La patronal de la industria alemana del automóvil, la VDA, acaba de poner cifras a un fenómeno incontrovertible al que en ocasiones se quiere dar la espalda: que la electrificación, unida a otras corrientes actuales, llevará -ya está llevando, de hecho- consigo una pérdida significativa de puestos de trabajo. La entidad, ciñéndose a los datos de Alemania, calcula que, si se mantiene la progresión vista entre 2019 y 2023, se perderán en el país 186.000 empleos a la altura de 2035, con respecto a los que había a principios del periodo.
“El balance es negativo y probablemente seguirá evolucionando negativamente”, señala la VDA, dado que en 2019 se fabricaban todavía muy pocos vehículos eléctricos y el peso de la transformación va incrementándose conforme pasa el tiempo. Entre ese año y 2023 se han perdido ya 46.000 puestos de trabajo, de acuerdo con sus cálculos, lo que supone alrededor del 25% de la pérdida total de empleo prevista para 2035.
Todos estos vaticinios se recogen en el estudio Perspectivas de empleo en la industria del automóvil, que ha evaluado el desarrollo de 700 ocupaciones dentro del sector. Su conclusión inequívoca es que la electrificación del sistema de propulsión precisa de menos empleo porque el coche eléctrico, por su propia naturaleza, tiene muchas menos partes mecánicas y requiere en consecuencia menos mano de obra tanto en el montaje del vehículo como -a posteriori- en reparaciones y operaciones de mantenimiento.
El trabajo puntualiza que la transición a la electromovilidad conlleva cambios significativos dentro del empleo. Describe así que ya se han producido pérdidas notables de puestos de trabajo en determinados campos mientras en otros la demanda crece: de los 10 grupos ocupacionales más grandes de la industria, siete se encuentran entre los más perjudicados, y entre ellos sobresalen los de ingeniería mecánica y tecnología industrial, así como -muy especialmente- la metalurgia.
Por el contrario, aumentan los empleos en tecnología del automóvil, investigación y desarrollo técnico, incluyendo informática, ingeniería eléctrica y desarrollo de software. Esta tipología de trabajo se ha incrementado una cuarta parte desde 2019 y hasta un 85% desde 2013.
La VDA señala que las jubilaciones que tengan lugar en los próximos años no solucionarán el problema que estamos dibujando. Según la evolución demográfica previsible, alrededor de una cuarta parte de los empleados del automóvil se jubilará en los próximos 10 años. Si bien esto puede favorecer el cambio en algunos grupos profesionales, “existe el riesgo de que se produzcan importantes cuellos de botella en otros campos, especialmente en la ingeniería eléctrica, la tecnología energética y las tecnologías de la información”, leemos en su informe.
La disminución del empleo desde 2019, que afecta a 75.000 personas, se compensa parcialmente con un aumento de 29.000 en otras áreas. El mayor descenso, de 8.900 trabajadores (-16%), se produjo, como adelántabamos más arriba, en los empleos metalúrgicos, la mayoría de los cuales se encuentran en la industria proveedora. El mayor incremento (10.700 personas, +14%) tuvo lugar en las profesiones de tecnología automotriz, que se concentran principalmente en el seno de los propios fabricantes.
Sectores que salen favorecidos
Los retos que identifica el estudio presentan su complejidad. No se trata solo de perder empleo en el sector, sino también de atraer trabajadores cualificados para sectores laborales que son cada vez más relevantes. Esto también ocurre, entre otras cosas, con las ofertas de reciclaje y perfeccionamiento en las mismas empresas, que al mismo tiempo contribuyen a amortiguar los efectos sobre el empleo.
La VDA encuentra otro colectivo que sale muy beneficiado de la transformación de la industria. Se trata de los trabajadores de recursos humanos, que han aumentado un 36% desde 2013. Esto sugiere, por un lado, que las empresas están abordando cuestiones como la obtención y contratación de trabajadores cualificados o la conciliación entre familia y trabajo, y, por otro, que la proliferación de normas legales y requisitos reglamentarios hace necesario incrementar la plantilla especializada en estas labores.
La crisis del sector ha tenido, entre otras consecuencias, la del anuncio del cierre de tres fábricas de Volkswagen en Alemania. El estudio señala a la electrificación como responsable de la tendencia, pero no solo a ella. No es ajeno, por ejemplo, al hecho de que “Europa -especialmente Alemania- está perdiendo cada vez más competitividad a nivel internacional. El precio de la electricidad para las empresas alemanas es hasta tres veces mayor que en países como EEUU o China. Alemania es [también] el país con los impuestos más altos, y la carga burocrática sigue aumentando”, indica el texto.
La VDA prosigue afirmando que “cada vez más empresas (82%) posponen, trasladan o cancelan por completo inversiones previstas en Alemania. Más de una de cada tres compañías (el 37%) planea trasladar sus inversiones al extranjero”.
Con todo, la presidenta de la entidad, Hildegard Müller, quiere ver el futuro en clave de oportunidad: “La transformación de nuestra industria es una tarea gigantesca. Las empresas y sus trabajadores hacen todo lo posible para que sea un éxito. Los fabricantes alemanes y proveedores de todo el mundo invertirán alrededor de 280.000 millones de euros entre 2024 y 2028 solo en investigación y desarrollo, y otros 130.000 millones en la remodelación de las plantas. Las inversiones subrayan la voluntad de la industria alemana de hacer de la transformación una historia de éxito. Queremos un cambio”, ha manifestado.