Vuelven las fiestas alternativas del Barrio del Pilar, unas de las de más tradición en Madrid

Luis de la Cruz

9 de octubre de 2022 01:01 h

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Este viernes comenzaron en el parque de la Vaguada –a pesar de que ya han empezado sus obras de remodelación– las fiestas del Pilar, que además de en Zaragoza se celebran en Madrid en el barrio que lleva el mismo nombre. El Barrio de la Pili, como jocosamente es conocido por algunos de sus vecinos, que quitan así solemnidad al nombre de la matrona que, según el saber popular, es en realidad el de María del Pilar Calvo Sánchez de León, mujer de José Banús, el famoso constructor del barrio.

En el cartel de fiestas oficial están, junto con Siempre así o Karina, Modestia aparte, banda noventera del Barrio de la Paz (uno de los barrios del distrito, junto a La Vaguada). Son la representación de una de las almas del barrio. Pero también vuelven, tras dos años de parón por el Covid, las fiestas autogestionadas, rincón del tejido asociativo que representa el alma más popular de un barrio con no pocas desigualdades internas.

Desde le Plataforma de Fiestas Populares del Barrio del Pilar explican que el camino para retomar el perfil más autogestionado de la fiesta no ha sido sencillo. Se aprobó en el Pleno del distrito por mayoría de todos los partidos crear una Comisión de Fiestas, instrumento para promover la participación del vecindario que viene usándose desde ediciones anteriores (entre 2015 y 2019). Sin embargo, este año no se ha llevado a cabo y la empresa licitadora ha sido la que ha manejado la totalidad del presupuesto sin contar con la opinión de las asociaciones del distrito, según explican desde la Plataforma.   

La organización de asambleas para crear las fiestas alternativas y populares del Barrio del Pilar se remontan a 2004 y, desde entonces, se han consolidado como una de las fiestas más populares del norte de la ciudad. “Participan clubes deportivos, asociaciones como La Flor, nosotras, los Scouts…”, explican desde La Piluka, histórico colectivo radicado en el Barrio del Pilar. La diferencia con las impulsadas desde la Junta: tienen un claro enfoque antirracista, feminista, de barrio y combativo.

Atrás quedan los tiempos de la anterior legislatura, en los que delante del Teatro Madrid se habilitó una gran carpa con casetas para un buen número de asociaciones del barrio, con un escenario propio. Muchos eran los vecinos que preferían tomarse los refrescos en la caseta de los scouts y escuchar a un pequeño grupo desconocido antes que apretarse delante del escenario grande, al otro lado del parque.

Las casetas del tejido asociativo, que se otorgan por sorteo, se han reducido de nueve a cinco (que no está mal, en comparación con lo sucedido en otros distritos). Desde La Piluka, que forma parte de la Plataforma, explican que han optado por repartir tres de las casetas entre distintas asociaciones. Una solución que, si bien mengua la capacidad de financiación de dichas entidades, hace posible la presencia de la diversidad del tejido social y la misma existencia del ya clásico rincón de las fiestas populares.

Esta edición habrá en el programa alternativo talleres, conciertos, baile, vermú o paella popular, entre muchas otras actividades. “Como este año no podíamos poner un escenario fuera de las casetas se nos ocurrió juntar dos y hacer una barra más corta, de esta manera hemos conseguido habilitar un espacio con un escenario para hacer los conciertos, habrá grupos del barrio, que están empezando, raperos…”, explican desde La Piluka.

Otro punto de discrepancia con la actual Junta de Distrito es la eliminación del Punto Violeta, que se había colocado en anteriores fiestas del Pilar para que las mujeres y miembros de colectivos LGTBI+ que sufrieran situaciones de acoso tuvieran un lugar de referencia. En 2018, la Policía Municipal detuvo a un hombre por violar a una mujer y, este mismo año, se produjo al menos otro caso de agresión sexual en el transcurso de la fiesta.

Las fiestas del Barrio del Pilar se desarrollan hace años en el Parque de la Vaguada, que es en sí mismo un ejemplo de barrio construido desde la movilización vecinal. En 1978 se celebraron las primeras fiestas en los campos de fútbol que existían en la explanada del Instituto Gregorio Marañón, organizadas desde la asociación de vecinos La Flor y el Centro Cultural, entidades que a su vez agrupaban a otras instancias del movimiento vecinal. Aquel año, la lucha contra la construcción de La Vaguada estaba en el centro del repertorio reivindicativo de los vecinos. Aunque la presencia del que fue primer centro comercial de la ciudad junto al actual recinto ferial certifica que la máxima no se logró, el propio parque (además del teatro, que pronto debería volver a funcionar, y la biblioteca) son dotaciones ganadas al centro comercial que se deben a aquellas luchas. La comisión de fiestas y las fiestas populares son, por tanto, más antiguas que las propias fiestas de la Junta, que llegarían un poco después, con Tierno Galván en el ayuntamiento.