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Y el coche autónomo… ¿para cuándo?

Víctor Celaya

Si eres de los que lee con cierta frecuencia esta sección de Motor y movilidad, sabrás que tenemos por costumbre informar periódicamente sobre los últimos avances en una de las tecnologías del futuro, la de la conducción autónoma, en sus diferentes estadios de desarrollo. En los últimos tiempos se han acumulado las novedades en este campo, aunque no todas apuntan en la misma dirección, sino más bien al contrario.

La última noticia al respecto la proporcionaba hace pocos días el diario El Economista, que aseguraba que la Dirección General de Tráfico (DGT) ultima una regulación que marcará el futuro de la conducción autónoma en España y que incluye modificaciones tanto en el Reglamento General de Circulación y como en el de Vehículos.

De acuerdo con el periódico, la DGT ha descartado crear un nuevo reglamento específico para este tipo de modelos puesto que “no facilita el conocimiento y comprensión de las reglas de tráfico a todos los usuarios”. En su lugar, el texto que prepara se centra en diferenciar con claridad qué es un coche automatizado y cuál no lo es. Entre estos últimos se contarían los que disponen de sistemas de ayuda a la conducción, o ADAS, pero no se pueden considerar 100% autónomos.

La figura clave que emerge de estos cambios es la del “titular del sistema de conducción automatizada”, con vistas a diferenciar -a efectos legales y otros- la responsabilidad del conductor normal de un vehículo de la que pueda corresponder al titular del sistema cuando el coche esté circulando con todas las funciones de conducción autónoma activadas.

Fuera de nuestras fronteras, la semana pasada supimos que el conocido robotaxi de Hyundai, que presta servicio de taxi autónomo en Las Vegas desde octubre de 2022, había aprobado -valga la expresión- el examen de conducir en Estados Unidos. En la prueba, realizada por una examinadora profesional con 25 años de experiencia, el Ioniq 5 realizó correctamente al parecer todas las maniobras que se le exigen a un ser humano en la misma circunstancia.

Recientemente, la marca estadounidense Ford ha dado a conocer un sistema que, embarcado en su modelo eléctrico Mustang Mach-E, permite circular con el control de crucero adaptativo sin necesidad de que que el conductor lleve las manos sobre el volante. Este dispositivo de conducción autónoma de nivel 3 (el nivel 5 es el de automatización completa) se ha probado en carreteras previamente mapeadas por Ford y obliga al conductor a supervisar todas las operaciones y mantenerse alerta en todo momento por si es necesario que retome el control de la situación.

Iniciativas contrarias

Los fabricantes en realidad no parecen ponerse de acuerdo sobre la viabilidad de que, alguna vez, las personas pasen a ser una parte superflua del acto, hasta ahora humano, de conducir. El caso de Apple y Tesla, dos firmas tecnológicas top, ilustra perfectamente la cuestión pues, mientras la primera acaba de anunciar la cancelación de su proyecto de coche autónomo, lo que ha supuesto el despido de 614 empleados en EEUU, la segunda ha confirmado -por boca de su controvertido CEO, Elon Musk- que pretende comercializar su propio robotaxi en el mes de agosto. Nadie sabe si en esta ocasión Musk se pasará de frenada, como le sucede en ocasiones, o acertará de pleno, como también ocurre frecuentemente.

También en Estados Unidos, las autoridades competentes han retirado la licencia a la compañía Cruise después de que sus vehículos autónomos hayan sufrido varios accidentes, provocados tanto por su propio comportamiento, tildado de errático, como por las dificultades que ha demostrado en su convivencia con los conductores humanos.

Para completar el panorama hay que recordar que Xiaomi, otro outsider tecnológico que recala en el mundo del automóvil, ha presentado entre gran expectación su modelo SU7. Entre otras sorpresas que depara el coche, junto con el precio en China y su nivel de prestaciones y autonomía, está la del vídeo que lo muestra moviéndose por un aparcamiento a lo largo de varios pisos, sin nadie a los mandos, y estacionando adecuadamente pese a los obstáculos que encuentra a su paso.

Habrá que estar atentos a los próximos pasos de los fabricantes para esclarecer si el vehículo autónomo avanza hacia su implantación real o queda reducido progresivamente a una especie de burbuja de la que agrada hablar porque resulta llamativa pero que no introduce cambios reales en el campo de la movilidad.