje más famoso de la historia del audiovisual español, es particular. Esta película para televisión dirigida por Antonio Mercero y protagonizada por José Luis López Vázquez se convirtió en todo un fenómeno ya desde su estreno en RTVE en 1972 (siendo la primera producción española en ganar un Emmy), con una memorable combinación de suspense y humor absurdo. Tanto, que el Ayuntamiento de Madrid reconoció su influencia con un monumento a la cabina, y al propio Mercero, inaugurado a finales de 2021.

El pedestal donde se instaló por última vez una cabina de Madrid, después de que las que quedaban operativas fueran retiradas en 2022, se ubica en el corazón del distrito de Chamberí. Está situada al norte de la plaza del Conde Valle de Suchil, en el cruce con la calle Arapiles. La elección del lugar no es casual: Antonio Mercero rodó a pocos metros, dentro de una urbanización privada, la pieza de 32 minutos en la que López Vázquez quedaba atrapado en una claustrofóbica cabina telefónica.

La historia colectiva que acabó con la materialización del monumento empezó en 2018, después del fallecimiento de Mercero. Un guionista chamberilero, David Linares, pensó que podría ser bonito recordar al autor de series como Farmacia de Guardia o Verano Azul  en las calles de su ciudad, a la que tanto retrató en sus trabajos. Lo publicó en X (antes Twitter) y, para su sorpresa, la idea convenció a directores como Álex de la Iglesia o Santiago Segura. Los apoyos en redes se transformaron luego en el respaldo de los políticos, hasta llegar a un pleno municipal en el que todos los partidos con representación municipal votaron a favor de la iniciativa. El Ejecutivo de Manuela Carmena impulsó el homenaje, que luego culminó el de José Luis Martínez-Almeida. La cabina puede disfrutarse en este enlace.