El pasado 18 de febrero, Madrid Río se convirtió en un estruendo de explosiones y nubes marrones. La capital celebraba su primera mascletà a la valenciana, fruto de una promesa electoral entre alcaldables, que llevó con polémica este evento caracterizado por el ruido a una zona renaturalizada del Manzanares. Fue una “sinfonía de ruido”, como definió el evento el propio Ayuntamiento en su nota de prensa del evento.
Sobre la explanada del Puente del Rey se situaron más de 300 kilos de pólvora, distribuidos en unos 6.000 elementos pirotécnicos llegados desde la capital del Turia. Lo hizo la empresa Pirotecnia Valenciana gracias a un contrato del Gobierno de Almeida que se adjudicó a dedo -ahora lo sabemos- por indicación expresa del Ayuntamiento de Valencia.
Según los documentos del contrato a los que ha tenido acceso este periódico, fue el consistorio dirigido por María José Catalá, a través de su Comisión de Fallas, la que señaló al Ayuntamiento de Madrid a quién tenía que contratar. Pese a esta decisión externa, el coste de este trabajo (45.980 euros) lo tuvo que asumir la capital de España.
La contratación se hizo a través de Madrid Destino, la empresa municipal que monta eventos culturales y fiestas en Madrid, por el procedimiento de negociado sin publicidad, que evita el concurso público. La orden de preparar la contratación provino de la Dirección General de Actividades y Programas del Área de Gobierno de Cultura, Turismo y Deporte, mediante nota interna, diez días antes de la celebración del evento.
El contrato, según Madrid Destino, se enmarca dentro del Protocolo General de Actuación entre el Ayuntamiento de Valencia y el Ayuntamiento de Madrid, que se firmó el pasado 24 de enero y por el que ambos consistorios se comprometen a promocionar eventos culturales, turísticos y de ocio que se celebren en cada una de las ciudades.
El objetivo de este acuerdo es también potenciar las visitas entre las dos ciudades. Como recuerda el Gobierno de Almeida, Valencia es el cuarto emisor nacional de turistas a Madrid (412.602 viajeros en 2023). “Ambas ciudades, dada su proximidad y la facilidad de comunicación entre ellas, aspiran a incrementar sus intercambios en materia turística y fomentar el conocimiento mutuo entre sus ciudadanos”, aseguraba el pasado febrero.
Dos minutos menos que lo propuesto
La propuesta de Pirotecnia Valenciana era la de desarrollar el evento con 340 kilos de pólvora y 6.303 elementos pirotécnicos, según los datos de la propuesta enviada al Ayuntamiento de la capital, en la que se apostaba por que “durante unos minutos, Madrid se convierta en Valencia”, explica el texto de la adjudicación. Finalmente la pólvora se quedó en 307 kilos y la duración fue de ocho minutos, dos menos de lo inicialmente previsto. 25 personas estuvieron trabajando en el montaje y los disparos.
En cuanto al coste -los citados 45.980 euros impuestos incluidos- fue cinco veces más caro que lo que esta misma empresa cobró al Ayuntamiento de Valencia por la mascletà con la que cerró el final de las Fallas de 2023. El Ayuntamiento de Madrid aseguró entonces que el precio de la mascletà fue más elevado porque el espectáculo incluía más elementos aéreos. Y porque la capital paga más por espectáculos pirotécnicos similares.
El evento contó con fuegos aéreos con diferentes efectos, sección terrestre con truenos de diferentes calibres, truenos efecto terremoto, y un final aéreo con humos de color y más “truenos de gran potencia”.
En el contrato, Madrid Destino se desligaba de las posibles afecciones que pudiera causar el evento, en el que se detallan diferentes informes municipales previos a su aprobación: “El Contratista será responsable de los daños y perjuicios directos e indirectos que por su culpa o negligencia o la de las personas que actúen contratadas o por cuenta de ella, se causen a terceros o a Madrid Destino”, dice el texto.
La mascletà, a la que estaba previsto que acudieran unas 10.000 personas, fue duramente criticada por organizaciones ecologistas, debido a la elección de un espacio para su celebración recientemente renaturalizado, con gran riqueza ambiental y con las aves como protagonistas habituales en este tramo del Manzanares.
La adjudicación advertía, no obstante, que si el evento tenía impacto en el medio ambiente debía “adoptar las medidas preventivas y correctoras adecuadas para evitar efectos ambientales negativos en materia de ruidos y vibraciones, emisión de gases y partículas contaminantes, olores, vertidos, gestión de residuos y limpieza, contaminación lumínica, zonas verdes, biodiversidad y ocupación de suelo y consumo de recursos naturales, cumpliendo con las directrices que determine el Ayuntamiento”.