A punto de cumplir 55 años el próximo mes de septiembre, Esperanza Clares, actriz, dramaturga, docente y directora de producción en Alquibla Teatro se encuentra inmersa en la producción de `Mucho ruido about nothing´, una adaptación del clásico de Shakesperare a ritmo de swing. El próximo 6 de agosto se estrena dentro del 50 Festival Internacional de Teatro de San Javier y con ella conmemoran el 35 aniversario de la compañía.
Quedamos en la oficina de una nave industrial en el polígono industrial Oeste, sede de Alquibla Teatro. De las paredes cuelgan pósters de antiguas producciones y un cartel, “Prohibido fumar”. Está esperando la escenografía de la nueva producción y no puede acudir a la cafetería acordada. Clares reconoce que el estrés, durante el proceso de creación, le roba el sueño y le quita el hambre, “sólo respeto el desayuno”. Ha liderado, durante años, al frente de la asociación MurciaaEscena una batalla en contra de las políticas culturales de la Región de Murcia, una actividad que confiesa la ha dejado agotada. Pero ni el cansancio, el calor estival o el estrés previo al estreno puede con su sonrisa y entusiasmo desde que con ocho años, animada por su padre, subió por primera vez a un escenario a cantar zarzuela en su pueblo natal, Algezares.
¿Cómo lleváis los ensayos? Tiene algo heroico realizar una producción teatral en Murcia durante el mes de julio.
Estamos encantados con el equipo de actores y músicos en directo. Pero ensayamos en una nave industrial con cuatro ventiladores grandes en cada esquina y, aún así, el calor es brutal. Solicitamos una residencia para la creación a los auditorios municipales pero no ha habido forma de conseguirlo. Sólo nos han permitido estar y, dando gracias, la semana previa al estreno en el auditorio de Algezares. Debería ser obligatorio dar residencias artísticas en espacios públicos especialmente en estos meses que se quedan sin programación.
En una de las fotos promocionales de `Mucho ruido about nothing´ aparecen 20 personas entre elenco y ficha artística e imagino que faltará alguien. ¿Cómo se levanta un proyecto teatral así?
Con mucha ilusión y poca cordura. Es nuestro 35 aniversario. Estamos en coproducción con el Festival Internacional de Teatro de San Javier, que cumple 50 años, y el Teatro Circo Murcia. La ayuda de estas dos entidades y la inversión económica propia nos permite salir adelante, aunque no en las condiciones adecuadas. La inversión es muy grande. Para que te hagas una idea, en cada bolo nos desplazaremos 18 personas. Es una pena, pero la capacidad creativa y de producción artística está condicionada por el dinero que no tienes.
A pesar de esta falta de recursos tengo entendido que Alquibla contrata a los actores durante el periodo de ensayos.
Cada día de ensayo son dieciocho personas contratadas que cobran su día de trabajo. Hace 35 años, Antonio Saura y yo decidimos que el teatro fuese nuestra profesión, con todas las consecuencias. Recuerdo que, entonces, aparecía la profesión en el DNI y queríamos que en el nuestro apareciera actriz y director escénico. Desde el primer momento tuvimos actores contratados. Para nosotros es una práctica habitual, lógica y necesaria.
Me gustaría pensar que esto mismo ocurre en todas las empresas de artes escénicas de la Región, pero sería hipócrita si te dijera que es así. No creo que estas empresas infravaloren el trabajo de sus actores y actrices. Producir teatro en Murcia es quijotesco.
¿Cómo combinas la tarea de actriz y directora de producción?
Es difícil y, a veces, un poco caótico. Lo hago por obligación, no por pasión. Sinceramente, me gustaría ser actriz exclusivamente durante el proceso de creación. Cuando termina el ensayo me vengo a la oficina y continúo hasta las tantas. Tengo que gestionar plazos de entrega, preparar documentación o presupuestos, entre otras muchas cosas.
Estoy un poco cansada de tanto estrés. Son muchos años luchando en el plano artístico y, en primera línea, en contra de las políticas culturales de esta Región. Esto me ha agotado. No sólo que el esfuerzo haya sido en balde, sino que tengo que desagradecerle a los políticos el hecho de que me ha haya desinflado de esta manera.
¿Qué logros destacarías de los ocho años que estuviste al frente de la asociación MurciaaEscena?
Muchos. Lo que ocurre es que, lamentablemente, ha sido como si estuviésemos en los años noventa, volver a partir de cero. Se ha retomado el Circuito de Artes Escénicas de la Región de Murcia. Se han puesto en marcha ayudas a la producción escénica. Hay un contacto directo y programación de compañías murcianas en los Teatros Circo Murcia y Romea. Ha aumentado el número de socios de la asociación. Hemos ayudado a muchas agrupaciones jóvenes que querían dar el salto a la profesionalización y ahora caminamos juntos. Se establecieron los Premios Azahar que han dado muchísima visibilidad social al sector.
Después de tu salida de MurciaaEscena, cuatro de las principales asociaciones teatrales de la Región de Murcia, organizadoras de los Premios Azahar, están presididas por hombres. ¿Qué pasa con las mujeres artistas y la gestión?
