El techado de las tres plantas del colegio público Ramón María del Valle Inclán, en el barrio de San Blas, se vino abajo hace un mes por el peso de la nieve. El agua filtró por cada rincón de madera reventada. Los casi 200 niños que estudian aquí no han podido volver a clase desde entonces. Es el único centro de la Comunidad de Madrid que no ha retomado la actividad presencial tras la gran nevada y el que tiene a los alumnos más necesitados de volver.
La ausencia obligada está poniendo en jaque a los menores porque la mayor parte de las familias en este centro están en riesgo de pobreza. “Cuando estábamos recuperándonos del impacto del confinamiento ha venido esto, los críos están sufriendo mucho”, lamenta el equipo directivo, que asegura que lo está intentando todo para minimizar el golpe y evitar que los niños pierdan el hilo del curso.
Han colocado mesas en el patio para que puedan ir a resolver dudas los martes y los jueves, han comprado tablets de emergencia y llaman todos los días a las familias para asegurarse de que están bien. El absentismo, el gran enemigo centro, ha encontrado terreno abonado para acechar de nuevo. De 16 niños no tienen noticias. Las familias no cogen el teléfono tras terminar el primer trimestre sin expedientes abiertos. Un paso atrás.
“La situación se vuelve grave cuando una buena parte de los 200 niños y niñas que asisten al colegio no tiene acceso a medios informáticos, no podemos acceder al interior del colegio para tutorías presenciales y, aún peor, muchos de esos niños dependen de la comida del colegio para tener un plato caliente al día”, alerta una carta firmada por las madres de los alumnos, que exigen a la Consejería de Educación que no se olviden de ellos.
Hace una semana, la dirección del centro informó de que por fin podrían volver a lo largo de esta, pero los plazos siguen alargándose porque no llegan las placas para cubrir el nuevo falso techo. Los cables están colgando en todas las aulas, al alcance de las manos de los menores.
En la Consejería de Educación fijan el próximo lunes 15 de febrero como la última fecha de vuelta a la normalidad, a preguntas de elDiario.es. El departamento que dirige Enrique Ossorio no ha ofrecido ninguna alternativa de realojo temporal para los niños pero asegura que el centro está realizando las obras “de la manera más rápida posible, pese a los importantes daños registrados” y que se han transferido fondos para que el colegio compre dispositivos electrónicos. El centro ha llegado a un acuerdo con otro colegio cercano que sí está abierto para que preparen la comida a los niños que tienen servicio de comedor, la mayoría becados, explica Educación.
“El colegio es una estructura que muchos niños no tienen en su casa”
Que sus hijos de 3 y 5 años no puedan ir físicamente al colegio ha cortado de cuajo los estudios de Hassna Elhirague, una de las madres del colegio. Acudía cuatro días a la semana a un centro de adultos para conseguir la formación básica, pero dejó de ir a clase hace un mes. “Me pongo con ellos a hacer los deberes sola porque mi marido trabaja todo el día de camarero y a veces quiero llorar porque hay palabras que no entiendo qué significan y no puedo ayudarles”, cuenta Hassna, quien también estudia castellano otras dos horas a la semana. A esas clases se lleva últimamente a los niños. “Necesito que se arregle ya el colegio, que vayan otra vez con sus profes, que aprendan”, agrega.
Susana Ayuso representa a las familias en el Consejo Escolar. Tiene una hija de cuatro años a la que ha podido seguir cuidando porque vive con sus padres. Trabaja como reponedora en una cadena de supermercados. “No tenemos plazo comunicado en el horizonte, eso es lo más desesperante. También la sensación de abandono. Somos un colegio pequeño en un barrio vulnerable y nadie se acuerda de nosotros”, denuncia.
En un contexto de tanta vulnerabilidad, “el colegio es para ellos el sitio donde están seguros, tranquilos, donde hay una estructura que en muchos casos no tienen en sus casas”, ilustra el equipo directivo, a quien le consta que hay niños y niñas que viven hacinados en pisos donde conviven con otras tres o cuatro familias.
El temporal Filomena colapsó la Comunidad de Madrid el fin de semana del 8 de enero. Las clases no se reanudaron por orden de la Consejería de Educación hasta el día 20 después de que quedara en manos de las familias la limpieza de las entradas con picos y palas. Sin embargo, 43 centros quedaron al margen de la normalidad por los daños registrados en sus estructuras. El único de esa lista que aún no ha logrado recuperarse es el CEIP Ramón María del Valle Inclán.