El XXII Jazz San Javier clausuraba su programación en la noche del pasado sábado, con otro lleno del auditorio Parque Almansa en dos homenajes producidos por el propio festival. Uno al recuerdo y producción del pianista y compositor Michel Legrand, fallecido el 26 de enero de este mismo año, y un segundo a Las Leyendas del Blues de Texas, que convocó a dos mil personas. Aún obteniendo muy buenas taquillas y habiendo incrementado el número de abonados, su director Alberto Nieto, destacaba ante el auditorio que lo importante es que Jazz San Javier continúa creciendo y se ha convertido en uno de los máximos referentes del género en toda Europa.
Y hablando de Europa, Nieto increpó a un espectador que gritó a Pierre Boussaguet que se dirigiera al público en español. Se creó un momento de tensión innecesario ya que, destacó Nieto, “éste es un templo de la Cultura, de la libertad, y no se exige a nadie nada. Es más, soy un convencido de que Europa es una nación y como tal tiene muchas peculiaridades. Le pediría a esa persona que ha increpado a un caballero y músico que si no le gusta el ideal de este festival acuda a otro foro en el que pueda manifestarse como él desea”. Un aplauso unánime del auditorio avalaron estas palabras de Alberto Nieto que como máximo responsable de Jazz San Javier pasó un mal rato.
Pero contada la anécdota, el festival había preparado para esta noche de clausura una producción propia bajo el título “San Javier Loves Michel Legrand”, encargándole el proyecto al que fuera su fiel amigo y contrabajista Pierre Boussaget e invitando a cantar algunos de los temas que se eligieran a la soprano y cantante de jazz francesa, Natalie Dessay. Para la segunda parte y producido también por el festival –y último concierto de este año-, se proyectó otro homenaje: “El de las Leyendas del Blues de Texas”. Para ello se contó con dos guitarristas que ya visitaron ese escenario en 2017 y que lograron todo un éxito de público y crítica: el tejano Buddy Whittington y el murciano Santiago Campillo.
La vida de Michel Legrand fue relativamente larga (falleció el 26 de enero de este 2019 en París), pero ha sido inmensamente productiva en creatividad musical que no se quedó únicamente en el jazz (al que quería mucho) o en su producción musical para el cine (escribió más 51 Bandas Sonoras Originales para el cine y la televisión, con varios galardones entre los que cuentan el Óscar, en tres ocasiones logrado, o la Palma de Oro de Cannes), sino que Legrand se movió por todos los géneros de la música ligera, clásica y jazzística. En diversas entrevistas, el compositor siempre destacaba que él no era un político que se fija metas, sino un un artista que siempre ha creído en la diversidad de todo tipo de música y por ello, la producción de Michel Legrand es tan extensa y variada. Es obvio que la música del cine ha destacado por encima de otras producciones del pianista y compositor, pero también canciones creadas para voces o piezas para el jazz han tenido su gran reconocimiento y proyección.
El concierto homenaje se iniciaba con unas palabras de Boussaget que venían a explicar en qué iba a consistir lo que se iba a ver y escuchar así como anécdotas del pianista en vida (ahí se produjo la incidencia del espectador relatada). Sin perder un minuto, Sebastian DeKrom, a la batería; Patrice Peyrieras, al piano y Sharman Plesner, al violín, dejaron sonar las primeras notas del también primer tema elegido, “Chanson des Jumelles”, de la película musical “Les Demoiselles de Rochefort”, que fue acogida con una ovación del respetable. El grupo sonaba muy compacto, lo que dejaba nítida la idea de respeto hacia Legrand que nunca fue un músico estridente. Continuaron con una composición del año 1999 dedicada al también desaparecido Ray Charles titulada “Ray Blues”, que levantó aún más los aplausos del auditorio. Y otra pieza más de ese álbum titulado “La Gran Big Band”, compuesta al alimón con Miles Davis y titulada “Dingo Rock”.