Es circunstancial, no pasa nada. He sido presidenta de MurciaaEscena durante ocho años y en un periodo determinado el equipo directivo estaba formado sólo por mujeres. En la junta directiva de cada una de estas asociaciones hay, por supuesto, mujeres.
Ahora mismo son cuatro presidentes.
Nos dimos cuenta y hubiésemos querido que no fuese así. A pesar de no tener conciencia de discriminación en el sector de las artes escénicas nos gustaría dar una imagen más paritaria. En el sector teatral de la Región de Murcia hay un respeto especial por las mujeres artistas. Si repasas las fichas artísticas de las compañías verás que hay más actrices que actores.
Actrices, sí. Pero ¿directoras artísticas o de producción, presidentas o gestoras culturales al frente de teatros?
Somos pocas directoras de producción, es cierto. No sé las cifras, ahora mismo, de mujeres en la dirección de teatros. Imagino que más hombres que mujeres. Debe ser algo que arrastramos de atrás pensando que es trabajo de hombres, pero no lo es.
Fulgencio M. Lax afirma que los grandes personajes de la historia del teatro son mujeres, de todos los que has interpretado estas décadas, ¿puedes elegir uno?
De todos he aprendido algo y todos me han dejado una arruga nueva. Siempre se recuerda aquellos que supusieron algo especial. No podría elegir uno. Recuerdo el personaje de Fifí en `Las reinas del Orinoco´ (1997), un espectáculo que hacía junto a mi compañera y veterana actriz de Alquibla, Lola Martínez, con la que tengo una especial complicidad artística y personal. El personaje de `Bodas de sangre´ o `Electra´, que me costó mucho entenderla siendo, en ese momento, una joven madre.
¿Cómo conciliaste la maternidad con la práctica artística?
Mi hija se adaptó con mucha facilidad desde su infancia. Recuerdo que en algunas funciones tuvimos que improvisar un intermedio porque Alba lloraba en el camerino y tenía que darle teta. Cuando era pequeña y no estaba en edad escolar venía con nosotros, aprendió a quedarse entre cajas o buscar un sillón mullido. En las giras largas se quedaba con mis padres. Se puede conciliar. ¿Te cuesta menos trabajo a ti?
Bueno, voy por días (risas). Estaba pensando en cómo influye la inestabilidad horaria y económica inherente al oficio artístico en la experiencia de la maternidad, en este caso.
Cuando Antonio y yo montamos la compañía queríamos que fuese nuestro trabajo. En Alquibla ahora mismo se ensaya a diario, de lunes a viernes, los fines de semana se descansa. Además lo hacemos de forma intensiva de 9 a 15 horas. Por la tarde cada uno tiene su vida para conciliar o hacer lo que quiera. Siempre hemos procurado tener una estructura laboral lógica.
Sí reconozco que existe una dureza en esta profesión difícil de entender para el que no la conoce. Hasta tal punto de que, a pesar de haber tenido una crianza feliz, contar con ayuda y desear ser madre, no quise tener más hijos. Este trabajo requiere mucha energía y dedicación.
¿Cuánto tiempo llevas bailando swing? ¿Qué te gusta de esta música y movida?
Muy poco, uno año solamente. La música me parece divertida y sensual. Echaba en falta una actividad que me gustara y apasionara al margen de mi trabajo. La comunidad lindy es extraordinaria, gente abierta y acogedora que se divierte bailando. No hay nada más liberador que el baile. Nos ha hecho muy felices a Antonio y a mí en este último año.
¿En qué momento nació la idea de mezclar a Shakespeare con la música swing?
La pareja de Alba, Álvaro Imperial, es músico de jazz y ha compuesto la banda sonora. Hace tiempo que Álvaro nos educó el oído en este tipo de música. Siempre se metía con Antonio diciéndole que era un heavy bruto que en cuanto escuchara jazz se enamoraría de esta música. Además, Antonio y yo nos aficionamos a bailar lindy hop. Y en el encuentro de los placeres musicales y dancísticos todo convergió en `Mucho ruido about nothing´. Ha sido un proceso y teníamos las herramientas. Álvaro en la parte musical, Antonio en la dirección artística de un Shakespeare al que conoce muy bien y Alba como dramaturga.
Sois una familia teatrera y participáis de un mismo proyecto artístico y empresarial, algo común en muchas pequeñas empresas. ¿Esto facilita las relaciones familiares o las complica?
Nos dedicamos a una actividad muy difícil, insegura e incierta en todos los sentidos, tienes que capear vendavales artísticos y económicos. El hecho de estar todos en el mismo barco refuerza la coraza de ese barco, sin lugar a dudas. Mi hija, Alba, está tan vinculada a esta vida, a este oficio y a esta empresa que somos capaces sólo con mirarnos de saber quién está de bajón y cuándo son otros los que tienen que empujar para dejar ese momento de respiro.
También tiene su dificultad, puedes entrar en bucle. Convertir la vida familiar exclusivamente en vida laboral. En el momento que eres capaz de saber que cuando se acaba se acaba y mañana más, no hay ningún problema. Esto no es fácil siempre. En nuestro caso, hemos conseguido hacerlo fácil. Somos capaces de decirnos, hasta aquí. Y hablamos de otra cosa o bailamos swing.