Renault Rafale: sofisticado y muy (¿demasiado?) dinámico
A falta de una gran berlina como las que tradicionalmente coronaban su gama -del R25 al Talismán-, Renault tiene ahora en el Rafale su modelo de referencia. Esa posición de privilegio es compartida con el Espace, que puede presumir de un habitáculo más espacioso, capaz de albergar siete asientos, pero queda lejos del recién llegado en lo que a distinción y la elegancia se refiere.
El Rafale es un refinado SUV con silueta cupé que mide 4,71 metros de longitud. Aparte de un atractivo indudable, aunque estas apreciaciones dependen del gusto de cada cual, dispensa un espacio interior en las plazas traseras que uno podría poner en entredicho si solo se fijara en lo audaz de su diseño y especialmente en la pronunciada caída del techo en el tramo final de la carrocería.
La amplitud del habitáculo se ve secundada por un maletero también generoso, de 532 litros, que seguramente basta para llevar el equipaje de una familia tipo actual, a no ser que esté compuesta por varios niños pequeños, a los que suelen acompañar bártulos múltiples y muchas veces voluminosos.
Dicho esto, la carta principal que juega el Rafale no es la del espacio, sino la de una combinación de refinamiento y calidad de terminación que permiten referirse a él como un modelo muy sofisticado. Uno de los detalles que confirman ese carácter lo encontramos en los asientos deportivos de su versión más lujosa, Esprit Alpine, donde la A de esta última palabra se ilumina en el color que se haya escogido para la luz ambiental del habitáculo.
Llama la atención también un gadget muy tecnológico como el reposabrazos central del que disfrutan los pasajeros de las plazas traseras, formado por piezas móviles que se articulan para dar soporte a móviles o tabletas. El compartimento sirve además para guardar esos mismos dispositivos y para cargarlos mediante dos tomas USB de tipo C.
El culmen de la sofisticación lo procura el techo panorámico Solarbay, opcional en los dos acabados disponibles (cuesta 1.520 euros), que dispone de oscurecimiento configurable por segmentos y según el gusto del usuario, quien puede elegir también entre utilizar un botón o dar una orden de voz, gracias al asistente de Google embarcado en el coche.
El Rafale está a la venta con dos motorizaciones: la híbrida de 200 caballos que hemos podido conducir en los últimos días y una híbrida enchufable de 300 CV cuya comercialización ha tenido lugar en fechas muy recientes. La primera cuesta 41.807 euros en versión Techno y 46.172 euros en la más lujosa y deportiva Esprit Alpine.
El sistema híbrido E-Tech de Renault consta de un motor de gasolina de tres cilindros 1.2 de 131 CV y de dos propulsores eléctricos, de 25 y 50 kW, alimentados por una pequeña batería de 2 kW. La fuerza de estos tres actores se gestiona por medio de una transmisión automática de múltiples velocidades.
Aunque 200 caballos de potencia combinada no parezcan excesivos hoy en día, el Rafale E-Tech se muestra como un modelo muy vivo de respuesta, sobre todo si se escoge el modo de conducción Sport, con el que la suspensión adquiere una firmeza de la que no se disfruta en el Espace o en el Austral.
Las buenas prestaciones son compatibles, además, con un consumo muy contenido para un coche que no deja de ser bastante grande. Los 6 litros/100 km que se obtienen como promedio son una cifra más que reseñable, y solo caben atribuirse a un protagonismo notable de los motores eléctricos cuando se circula en ciudad o bien al dejar avanzar al coche por inercia siempre que resulta posible; es decir, cuando se conduce con cierta atención a la eficiencia.
Dirección en las cuatro ruedas
En el tráfico urbano, el Rafale sobresale por la gran agilidad que le confiere su sistema de dirección en las ruedas traseras, que Renault denomina 4Control Advanced. Sin duda es muy práctico poder disponer de un diámetro de giro entre bordillos de solo 10,4 metros, por ejemplo, pero el dispositivo presenta también unos inconvenientes que -para ser completamente francos- nos pasaron inadvertidos durante la presentación del modelo, en el mes de mayo.
En las circunstancias en que hemos probado ahora el coche, con una temperatura mucho más baja (rondando los cero grados buena parte del tiempo) y el suelo húmedo propios del invierno, el tren trasero direccional nos ha transmitido cierta sensación de desconfianza que nunca es agradable de experimentar al volante. Digamos por resumir que la zaga del Rafale parecía todo el tiempo propensa a moverse más de lo deseable. No podemos afirmar que los neumáticos montados en la unidad de pruebas tuvieran alguna incidencia en ese comportamiento porque para ello habría que conducir el coche con otros compuestos.
Para que el nerviosismo del eje trasero no nos cueste un disgusto, es preciso acudir al manual de instrucciones y descubrir que el grado de giro de las ruedas posteriores puede regularse en una escala que difiere en función del modo de conducción seleccionado, siendo más acusado por ejemplo en el Sport. Conviene tomarse la molestia de configurar cada programa con detalle si se quieren evitar sustos. La dirección a las cuatro ruedas forma parte del equipamiento de serie en el acabado Esprit Alpine y cuesta 1.520 euros como opción en el Techno.