En ese momento del concierto, Pierre Boussaget llamó al escenario a una de las voces más importantes del “bell canto” de Francia: Natalie Dessay. Una voz que sabe modular perfectamente el sentimiento de cada pieza que interpreta y que una primera demostración la tuvimos con la primera canción importante de Michel Legrand en su carrera musical: “Le Valse des Lilas”. El público se puso en pie aplaudiendo y rindiendo su reconocimiento a esta mujer que fue muy amiga del recordado compositor con el que cantó en muchas ocasiones. Como se puede comprobar, el paseo por la producción de Legrand estuvo bien escogido teniendo en cuenta que había que realizar una selección para poco más de hora y media de concierto. Dentro de ese tiempo sonó “Chanson de Delphine à Lancien”, igualmente de la película musical “Les Demoiselles de Rochefort”, a la que Dessay impregnó del espíritu jovial y melódico que Legrand siempre tuvo presente a la hora de crear.
Otra de las películas para las que Michel Legrand escribió la banda sonora fue “Verano del 42”, que Natalie Dessay interpretó junto al pianista Patrice Peyrieras. Le siguió “Le Cinéma” y dos piezas, una vez más de “Les Demoiselles de Rochefort”, en una tituladas “Air de Delphine/Maxence”, con las que Natalie Dessay finalizaba, de momento, su intervención en este homenaje. Y otra banda sonora para una película británica de 1971 titulada “Le Messager” dejó sonar sus notas con el cuarteto instrumental, en un arreglo de tres tiempos que Boussaget había preparado para esta ocasión.
Para encauzar el final de este concierto homenaje, Boussaget reclamó de nuevo la presencia de Natalie Dessay para interpretar una pieza que en los registros discográficos aparece con ritmo de samba y que aquí interpretaron un poco más lenta a caballo entre samba y bossa titulada “L’âme soeur à l’hameçon”, para continuar con una de las más bellas partituras que Legrand escribió para Barbra Streisad y que se convirtió en un clásico de las primeras voces internacionales como Frank Sinatra o Tony Benett: “What Are You Doing The Rest Of Your Life?”. Antes de la pieza que Pierre Boussaget compuso para este repertorio reiteró las gracias a todos y sonó “Michel l’Enchanteur”, una partitura de aire festivo y optimista como fue el maestro Michel Legrand.
El público se puso de pie para ovacionar a estos músicos que supieron retratar el espíritu y música de un compositor, pianista, cantante y productor único como fue Michel Legrand al que tuvimos la suerte de ver en la clausura de la XX edición de Jazz San Javier. El auditorio demandó un bis y Boussaget miró su reloj para comprobar si estaba dentro del horario. Habían previsto dos, pero sólo hicieron el “Tema de Los Paraguas de Cherbourgo”, con el que dieron por finalizado este concierto homenaje en una producción del propio festival de San Javier.
La segunda parte era otra producción de Jazz San Javier, con otro homenaje que se iba a rendir a las Leyendas del Blues de Texas. Para tal fin, el festival encargó el mismo a dos guitarristas que poseen un nivel envidiable. El primero pulula últimamente mucho por España y procede de Texas; se trata de Buddy Whittington que ha sido, entre otros grupos y cantantes, guitarra de los últimos Bluesbreakers de John Mayall, con quien clausuró la X edición de esta cita jazzística de San Javier. Su compañero de viaje es un murciano internacional, Santiago Campillo, que conoció a Buddy en los conciertos con Mayall trasladándose posteriormente a Texas donde Buddy le invitó a tocar con su banda. Desde entonces se fraguó una amistad de ida y vuelta siedo ya casi una tradición el que Buddy venga a España y Europa para hacer giras con Campillo y viceversa. Ambos protagonizaron hace dos años, uno de los conciertos de blues más recordados de todas las ediciones y en esta ocasión, el festival los vuelve a llamar para hacer este homenaje a Las Leyendas del Blues de Texas.
