Mediante abigarradas estructuras cubistas/constructivistas, el artista describe una serie de estructuras axiomáticas que invitan al espectador a sumergirse en unas alegorías con el denominador común de su ordenación matemática. Éstas proponen, pues, interpretaciones inducidas por el juego de proporciones, simetrías y perspectivas aparentemente arbitrarias en su disposición, pero racionalmente encajadas en su discurso subjetivo.
En la 'Divina música', como titula la exposición, sus cuadros dan la sensación de proyecciones calidoscópicas en las que las magnitudes se armonizan con elementos figurativos de diversa índole. El resultado son descripciones virtuales engranadas por la voluntad del autor de plasmar sus vivencias y fantasías dispuestas como un rompecabezas que dan la sensación de enfrentarnos a recreaciones o juegos sin corolario.
En su lenguaje visual, Legaz mezcla elementos bien conocidos, por populares y castizos, con abstracciones y universos que recuerdan en algunos casos interfaces de creaciones informáticas (aunque nos consta que no es ése su mundo ni su hobby). Huelga buscar coherencia racional y menos aún corolarios en sus discursos pictóricos, que parecen obedecer más a la casualidad que al sometimiento de la voluntad.
Los juegos cromáticos que nos propone impresionan por su viveza en una confrontación armoniosa que recuerdan arquitecturas imposibles y burlan las tres dimensiones canónicas mediante ilusiones ópticas por la acción de planos teselados. El resultado es sorprendente.