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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

El desmontaje de la 'ballena' de Sol y el ocaso de la memoria del 15M

Si uno escribe en la caja de un buscador de imágenes “15M Puerta del Sol” se da de bruces con cientos de fotos de cuando éramos más jóvenes: lonas azules, pancartas con lemas, brazos en alto y, sobre todo, un mar de cuerpos. Y de entre ese oleaje humano, en muchas instantáneas, aparece la silueta refractante de la ballena tomando aire.

La entrada del Cercanías de Sol es un elemento indeleblemente impreso en la memoria del 15M capitalino y con él dio la vuelta al mundo entonces. Yo mismo recuerdo haber impreso una foto de una pareja morreándose sobre la estructura de cristal y haberla pegado con celo entre los centenares de carteles que tapizaban sus teselas triangulares.

Durante la acampada se crearon distintos hitos geográficos, amén de las propias tiendas y estructuras efímeras que la conformaron. En el culo del caballo –por la estatua ecuestre de Carlos III– se reunían los alquimistas de las redes, por ejemplo. Cómo olvidar aquellos andamios de anuncios tuneados, la cara de Paz Vega conviviendo con el Himmler de orejas de Mickey Mouse. O la placa de Dormíamos, despertamos. Plaza tomada. Todos ellos elementos que fueron desapareciendo o perdiendo sus connotaciones con el tiempo. La colocación de una placa oficial en 2018 fue vista por algunos como el homenaje que solo se le hace a uno muerto, de hecho.

Desde entonces, a la ballena en vez de carteles desafiantes le salieron vinilos feísimos que prohibían subirse a sus lomos por el peligro de desprendimiento de los cristales, con una plaza alrededor que ha tenido más charcos que mareas.

El peligro de desprendimiento de sus escamas es uno de los problemas que, al parecer, presenta la estructura. El otro es que refleja los rayos solares sobre los edificios circundantes. Una jodienda para quien se asome a los balcones que, sin embargo, suena sugerente en la vinculación del cetáceo con el mismo nombre de la plaza.

Pues parece que la ballena no pasa de 2022 y eso significará que habrá estado en Sol solamente 13 años, lo que es realmente poco para un elemento de su categoría. Las ballenas azules de carne y hueso pueden llegar a vivir 85 años.

La Puerta del Sol volverá a vivir arrebatos y los diques del aburrimiento se romperán con riadas humanas. Siempre ha sido así, de los estudiantes de la Noche de San Daniel a la celebración de la República naciente (y más allá). Pero ya no habrá ballena y uno no sabe si esto es bueno o malo urbanísticamente, pero le deja claro que el nuevo arrebato ya no tendrá nada que ver con el 15M ¡Y qué falta hace que así sea!