Con un foso y auditorio repleto de público y amigos de ambos, la banda fue apareciendo en el escenario conformada por, además de ambos guitarras, Oneidad James, en el bajo (fue, entre otros, la bajista de Joe Cocker); y José Ciudad, en la batería. Con un tema de ZZ Top, “La Grange”, se iniciaba un concierto que iba a derrochar talento y mucha energía para acometer este homenaje blusero y dejar al auditorio tocando el cielo. A esta pieza le siguió “Standing On Shakey Ground” para colocar a algún despistado en la ubicación correcta y Campillo llamó al organista y compositor Mauri Sanchis, con el Hammond B3, que a partir de ese momento añadió un “groove” importante y casi necesario para el repertorio que habían preparado ambos guitarritas. Así que, sin más dilación, atacaron “I Don’t Need No Doctor”, “Now I Got A Woman” o “Born Under Bad Sign”, que hicieron saltar por los aires a todos aquellos que se agrupaban en el foso del auditorio en el que no cabía ni un alma más.
El personal andaba enfervorecido y sus demandas eran constantes, por lo que Whittington y Campillo continuaron soltando estopa con piezas como “Greenwood”, “Higher Ground”, para la que llamaron a David Sooper (un tejano que lleva muchos años viviendo en Murcia), “World Of Huert” o “Don’t Go To Strangers”. Demasiado para aquellos cuerpos que escuchaban, bailaban, coreaban estas canciones de blues y sosegaban el calor y la sed con cervezas apostadas en sus manos. Santiago Campillo –que no perdía de vista el panorama- llamó a un magnífico armonicista y, destacó, mejor persona: Ñaco Goñi. Fue recibido con un unánime aplauso de los presentes, que seguramente escucharon hasta en La Ribera.
Si Mauri Sanchis y el Hammond B3 añadieron “groove”, la armónica de Goñi terminó de crear el clímax perfecto de un buen blues que se precie y atacaron “Hoochie Koochie Man”, de Muddy Waters, en la que Ñaco Goñi dejó sus primeros avisos de excelente armonicista. Luego seguirían “Tailspin”, “Stormy Monday”, cantada por la bajista Oneida James, y “Maydell” antes de que Mauri Sanchis entonara las primeras notas del tema de Booker T. Jones “Green Onions”, que sirvió para que Santiago Campillo presentara a la banda e invitados. El final sería con “Ruta 66”, con la que todo el auditorio cantó y derrochó sus penúltimas energías nocturnas. Aplausos a raudales, silbidos, “otra, otra” gritaban muchos desde el foso y gradas, que provocaron que los músicos regresaran a sus instrumentos y tocaran “Que El Tren No Pare”, cantada por Santiago Campillo con el coro del auditorio, que puso un broche de platino a esta XXII edición de Jazz San Javier.
En suma, noche para los homenajes a Michel Legrand y Las Leyendas del Blues de Texas, que propiciaron una clausura en la linea tradicional de esta cita: Los contrastes musicales. El resumen de esta edición se puede definir como la que comenzó con un músico de Cartagena que compone con un nivel internacional, Fernando Rubio, para continuar con nombres de las nuevas hornadas que no han defraudado en absoluto, lo que asegura el futuro de esta música. El jazz español logró colgar el letrero de “no hay entradas” en la tercera jornada. Luego tendríamos la constatación de que el flamenco se queda en una fusión con el jazz como otra corriente a tener en cuenta (recordamos los conciertos de Antonio Lizana, BVR Flamenco Big Band o Chick Corea con su “Corazón Español”).
Y las muchas y continuadas ocasiones que este año hemos tenido los “pata negra” de disfrutar de auténticos y tradicionales conciertos de jazz con figuras como Thierry Lang & David Linx, Jazzmeia Horn, Roberta Gambarini y Fabrizio Bosso en homenaje a Roy Hargrove, o el regalazo de un Ron Carter enorme como músico y persona, que recibió el Premio del Festival.
Y los conciertos de la calle han ganado, definitivamente, esas calles y plazas ya que la asistencia de público ha aumentado y se consolidan entre los vecinos y visitantes veraniegos de San Javier, Santiago de la Ribera y La Manga del Mar Menor. El equipo de Alberto Nieto ya ha comenzado a trabajar para la XXIII edición, en 2020. Se lo contaremos de nuevo. Gracias por la atención que nos han prestado en cada ocasión y esperamos seguir contando con todos ustedes. Gracias.