Minutos antes de que den las nueve de la mañana, profesores y trabajadores de la Universidad Politécnica de Madrid se han reunido frente al edificio de Rectorado, junto con algunos alumnos, acompañados de banderas de palestina, kufiyas y pancartas en alusión a la masacre en Gaza. “Vergüenza nos da que nuestras autoridades de la UPM sigan impasibles” o “por el final del genocidio y del aparheid”, se podía leer en algunos carteles. Los asistentes también han portado pancartas recordando los nombres de profesores y alumnos asesinados en la Franja.
“Este acto es, en primer lugar, un homenaje al personal que ha muerto en las universidades”, dice a elDiario.es uno de los académicos presente en el evento. La concentración de este viernes, organizada a través de la Red Universitaria por Palestina, que reúne a personal de siete universidades de la región y más de cuarenta en todo el país, denuncia la pasividad de estos centros ante el genocidio del pueblo palestino. Se unen así a las protestas y acampadas de los estudiantes españoles que se han extendido por todo el país en los últimos meses.
En paralelo a la concentración, estaba convocado el claustro de la UPM, su máximo órgano de presentación, que no había incluido en el orden del día el cómo se va a implementar los compromisos de la Conferencia de Rectores Españoles, por falta de firmas y ante la negativa del rectorado: “Es la única universidad pública madrileña que no está tomando medidas y no está negociando con los estudiantes. Se ha levantado de las conversaciones y dicen que no van a hacer nada, con el argumento de que no tienen obligación legal y porque podría tener implicaciones económicas si se rompe algún convenio, pero queremos que sepan que la vida de nuestros compañeros en Gaza está por encima de cuestiones económicas”, ha continuado explicando este profesor: “Lo que pasa en Gaza lo vivimos con infinita preocupación y dolor. Son cientos y cientos de muertos, tenemos más de 300 firmas condenando, pero nos duele la frialdad de los órganos de gobierno”.
“La Universidad Politécnica ha sido la más reticente a sentarse a hablar con nosotras y poner encima de la mesa un acuerdo. También son quienes más consecuencias económicas pueden tener al romper relaciones con Israel, por eso es importante hacer presión”, explica a este medio un grupo de estudiantes de diferentes universidades madrileñas, organizadas a través de la Acampada Interuniversitaria. Aseguran que, aunque se han levantado las tiendas del recinto de la Complutense, siguen movilizadas: “Nos hemos transformado, pero no paralizado. En estos meses hemos conseguido cosas, pero menos de lo que esperábamos, así que ahora lo que estamos es viendo cuál es la mejor forma de continuar”.
Otra profesora de UNED, que ha acudido en solidaridad con los docentes de la Politécnica, pide a su claustro que condene el genocidio y se revisen los acuerdos con instituciones semitas y que esta universidad a distancia piense cómo puede colaborar con los centros palestinos, “ya que por contar con una modalidad online puede ofrecer tecnología y ayuda a los estudiantes, como se hizo con Ucrania”.
Kaled Abushad, profesor gazatí: “No hay un sitio seguro en Gaza, no hay donde huir”
Kaled Abushad es profesor de la universidad de Gaza, afincado desde hace poco en España, a donde llegó como profesor invitado por haber realizado su doctorado hace unos años en la Complutense. En su país sobrevive parte de su familia, aunque sabe que algunos miembros han sido víctimas de los bomberos, al igual que muchos de sus antiguos compañeros de la universidad de Gaza. Se calcula que más de 4.000 profesores y estudiantes han muerto desde el 7 de octubre, una cifra que recuerdan las pancartas que portan las decenas de manifestantes que a lo largo de la mañana se han unido a la protesta frente al edificio del Rectorado.
“Más de 100.000 estudiantes están en las calles sin recibir educación, en unas condiciones muy duras. Desde hace una semana intentamos dar clase online, pero casi no hay acceso a internet. Es lo único que podemos hacer”, ha contado al resto de asistentes. Cree que con su historia se puede entender cuál es el trauma que atraviesa su pueblo. Aunque ahora lucha por conseguir el estatus de refugiado en nuestro país, es originario de Kan Jounis, desde donde tuvo que moverse a la Franja de Gaza y reconstruir su vivienda en hasta cinco ocasiones, en lugares sin electricidad, baño o servicios básicos. Dice que en la Franja no hay espacio para la felicidad, sólo se piensa en sobrevivir: “No hay un sitio seguro en Gaza, no hay dónde huir”. Ha concluido su intervención dando la gracias al movimiento propalestina, “que les da esperanza para lograr la paz”.
Inmediatamente después una representante de la Red Universitaria por Palestina ha comenzado a leer el manifiesto: “Pedimos a los órganos de gobierno de la UPM una condena clara y explícita contra la destrucción deliberada de las universidades gazatíes y los ataques al profesorado, estudiantes y personal universitario”, comenzaba diciendo, para continuar añadiendo otras exigencias: “Pedimos, además, una dotación de recursos económicos y humanos para la recepción y protección de estas personas y para la reconstrucción de las universidades en Gaza y para la recuperación de sus programas de enseñanza”.
En el manifiesto, también han pedido que se revise y, en su caso se suspendan los acuerdos de colaboración de la UPM con universidades y centros de investigación israelíes que no hayan expresado un firme compromiso con la paz y el cumplimiento del derecho internacional, así como con empresas y bancos españoles o extranjeros que contribuyan a la ocupación. Por otro lado, elevan al Gobierno de España la petición de respaldar los procesos en marcha ante la Corte Penal Internacional, así como la suspensión de suministro de armas y relaciones comerciales con Israel y la suspensión de la participación de Israel en cualquier evento deportivo o cultural internacional.
Más de medio año de movilizaciones
Este viernes, los docentes de la Politécnica de Madrid han continuado con el ejemplo de los de la Complutense, que ha finales de mayo se reunieron en apoyo al pueblo palestino frente a su institución rectora, recordando los bombardeos a universidades y centros de enseñanza, y el asesinato de miles de profesores y estudiantes.
El epicentro de este movimiento universitario estuvo en las acampadas de Estados Unidos, que se acabaron extendiendo a otras ciudades como París, la capital mexicana o Valencia, una de las primeras universidades españolas en llevar a cabo acciones. Tras ellas se unieron algunas como Salamanca, Oviedo, Granada o la Complutense de Madrid, donde hasta hace unos días permanecía la mayor acampada de las realizadas en España hasta la fecha. Al igual que en Valencia o en Barcelona, los organizadores decidieron levantar sus tiendas de campaña y continuar con actos de protesta descentralizados como el que se ha organizado este viernes.