El Niño de Elche igual musicaliza poemas de Miguel Hernández, que toca en el Sónar, se expresa con la `performance´y la danza contemporánea o cata las artes plásticas. Este artista poliédrico actuó el miércoles en el Centro Párraga junto con María Muñoz de Mal Pelo en el espectáculo `Siete lunas´ y participará de nuevo en el Sónar.
¿De qué conoce Murcia?
Murcia fue el primer territorio que me dio oportunidad de estar en los concursos de La Unión, Calasparra, y visitar las peñas flamencas desde que tenía 14 ó 15 años. Ese fue mi primer rodaje murciano. En esta otra vida he venido pocas veces porque Murcia no es una tierra fácil a la hora de propuestas que se salgan de lo establecido. He venido un par de veces y no con proyectos míos. Ahora por fin vengo a la Mar de Músicas el 17 de julio.
¿Qué es para usted la experimentación?
Es un proceso en continuo desplazamiento movido por tu inquietud, las vivencias y la gente que te rodea o por tus necesidades materiales o inmateriales. No es una inquietud mental como la gente que se acerca porque lo considera interesante, sino porque es una cuestión de necesidad.
¿Qué tiene delito para el Niño de Elche?
Al blog de El caballo de Nietzsche le dije que subvencionar la tauromaquia es casi un terrorismo de estado y ahora quito el casi. Apoyar cualquier delito o maltrato me parece aberrante. Subvencionar a la policía me parece aberrante. Para mí el policía ideal es el que está en la biblioteca y no maltratando a la gente. Cualquier maltrato animal o humano es terrible.
¿Y qué le diría a quienes defienden la tauromaquia con el argumento del arte y la belleza?
Son posicionamientos románticos respetables que implican esa idealización del arte, pero no me interesa un arte que emerge de esas prácticas. Puedo entender que en la catástrofe puedes encontrar la expresión artística. Todos los que trabajamos desde lo político sabemos todas las decisiones extremas son inspiradoras para crear arte, pero no podemos apoyar que eso continúe.
¿Cómo fue la grabación con el toro de `Animal Número´?
El toro es un animal que embiste, yo también tengo eso en el imaginario. Cualquier bufido me asustaba, pero como estuve una hora y media se tranquilizó. No fue fácil porque es un animal con mucho poder, pero `Animal Número´ visibiliza otra forma de entender a ese animal. A mí me interesa mucho romper imaginarios y como vengo del flamenco está teniendo mucho peso. Está siendo un poco cansino aguantar a los tauropátas. Son gestos que no solucionan el tema de raíz, pero lo erosionan, como se está viendo con la tauromaquia.
Se atreve con todas las expresiones artísticas
Para mí son herramientas que utilizo para comunicar sensaciones y discursos. No las ensalzo más allá de la instrumentalidad que tienen. Ahora me interesa crear relaciones y fricciones y estar en ese mejunje de situaciones que crean pensamiento crítico y disfrute. Intento no definirme, eso lo dejo más para la gente de fuera.
Llama la atención que en todas sus colaboraciones no pierde su individualidad
El sentido de colaborar con mucha gente es que tu supuesta personalidad o identidad se refuerza mucho más, además de que te complementa.
¿Y con Mal Pelo?
Juan Carlos Lérida nos juntó a María Muñoz y a mí entre otros en el Mercat de las Flors, un espacio del movimiento, y que llamó `Flamenco empírico´ y generaba encuentros y uno fue nosotros. Y quisimos seguir colaborando.
¿Y `Siete lunas´?
No queríamos hacer un espectáculo con una narratividad cerrada. Es más un encuentro donde reina la improvisación con diferentes capítulos y diferentes formas de entender la escena y lo sonoro. Tratamos de que se difuminen los roles.
No le gustan nada las etiquetas
Ahora con Facebook sí, pero no tiene sentido hoy en día. Cómo explico que ahora vengo a hacer esto y luego a la Mar de Músicas a hacer un concierto de rock experimental y otro día una performance de calle. Todo artista que no puedas encuadrar, es decir que no puedas poner una etiqueta a su música, me parece un logro genial. A mí aún me ponen la etiqueta de flamenco porque todavía hay una resistencia, aunque sea parte de mi mochila como tantas otras cosas.
¿Le entiende el público?
Lo que más cuesta es tener la visión general lo que puede ser una persona que se dedica a las prácticas artísticas. A la prensa que se empezó a interesar más por mí sobre todo a partir del Sónar del año pasado le costó mucho entender esta forma poliédrica de hacer arte. Los proyectos `artivistas´ también tienen peso. Estamos acostumbrados a analizar la carrera artística de forma muy lineal con un disco y una serie de conciertos. Para mí la línea discográfica es una más.
¿Cómo fue la experiencia en el Sónar del año pasado?
