La compañía murciana Alquibla Teatro narra en 'Mi cuerpo será camino' un sinfín de historias de vida con las que levanta un árbol genealógico de la experiencia de extranjería, del sentido de la familia y del esfuerzo constante de ganarse la vida. Un monumento a las personas migrantes y trabajadoras, a los abuelos y abuelas perdidos en el tiempo y a los que vendrán.
La obra se podrá ver el próximo 12 y 13 de marzo de 2022 en el Teatro Circo Murcia, aunque el pasado 18 de diciembre, la consejería de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Murcia celebró el Día internacional del migrante con su puesta en escena en este mismo teatro. Entre las diversas actividades programadas, numerosas asociaciones locales acudieron a la invitación de 'Mi cuerpo será camino'. El texto cuenta la historia real de una familia originaria del Campo de Cartagena, obligada a migrar a Buenos Aires en busca de oportunidades y cómo generación tras generación -desde finales del XIX- se suceden movimientos migratorios en el seno familiar.
El teatro, tal y como lo conocemos, ha sobrevivido más de dos milenios y, aún hoy, está en el centro de la actividad cultural de la ciudad. Obligado siempre a renovarse, a mudar en busca de la escurridiza verosimilitud más allá de la teoría y práctica teatral aprehendida. El oficio, el riesgo estético y en la producción es algo que conoce muy bien Antonio Saura, director escénico y fundador de Alquibla Teatro. La puesta en escena de 'Mi cuerpo será camino' sorprende desde el principio. Minutos antes del inicio del espectáculo, allí estamos todos, espectadores y actores, mientras suenan los últimos avisos. Se perciben las ganas de compartir la experiencia.
Saltos en el tiempo
La última producción de Alquibla Teatro está estructurada en cuatro partes y un epílogo con incontables saltos temporales, de espacios y numerosos personajes interpretados por un mismo actor. La proyección de las acotaciones ayuda al espectador a seguir la trama y a viajar con los actores. Campo de Cartagena, 1862. Buenos Aires, 1927. Munich, 1964. Hospitalet, 2000. Munich, 2011. España, 1937, Munich, 2020... El tiempo se retuerce, el autoexilio se convierte en exilio forzado, lo temporal en irreversible. En el transcurso de la obra vemos a miembros de una misma familia comunicarse entre sí desde la lejanía: por carta, teléfono fijo, móvil o videollamada. Los actores arropan a los personajes al interpretarlos y, sobre todo, mientras esperan su turno sentados en los laterales del escenario en dos bancos enormes repletos de ropa. Espectadores de sí mismos. Todo aquí y ahora. Qué acierto de disposición escénica.
El complejo texto de Alba Saura plasma, con rotundidad y emoción, algunos de los principales desgarros de la experiencia de extranjería: La soledad, el desarraigo, la añoranza de la familia biológica, el deseo de una nueva, la ilusión de volver, la frustración, la rabia, la miseria o las fiestas interpuestas. El texto nace en el marco de la investigación académica y está atravesado, irremediablemente, por la experiencia vital de la propia autora murciana, que como tantos jóvenes, continuan viajando en busca de oportunidades laborales que en 'la huerta de Europa' no crecen. Alba Saura reside actualmente en Barcelona donde trabaja como docente en la Universidad Autónoma.
El espacio sonoro está compuesto por canciones como 'Mediterráneo'de Serrat que da nombre a la pieza. Suena también Concha Piquer y otras canciones más contemporáneas. A su vez, la guitarra de Álvaro Imperial se cuela y permea la escena con la delicadeza de una suave brisa estival.
De un enclave chabolista porteño al sur de Francia
Algunos de los personajes/personas que encarnan el compacto y sobresaliente elenco son: Juana de León (San Pedro del Pinatar, 1903-1983), cantante de copla interpretada por Esperanza Clares que brilla en el cante y el baile, dando lo mejor de sí. El actor Julio Navarro -Ginés, San Pedro del Pinatar, 1862 -Buenos Aires, 1927- el origen de todo, perdido y moribundo en el conventillo de La Paloma, enclave chabolista porteño, estremece en sus ensoñaciones finales. El encuentro de Laura -joven arquitecta que trabaja de camarera en Alemania mientras reparte curriculum a diestro y siniestro- interpretada por Nadia Clavel con Miguel -José Ortuño-, el abuelo emigrante al que nunca conoció y nunca volvió, es uno de esos sortilegios teatrales, que de la mano de estos dos jóvenes actores, nunca olvidas. Carmen -interpretada por Cristina Aniorte- que emigró del Madrid de 1937, con 7 años, a Buenos Aires y después de cruzar un océano nunca vio el mar. O Juan, que salió del Campo de Cartagena a trabajar de operario en el sur de Francia hasta que acabó en Cataluña con Manuela, su mujer, en 1968. Al que da voz y cuerpo el genial, Pedro Santomera. No se la pierdan.