Seis meses después del inicio de los confinamientos por zonas básicas de salud (ZBS) y en plena cuesta arriba de la tercera ola, el Ayuntamiento de Madrid acaba de anunciar un plan para intentar hacer cumplir los cierres perimetrales decretados por la Comunidad de Madrid, que actualmente afectan a 16 áreas de la capital con alta incidencia del coronavirus, en nueve distritos.
Hasta 218 agentes (distribuidos por turnos) intentarán hacer cumplir desde este lunes 25 de julio las restricciones a la movilidad, apoyados por las unidades integrales de distrito, según indicó este domingo el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, que supervisó el dispositivo dispuesto. En total se han desplegado 56 puntos de control de la movilidad.
La Policía Municipal empleará varios drones para vigilar los perímetros de las ZBS confinadas, de las que nadie puede salir o entrar salvo para trabajar, estudiar o por causas de fuerza mayor. También para hacer cumplir el toque de queda desde las 22.00 horas y el cierre de los establecimientos de ocio y hostelería desde las 21.00.
“Todo depende de que asumamos con responsabilidad las medidas establecidas porque estamos en una situación particularmente grave”, ha advertido el primer edil, que ha recordado que las multas por incumplir las medidas dictadas por el gobierno regional, que están amparadas en el estado de alarma, van desde los 600 hasta los 60.000 euros.
De este dispositivo se encargarán las comisarías principales de la zona oeste y este, así como la Comisaría Principal de la Policía Judicial y Seguridad y la Comisaría Principal de Seguridad Corporativa con el apoyo del resto de unidades de la Policía Municipal de Madrid, que complementarán el operativo. Almeida también ha reclamado la implicación de la Delegación del Gobierno para que la Policía Nacional se sume a estas labores.
Los cierres perimetrales en la ZBS con mayor incidencia del Covid-19 es una de las medidas en las que mas ha confiado la Comunidad de Madrid para controlar la enfermedad. Pero sus límites, la falta de información a pie de calle y la escasez de vigilancia policial hace que, en la práctica, su cumplimiento dependa de cada ciudadano. “No hay controles y la gente hace lo que quiere”, se quejaban los vecinos de Guzmán el Bueno durante su confinamiento en la segunda ola.
Uno de los problemas principales de los confinamientos por áreas de salud es que la mayoría de madrileños no conoce sus límites imaginarios ni tampoco si cuando caminan por la calle están entrando en un área cerrada. La Consejería de Sanidad anunció hace unos días que estudiaba la forma de marcar los límites físicamente, pero no ha avanzado todavía ningún detalle más al respecto.