El 3 de marzo de 2020, a las puertas del confinamiento, distintos colectivos de Tetuán convocaron una manifestación que discurriría ante las puertas de los tres últimos locales de apuestas que se habían instalado en el distrito. La calle de Bravo Murillo en su tramo tetuanero es una de las vías que concentra más negocios de este tipo (había entonces 17) y había sido, ya en 2019, el escenario de una manifestación multitudinaria convocada por la Plataforma Contra las Casas de Apuestas de Madrid. Luego, llegarían otras concentraciones contra los locales de apuestas en otros distritos, como Latina o Chamberí, y hasta una manifestación grande en Carabanchel en diciembre de 2020, organizada por la Coordinadora contra las casas de apuestas de Madrid.
Durante la pandemia los locales de apuestas de la Comunidad de Madrid han sufrido los recortes horarios preceptivos de cada momento y Zona Básica de Salud, con una reducción del aforo hasta el 60%. El sector ha aguantado bien el tirón a pesar de la lógica bajada de facturación y, pese a ocupar muchos locales grandes en vías comerciales caras, son pocos los que se han visto abocados al cierre de momento.
Desde marzo de 2020, los locales de apuestas han seguido creciendo en Madrid y anidando, sobre todo, en las áreas de menor renta de la capital, como Puente de Vallecas, Villaverde, Carabanchel, Usera, Vicálvaro, Villa de Vallecas o Latina. Han pasado de 375 a 407, según publicaba recientemente Infolibre.
Y eso que en Madrid la concesión de licencias de locales de apuestas está paralizada hasta que se termine de afinar la legislación. Pese a la moratoria, se han seguido abriendo aquellas que habían registrado solicitudes de apertura antes del 28 de noviembre de 2019 (durante los 17 días entre la fecha en que la Consejería de Hacienda anunció la medida y se hizo efectiva se registraron 121 nuevas solicitudes).
En Tetuán hay en 2021 censados 38 locales de apuestas, 5 más que en 2020, lo que supone el segundo mayor incremento en número de salas después de Puente de Vallecas (donde este año hay nueve más) y empatado con Villaverde.
Gonzalo, de la Asociación Vecinal Cuatro Caminos Tetuán, estuvo muy involucrado en las movilizaciones anteriores a la pandemia y sigue de cerca el problema en el distrito. De forma muy gráfica, explica que “durante diez años esto ha sido como en las películas del Oeste, en que los pioneros plantaban una valla y establecían su propiedad porque no había legislación que lo regulara.”
Las apuestas, a las puertas de la escuela
En mayo de 2019 se estableció en la Comunidad de Madrid una distancia de seguridad de 100 metros con respecto a centros educativos pero los locales que ya están abiertos tienen diez años para adecuar su negocio a la nueva legislación. Según un estudio de la FRAVM si se estableciera en 500, en lugar de en 100 metros, el área desaparecerían la mayoría de los locales de apuestas.
La cercanía de muchos de estos locales de apuestas a centros educativos en Tetuán es patente. Ejemplificaremos en un área relativamente pequeña de la calle de Bravo Murillo y sus alrededores, fijándonos en cuatroy en los locales de apuestas en sus respectivos entornos de cien metros.
Si empezamos el recorrido pasado el Mercado de Maravillas (Bravo Murillo 122), con dirección hacia Plaza de Castilla, encontramos tres en el límite de los cien metros del colegio de San Antonio (Bravo Murillo 122): en su acera de enfrente, el Salón de Juegos Bali Park, el Orenes Sportium y el Royal Crown (estos dos últimos casi contiguos y mirándose cara a cara con el colegio).
Un poco antes de llegar al Colegio Público Jaime Vera (Bravo Murillo 162), en la acera opuesta, vemos el Salón de Juegos Nevada y, justo enfrente del centro, el Arkadia. Seguimos caminando un poco y encontramos, también en la acera de enfrente del colegio, un Luckia y, un poco más arriba, un Marvin, que a su vez está enfrente de los Salesianos de Estrecho (Francos Rodríguez, 5 ). Este centro también cuenta con el establecimiento Europlay enfrente suyo, en la calle de Francos Rodríguez.
Caminando hacia el norte, en la acera de los impares, encontramos la Escuela Infantil Los Ángeles (Calle de Bravo Murillo, 241), que tiene frente a sí otro Royal Crown y, muy cerca, un local del ramo llamado Emotiva. Un paseo de 15 minutos a través de Bravo Murillo en el que habremos pasado por cuatro centros educativos y diez locales de apuestas, que tienen un horario aproximado de diez de la mañana a doce y media de la noche (adaptándose ahora a las exigencias del toque de queda, claro).
El triángulo de la precariedad: un local de apuestas y un restaurante de comida rápida junto a las aulas
La mayoría de los locales de apuestas del recorrido están en el lado oeste de Bravo Murillo, de menor renta, aunque motean todo el área. Para Gonzalo y su asociación, es evidente la relación existente entre la ubicación de los locales de apuestas y el perfil socioeconómico del entorno. “El jugador tipo es un varón entre la veintena y la cincuentena, trabajador, con pocos estudios, renta baja y mayoritariamente de origen migrante”. En su opinión, la ausencia de alternativas de ocio y culturales en los barrios obreros se agregan a las pocas expectativas vitales de sus vecinos y se reflejan en el paisaje de la ciudad: “si te fijas, volviendo a la cercanía con colegios e institutos, hay un triángulo peligroso que siempre se puede dibujar: centro educativo - local de apuestas - restaurante de comida rápida.”
Por otro lado, el impacto en el barrio va más allá de la suma de las adicciones de sus vecinos, tal y como nos cuenta el propio Gonzalo:
“Al preparar la manifestación del 3 de marzo nos dimos cuenta de que el resto de comercios están muy molestos con la presencia masiva de locales de apuestas –algo que quizá no sucedía tanto al principio–, nos dejaban poner los carteles en sus negocios. Aunque ahora la cosa está más parada por la pandemia, durante un tiempo todo lo que se abría eran locales de este tipo, que pagaban bien y tiraban los precios hacia arriba. Además, tienen una clientela cautiva, quien entra allí se queda, no va luego a consumir al resto de establecimientos del entorno”.
Nuestro interlocutor insiste en que no los llamemos casas de juego, como habitualmente hacemos todos, sino locales de apuestas, “porque ni es una casa ni debemos asociarlo con el concepto de lo lúdico y el hecho de jugar”. Una aclaración que invita a tomarse muy en serio la preocupación por los problemas sociales asociados al fenómeno, que estaba muy presente en Tetuán antes de la pandemia y que, como hemos visto, sigue vigente ahora que vemos más cerca el final de una excepcionalidad que, en ningún caso, ha supuesto un paréntesis para las apuestas.