En un tiempo, cuando a este tipo de coches los llamábamos rancheras, un vehículo familiar se diseñaba trazando un sencillo baúl a partir de la silueta del modelo original, prácticamente como podía hacerlo un niño armado con sus pinturas. Con los diseños más trabajados y específicos llegaron mil y una denominaciones basadas en unas partículas fijas (wagon, break…) precedidas del muy socorrido sport, y todo ello se acompañó de una progresiva aceptación de esas carrocerías como alternativas más prácticas a las berlinas convencionales.
El nuevo Kia Ceed Sportwagon resume por sí solo esta evolución concentrada en unas pocas líneas. Presentado en el reciente Salón de Ginebra, junto con el compacto del que procede, posee una estética distintiva y atractiva, además de un nombre que se atiene a la regla ya mencionada. En su caso, además, presume de acaparar el 40% de las ventas totales del Ceed, 512.000 unidades desde que salió al mercado en 2007, cuando la media de las versiones familiares del segmento C ronda el 30%.
Es normal, por tanto, que Kia otorgue mucha relevancia al Sportwagon y lo haya cargado de motivos para que siga aumentando su popularidad. Uno de los principales es una capacidad de carga sobresaliente, de 600 litros (72 más que el modelo al que sucederá en el cuarto trimestre de este año), superior a la de un Seat León ST (587) o a la de un Peugeot 308 SW (556), que consigue gracias a un crecimiento de 11,5 centímetros del voladizo trasero. El maletero se anuncia, además, con un plano de carga más bajo que el actual y la posibilidad de formar una superficie enteramente plana al abatir el asiento trasero.
En general, el nuevo modelo, construido sobre la plataforma K2 que también sirve de base al nuevo Hyundai i30, gana 9,5 cm de longitud (mide 4,6 metros en total) y 2 de anchura, siendo la batalla exactamente la misma, y es 2 cm más bajo que la generación precedente.
El Ceed Sportwagon dispondrá de suspensiones independientes, de tipo McPherson en el eje delantero y de paralelogramo deformable en el trasero, con muelles y amortiguadores ajustados de manera específica para un coche que tiene un voladizo posterior tan marcado y que, previsiblemente, soportará cargas más pesadas en esa parte de la carrocería.
En cuestión mecánica, estará disponible, en un principio, con motores de gasolina T-GDI de 1,0 y 1,4 litros dotados de filtro de partículas y potencias de 120 y 140 caballos, más un 1.4 de inyección multipunto con 100 caballos; las opciones diésel se limitan a un nuevo propulsor 1.6 que desarrolla bien 115, bien 136 caballos. No están previstas versiones híbridas.
En todos los casos, la tracción será a las ruedas delanteras y los cambios, manuales de seis relaciones, salvo en los motores 1.4 T-GDI y 1.6 CRDI, que pueden combinarse con una transmisión automática de doble embrague y siete relaciones.
Para el interior se adelantan sistemas multimedia con pantallas que tendrán 5, 7 u 8 pulgadas, según las terminaciones, conectividad con Apple CarPlay y Android Auto, recarga inalámbrica para el teléfono móvil y un equipo de sonido premium de la firma JBL como opción, entre otros dispositivos. El Sportwagon estrena además un sistema de mantenimiento de carril con corrección activa que es capaz, desde casi parado y hasta 130 km/h, de controlar la aceleración, la frenada y la dirección manteniendo la distancia con respecto a los coches que lo preceden.
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