Escritor, performer, director de escena, juglar itinerante por La Mancha rural... el polifacético Sergio Artero (Madrid, 1980) visita Murcia este sábado para presentar una acción dramática y audiovisual basada en uno de sus últimos poemarios, “Índice de ingrávidos” (Baile del Sol, 2018). Mitos bíblicos, astrofísica, David Bowie, desamor y la tragedia mediterránea de los migrantes son los materiales, pero las formas artísticas a poner en escena son inclasificables. Una charla con Artero de cara a su actuación (en Libros Traperos -Ronda de Garay, 39, frente a antigua Condomina-, el sábado 19 a las 19h) empezaría así:
La razón de que el espectador no se encuentre en casa / en ninguna parte es que el espectáculo está en todas partes. El espectáculo vela ese sueño, doma ese sueño. / La literatura es / ciencia de la realidad / cuando se hace / insoportable.“ (pág. 17-18) Amigo Artero, ¿crees en la literatura como arma, o al menos como herramienta?
La literatura, especialmente la poesía, tiene la posibilidad de ser una rebeldía o batalla en el marco del lenguaje, porque la sumisión o enculturamiento interesado comienza con el lenguaje. Creo que vivimos tiempos adocenados y obsecuentes, pero sí, en general la literatura ayuda a ser libres: nos libera de nuestra tendencia a tener un único punto de vista. Esto también sucede en poesía, pese a que haya quien no se haya dado cuenta aún de que la poesía es literatura y tiene personajes que no siempre compartirán el punto de vista del autor. Por otra parte, espero que la literatura, más que un arma, sea un abrazo. Porque los abrazos son más necesarios y pueden cambiarnos también la vida pero para bien. Pese a lo común, la literatura puede ser un diálogo y no una imposición o coacción, es decir, la pregunta que todavía no nos hemos hecho más que la complacencia de una respuesta que ya sabíamos.
Te dedicas tanto a la poesía como a las artes escénicas, muchas veces mezclando ambos paradigmas en una misma acción performativa, como con el ciclo exPOErimentos, que coordinas a través de proyectos de desarrollo del mundo rural. ¿Cómo funcionan recitales perfopoéticos como el tuyo en Castilla y León? ¿Cómo se relaciona tu trabajo con este espacio?
En España, en general, en el marco de lo artístico, somos tradicionalistas, reaccionarios. Es una mentalidad y es una política cultural que lo perpetúa. Por mi parte, sé que estoy en la guerrilla cultural, en la contracultura o en la resistencia, como queramos llamarlo. Un maqui cultural fue Lorca, a sus maneras, y Cirlot, y Ory, y Alfonsa de la Torre, y Pino, etcétera. Maqui es quien lucha con convicción, con integridad, con utopismo. Juan Carlos Mestre, Alejandro Céspedes, Gonzalo Escarpa o Jesús Ge son maquis actuales, entre otros muchos. Por su parte el público, salvo sutiles diferencias locales, es semejante en todas partes. El público no ha existido nunca.
En Índice de ingrávidos, tu último libro en Baile del Sol, los mitos bíblicos se mezclan con la astrofísica y con la situación de los migrantes que cruzan el Mediterráneo en busca de una vida nueva y topan con sitios como un CIE, ¿concibes la poesía como una ampliación de lo real?Índice de ingrávidos,
Quizás lo real ya está ahí. El territorio de lo real no es ampliado a causa de la poesía sino al contrario. La poesía es una linterna que ilumina lo que no se deja ver o no quieren que veamos. Para los territorios conquistados hay ya otros lenguajes. Las formas de las linternas son variadas. Algunas, por ejemplo, desmantelan el lenguaje. Yo, sin embargo, sigo creyendo en el lenguaje y en la comunicación, porque en esta creencia baso mi esperanza particular: una nueva relación entre los pedazos forma también un mapa nuevo. Esta reconstrucción es lo único “real” porque sólo podemos reconstruir, ya que “lo real” en sí, por cierto, no existe y, paradójicamente, quien esté más convencido de lo que es “verdad” o “real” más utópico es, en un sentido peligroso. La poesía es también vivir en lo incierto.
Me ha parecido muy interesante la forma en que se despliega en este poemario el concepto de ingravidez, desde el Libro de Enoch hasta Ziggy Stardust, pasando por los numerosos desterrados de África que son empujados a elevarse hacia Europa. ¿Entiendes ese desapego de la tierra como uno de los males de la sociedad contemporánea?desterradoselevarse
Al contrario, entiendo como uno de los males de la sociedad contemporánea su excesivo apego a la tierra. Son los apegados a la tierra los que, como decía antes, creen que conocen el mundo porque sólo llegan a ver el sueño de su parcelita. Los ingrávidos no conocen el mundo mucho mejor pero saben que son ingrávidos y que todos lo somos de una u otra manera, que la tierra es una convención y que la ingravidez es nuestro estado natural. Dicho de otro modo, la ingravidez aporta soledad pero también perspectiva.
¿Qué responderías si alguien te plantease la dicotomía experimentación contra compromiso social?
Preguntaría sobre qué se está experimentando y qué es comprometerse. Como quien va a la montaña, diría que aquél que se atreve a explorar es quien más se compromete y cosas así. Pienso, sobre todo, que ya es hora de dejar que caduquen algunas dicotomías.
¿Qué añade la performatividad a la poesía, en tus acciones? ¿En qué se diferencian de una lectura poética convencional?
Son cosas muy diferentes e incomparables. Añade cosas y resta otras, no se trata de una “mejora” de la obra. En el caso de “Índice de ingrávidos” intento provocar una experiencia comunal donde el público se deje llevar por las imágenes (visuales, lingüísticas, escénicas) en su conjunto. Tiene mucho que ver con el ruido posmoderno que intenta reflejar el texto, un ruido que ya es cromosomático. Algo que será distinto, sólo distinto, con su lectura en soledad, donde se puede recrear, releer, etc. Y una lectura poética convencional sería algo así como un lugar intermedio. A la par, ninguna de estas tres maneras son distintas a nada porque, como recogías al principio de esta entrevista, todo, absolutamente todo, es. Ah, y esta entrevista también.