El lunes 21 de diciembre el Ayuntamiento dio a conocer el listado de calles que se peatonalizarán en los 21 distritos de la ciudad. La calle de Tenerife, desde el cruce con San Raimundo hasta la intersección con Carnicer, en el barrio de Bellas Vistas, en el caso de Tetuán.
Uno de los argumentos para elegir esta calle y no otra –u otras, seamos un poco ambiciosos– es “favorecer al pequeño comercio de la zona”, lo que, al menos si se refieren a la misma vía, parece un tanto extraño dado que no es una calle particularmente comercial ni, seguramente, lo será nunca debido a que gran cantidad de sus bajos están ocupados por viviendas y garajes. Nada que ver con Almansa, por apuntar una calle de Bellas Vistas que si es más comercial en su primer tramo. En el lineal peatonalizado contamos –perdonen si nos dejamos a alguien– un parque de bolas, dos empresas de paquetería, alguna peluquería, un bar y una sola tienda de ropa. Hay manzanas enteras sin comercios (ninguno entre las bocacalles de Alvarado a Avelino Montero Ríos y en la primera manzana, desde Carnicer, una solitaria).
Pero, independientemente de que la calle de Tenerife no cumpla el argumentario comercial del Ayuntamiento, es una calle robada a los coches y ganada para los peatones. Espera. No, es un trozo de calle, con bocados a principio y fin. Perdonen el cinismo: bien estará para los vecinos de la zona pero esta crítica es de escala, como explicaré a continuación.
El verdadero problema es que la peatonalización se enmarca en el Plan Madrid 360, que es una estrategia del Ayuntamiento para cumplir con los objetivos de calidad del aire de la Unión Europea y, claro, este tramo robado a los coches, en una calle que no es, ni de lejos, de las que más tránsito soporta –ya es normal caminar por ella por la calzada– se nos hace risible a efectos de corregir nuestra calidad del aire.
240 metros que se recorren, según el cronómetro de mi móvil, en tres minutos y quince segundos. 1.721 metros cuadrados. La famosa casa de Bertín Osborne tiene 937 metros cuadrados, por aproximar una dimensión con la que podamos estar familiarizados. Así que serían menos de un par de casas de Bertín para el distrito de Tetuán.
Me consta que son muchos los distritos a los que les ha caído el reintegro y se quedan como estaban, con peatonalizaciones tan exiguas como la de Tetuán. Los 135 metros peatonalizados en Puente de Vallecas, por ejemplo, también quedan lejos del despliegue del distrito Centro o el kilómetro largo del distrito de Barajas. En otros distritos fuera del centro histórico –supongo que por mejores mañas de su Junta de Distrito– la calle se ha elegido con cabeza. En Usera peatonalizarán una arteria realmente importante del barrio (Dolores Barranco) y no han escatimado tanto en metros, pudiendo llegar a otra vía central (Rafaela Ybarra) donde están a mano la gran explanada de la biblioteca o el parque Olaf Palm. Un paseo de verdad.
El esfuerzo de Usera merece la pena, desde luego, a tenor de los problemas de contaminación del aire que da el cercano medidor de Plaza Elíptica, pero no olvidemos que la estación medidora de Cuatro Caminos suele estar también en la parte alta de todas las tablas de emisiones .
Si hacemos el ejercicio de mirar a vista de pájaro el distrito de Tetuán, el tramo de calle peatonalizado en la calle Tenerife se ve como una uñita en las líneas del callejero. Poco para pensar que pueda tener una incidencia real en dar la vuelta a la calidad de vida de los vecinos o en la del aire, demasiado lejos de la grandilocuencia de un plan que lleva por nombre 360.