Alberto Torres Blandina (Valencia, 1976) ha creado en 'Jávea' (Candaya), su séptima novela, una obra autobiográfica que recorre su infancia, adolescencia, juventud y presente con una línea del tiempo rota y fluctuante. Un relato sobre el que planea una continua pregunta: Qué buscamos en la vida y por qué. Aunque narrado en tono irreverente y desenfadado, 'Jávea' es un implacable ajuste de cuentas del autor con el pasado y el presente personal y colectivos: “No es autobiografía, pero todo lo que cuento es verdad”, explica. Estamos ante un relato difícil de catalogar, que señala el capitalismo como fuente de frustración íntima y común: “Algo estamos haciendo mal como sociedad”.
'Jávea' supone un cambio de registro respecto a tus libros anteriores: Te adentras en la literatura del yo ¿Qué te ha llevado a ese cambio?
El cambio es una constante en mi literatura. Si no siento que pierdo pie, me aburre soberanamente escribir. Por otra parte, creo que las cosas están en el aire: Al poco de ponerme a escribir esto, hablando con amigos escritores como Bárbara Blasco o Quique Parra, descubro que de pronto todo el mundo está escribiendo sobre sí mismo. Es como cuando el 15-M: Entonces a muchos escritores nos dio por hacer distopías, se escribieron muchísimas. Y ahora vivimos un momento tan raro, la realidad se ha vuelto tan falsa, que quizá la literatura debe dejar de contar mentiras, porque ya lo hace la televisión, y decir la verdad. Yo siento que quiero contar una verdad que no encuentro en la vida real.
'Jávea' no se queda en la vivencia personal.
Mi idea no era hablar de mí sino, a partir de mis vivencias y de las de gente que conozco, hablar de otra cosa. Quería hacer ensayo desde la novela. Responder a unas preguntas básicas sobre cómo el capitalismo nos está jodiendo la vida; cómo nos configura como personas el dinero que tenemos y de dónde venimos; cómo esto modela nuestra personalidad; cómo los artistas siempre son de clase media, con lo que la clase baja no tiene voz en el arte, salvo mediatizada por las clases altas.
¿Te has llevado alguna sorpresa al explorar tu propia memoria?
Creo que he comprendido mejor a mi abuela. Yo a mi abuela no la soportaba. Pero al convertirla en un personaje, en cierto modo he entendido sus frustraciones y problemas; por qué acabó siendo como era. A veces entendemos mejor a los personajes de los libros que a las personas reales.
En los pasajes de la iaia Ina irrumpe la voz de tu madre, contradiciéndote. Es curioso cómo dos personas pueden tener recuerdos tan distintos de un mismo hecho o persona.
La voz de mi madre tenía que estar. Yo la adoro, nos llevamos super bien y ha entendido lo que estoy haciendo, aunque quizá le ha dolido. Tuve que corregir el libro con ella por este motivo. Es verdad que yo era muy niño en esa época. Y lo que cuento es la atmósfera que yo recuerdo en la casa de mi bisabuela, que me daba un poco de miedo. La visión de mi madre es totalmente diferente de la mía. Al introducir su voz quería mostrar que mi punto de vista puede ser muy parcial.
En la fábrica de traviesas, durante tu adolescencia en los noventa, cuentas los sueños estériles que los trabajadores perseguían. Seguramente hoy seguimos persiguiendo sueños estériles también.
Es inevitable. Esos hombres no tenían otra cosa, no tenían la posibilidad de estudiar, por ejemplo. Lo único que les quedaba al salir del trabajo era decir: “Mira qué reloj tengo”. Yo lo veía entonces con prepotencia adolescente, y así lo reflejo en el libro. Pero algo sin duda hay equivocado en nuestra forma de vivir. No es normal que casi todo el mundo que conozco vaya a terapia. Que en los institutos haya intentos de suicidio cada dos por tres. Y la gente medicadísima. Hay personas de mi edad a las que las pastillas para dormir no les hacen nada ya. ¿Qué coño está pasando? Algo estamos haciendo mal como sociedad. Algo que no encaja con lo que nuestra mente necesita. Y el capitalismo global tiene la culpa porque genera una escisión entre lo que como animal necesitamos y lo que creemos necesitar. Era esto sobre lo que quería dialogar con el lector al escribir el libro.
¿Es también una novela generacional?
Yo quería escribir sobre el dinero y el dolor. Sin embargo mucha gente me ha dicho que la novela tiene mucho que ver con las nuevas masculinidades. Y me he dado cuenta de que es así. Porque desde niño en el rol de hombre me he sentido super incómodo. Ya hice una novela sobre eso, de hecho. Y lo de generacional también me lo han dicho. No deja de ser la historia de ciertos momentos y cierta edad. La gente más joven que la está leyendo conecta con el libro de una manera distinta: No acaban de ser sus comeduras de cabeza. Es como que tienen otras que son un poco diferentes.
Diseccionas cómo el capitalismo nos determina por dentro y también te vuelves hacia la espiritualidad, que no parece dar ninguna solución, con el viaje a la India con el ex novio de tu amiga, el reiki…
Bueno, es lo que ocurrió. No es que me haya inventado una historia para ridiculizar la espiritualidad. Esta persona, que era el colmo de la espiritualidad, en cuanto llegó a la India se encerró en el hotel a ver la MTV porque no soportaba la India. Creo que al final esa espiritualidad es una gilipollez, una visión muy burguesa del tema. Como la religión y el nacionalismo, que lo meto como religión: Son cosas que caen por su propio peso.
Sin embargo millones de personas en todo el mundo se agarran crecientemente a esa religión del nacionalismo, como dices.
Estamos en un cambio de época. Ha habido un cambio tecnológico, geopolítico, tras el 11-S más o menos. El mundo ya no funciona como funcionaba. Son momentos de crisis, en que no sabemos a qué aferrarnos. Las verdades que nos sustentaban ya no están ahí. Se han ido un poco a la mierda y la gente no sabe a qué acogerse. La libertad da mucho vértigo y necesitas que te digan ciertas cosas. Y entonces aferrarte a ciertos símbolos, a ciertas ideas, ayuda… No sé, igual estoy siendo un poco simplista, pero, si por ejemplo yo defiendo España frente a los moros o los catalanes, es como que me unjo de una misión. De pronto soy más importante que yo mismo, tengo algo que defender, los valores españoles frente al enemigo… Un destino épico…
¿Cómo llevó el confinamiento alguien tan viajero como tú?
Fatal. Además venía de estar encerrado en una residencia de escritura en Corea. Vine de un encierro y me metí en otro, lo que me lo hizo doblemente duro. Tenía y tengo muchas ganas de salir. Supongo que me he resignado. Qué vas a hacer.
Habrás aprovechado para leer.
No conseguí leer durante el confinamiento. Estuve dos meses encerrado sin leer nada.
Es algo que le ha pasado a muchos.
Sí, yo también conozco gente a la que le ha pasado. Es el desasosiego. Yo estoy ahora empezando a leer poco a poco. Tengo una pila de libros…