Parece un sueño, no en el sentido de sueño americano, sino de una nebulosa que no sabes si ha pasado o no. Fue todo muy rápido. Fui con bastante ignorancia. He sido la primera persona del flamenco en ir al Sónar.
¿Cómo entiende a Enrique Morente?
Fue de los cantaores que alimentaron mis ganas a cantar flamenco clásico, pero no es mi única referencia. Si yo empecé a experimentar no fue por Morente. Ha sido un referente, sobre todo, a la hora de musicalizar poemas. Pero en mi relación con el cuerpo, las prácticas políticas, el `artivismo´, la performance, ya no tiene nada que ver. Él trabajó la composición y los poetas clásicos.
Hábleme del `artivismo´
El arte es un acto político. Toda acción es política de una forma a otro. Lo político puede estar en una mirada, un gesto o una palabra, que es lo que a mí me interesa porque te saca de una posición clásica de cómo entender lo político desde el arte, más allá de cantar en contra del fascismo o a favor de la humanidad. Hay proyectos con los que estoy mucho más concienzado que con otros, no todas las problemáticas te arañan igual. Apoyo el boicot a Israel, el tema de la tauramoquia, he hecho muchas colaboraciones con la PAH, he denunciado el tema de la balsa cancerígena de Forfollesa en Huelva o el tema de SGAE.
`Voces del extremo´está accesible con la licencia libre Creative Commons
Ese proyecto encajaba en ese filosofía porque depende con quién lo edite e intento llegar a un acuerdo dentro de esta esquizofrenia de los derechos y las descargas.
No estoy de acuerdo con la forma de recaudar dinero de la SGAE, no me parece transparente. Es una sociedad dirigida por las editoriales, no por los músicos, y con cuestiones mafiosas. Es una sociedad privada con potestad estatal por los poderes económicos de las editoriales.
Es bastante complejo porque te pones en la dicotomía de que como músico te entre un dinero cada mes o aceptar las migajas de lo que tu música genera y buscar una verdadera sostenibilidad con los conciertos. La industria musical tiene un montón de grietas y una cosa es una estimación material, y luego está la valoración colectiva de acceso a eso, y con los derechos de autor intentamos que no sea una barrera para acceder a eso, que para mí es un derecho fundamental.
Puedo entender que no quieras descargar la música, pero no que no se pueda ver por Internet. La SGAE recauda dinero a mi nombre y yo no socio por esa potestad estatal. Pienso que el músico debería gestionarse él los derechos de autor y que cuando muera deberían ser universales. No creo en la herencia de los derechos de autor ni de nada.
Por otra parte, en España hay mucha piratería y no se valora al artista
Aunque el público tampoco lo valora como querríamos, tampoco lo hace el Estado y, de hecho, en ningún debate político se ha hablado de cultura. Aunque también tengo mis problemas con esa palabra, sirve mucho de espacio de confort. También existe una palabra que se llama contracultura. Cultura es hoy para mí una palabra muy cercana al poder establecido.
Nuestra posición es trabajar en las grietas que ese sistema tiene y poder generar proyecto viables económicamente pero que están desplazados del pensamiento reinante dentro de la industria musical. Necesitas también ese músculo económico y o bien lo haces con mecenas o estatalmente, pero que no es un buen camino porque la burocracia es brutal, o llegar a acuerdos con multinacionales que no te aplasten, y eso lleva mucho trabajo.
Muchísimos `artivistas´ son conscientes de que la industria artística no se crea desde los parámetros del arte, sino económicos y eso hace que se quemen. Desde mi prisma, me parece menos interesante la posición del estado que la de las multinacionales.
¿Votará en las próximas elecciones?
Pedí el voto por correo a Elche, a ver si me llega. El votar o no votar me lleva a pensar que es una lógica que está ahí y que tiene su importancia como organización, pero no creo en estos eslóganos de cambio en el Congreso. El cambio no es sólo amortiguar o desplazar un poco, sino que es una cuestión estructural. Tiene que venir desde abajo y como no estamos por la labor, tenemos el sistema que tenemos. Está claro que los españoles no queremos un cambio, ni locos. No estamos dispuestos a asumir un cambio real.
¿A quién le diría que os follen, como dice una de sus canciones?
A la mayoría de los partidos políticos, a una mayoría social y a la policía como institución. A la mayoría de la afición al flamenco les diría que os follen y a algunas instituciones como la andaluza. A la SGAE y a gran parte de la sociedad también, sin duda. Y a mucha más, la lista sería bastante extensa. Ahora los taurópatas me tienen frito en Twitter. Los insultos cada vez van a más.
Me dicen radical cuando critico a la policía, pero no lo hago porque disuelvan una manifestación, sino por esas 16 personas que se han quedado sin ojo, las torturas del País Vasco o la situación de los CIES o en la valla de Melilla. Eso sí que es `heavy´.