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‘Renting’: cómo cambiar al vehículo eléctrico sin asumir demasiados riesgos

Coche eléctrico en la estación de carga

En tiempos de incertidumbre tecnológica como los que vivimos, es normal que los usuarios de automóviles sientan dudas y hasta temor a tomar una decisión que se revele más tarde inadecuada en lo relativo a su movilidad. El propio hecho de comprar un coche se ha complicado notablemente en los últimos años, toda vez que los precios se han encarecido al menos un 30%, de acuerdo con diversos estudios, desde la pandemia de 2020.

Ante esta situación, cada vez más personas se inclinan por abandonar la adquisición en propiedad de un vehículo en favor de fórmulas abiertas que les permitan disfrutar de su uso sin el riesgo de atarse las manos con una elección precisa. Una de las modalidades que más crece en la actualidad es el renting, que presenta la ventaja añadida de facilitar al público, tanto profesional como privado, el acceso a vehículos electrificados o 100% eléctricos con los que sortear las restricciones a la circulación que se van a ir generalizando en el territorio nacional.

Como es sabido, los modelos enteramente eléctricos proporcionan, además de la mencionada libertad, un elevado disfrute de uso —gracias a la ausencia de ruido, vibraciones y demás—, tienen necesidades de mantenimiento menores y suelen disfrutar de ventajas fiscales, sin olvidar el beneficio medioambiental que suponen con respecto a los vehículos con motor de combustión.

El Arval Mobility Observatory, un estudio de referencia que aborda las tendencias de movilidad de particulares y empresas, muestra en su edición de 2024 que solo el 9% de los conductores de coches eléctricos volvería a uno de combustión si se viera en la obligación de cambiarlo. También indica que un 40% de quienes utilizan un híbrido enchufable irían un paso más allá y apostarían por un eléctrico puro.

Dicho esto, no resulta fácil para muchos conductores dar el salto al coche eléctrico, o al híbrido. Dos son los principales motivos: el precio de este tipo de vehículos, especialmente del primero, y la inquietud que les genera no saber si habrán acertado con la tecnología, la marca o el modelo concretos; dicho de otro modo, la duda sobre si el coche elegido se quedará obsoleto en unos años y perderá mucho valor.

Ante tantas incógnitas, firmas como Arval proponen la fórmula del renting, con la que se busca evitar al consumidor que realice un fuerte desembolso económico inicial, ofreciéndoles una cuota fija mensual con todos los servicios incluidos, la garantía de saber lo que van a pagar los próximos años, sin cambios ni sorpresas.

Para aquellos que quieren un menor compromiso, han desarrollado un producto de renting flexible llamado Arval Flex, en el que cada cliente puede elegir la duración del contrato, entre uno y 12 meses. Tampoco ata a ninguna tecnología al ofrecer una flexibilidad total y dejar escoger el kilometraje que se recorrerá y el modelo o segmento de vehículo, ya sea nuevo o usado. De esta forma, el usuario paga únicamente por lo que realmente usa y durante el tiempo que necesite utilizar el coche. A todo ello se suma la ventaja de poder cambiar de vehículo cuando quiera.

El renting es sinónimo de poner en circulación vehículos no solo más eficientes, como hemos visto, sino también más seguros, puesto que su alta tasa de renovación —muy superior a la media— hace que sean coches más nuevos y equipados con las últimas tecnologías de ayuda a la conducción. Lógicamente, ello ayuda también a rejuvenecer un parque móvil que en nuestro país ha superado ya los 14 años de antigüedad como promedio.

Estos modelos de última generación disponen, además, de los últimos avances en conectividad, entretenimiento y confort, como demanda hoy la mayoría de la sociedad.

Por último, el renting ofrece una ventaja muy valorada por los clientes particulares, y es que cuenta con todos los servicios incluidos: asistencia, mantenimiento, neumáticos, vehículo de sustitución y seguro. Esto elimina otra de las grandes incertidumbres que genera la adquisición de un coche: los gastos imprevistos.

Aunque la opción de los modelos electrificados o 100% eléctricos sea idealmente la mejor, la elección de un vehículo de renting o una flota de vehículos para una empresa depende de distintos factores, además de las necesidades de movilidad en sí. No es lo mismo circular principalmente por el centro de grandes urbes, donde existen Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) y otras áreas de tráfico restringido, que en ciudades pequeñas o hacerlo sobre todo por carretera.

Es aquí donde las firmas especializadas en movilidad desempeñan un papel destacado al poder ofrecer una consultoría inicial de las necesidades de cada usuario y un estudio de coste por vehículo. Etiquetas de la DGT, tecnologías de impulsión diferentes, tipo de coche, etc. Son muchas las incógnitas que afrontar y es seguro que ninguna solución es válida para todos. De ahí que sea tan importante contar con fórmulas flexibles que se adapten a lo que cada uno realmente precisa. 

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