Pérez Casanova muestra en Suecia imágenes urbanas captadas en el propio país escandinavo

Pedro Pérez Casanova ha esquivado la pandemia y ha ido a Suecia a exponer paisajes urbanos que él mismo ha captado en ese país escandinavo. Lo hace en el interior de la factoría de la multinacional Tetrapack, en Lund, cuyos directivos lo han elegido artista del año, para difundir entre sus clientes y empleados reproducciones de los cuadros del pintor.

El artista no es un desconocido en ese país, pues desde hace más una década ha dado a conocer sus pinturas en diversas galerías, especialmente en la región de Escania. La pandemia lo había retenido en su hogar cartagenero, resistiendo embates económicos mientras pintaba con la esperanza de una irremisible vuelta a la normalidad y centrarse en lo que lleva haciendo desde hace unos veinte años.

Malmö, la tercera ciudad en importancia en la Suecia meridional, abocada al mar Báltico, es la primera imagen de referencia de Pérez Casanova, y de allí extrae las atmósferas semi-iluminadas, los reflejos acuosos y la viveza de las piedras centenarias de históricos edificios y calles mundanas de la industriosa ciudad hanseática.

Ese peculiar ambiente, tan alejado de su familiar entorno mediterráneo, no es óbice para que cambie su estilo que le caracteriza “eterno dilema- afirma- en el que me encuentro inmerso para no abandonar mi línea artística”, a pesar de que persistentes inquietudes creativas le tienten con otras formas de trabajar.

Es por eso que el pintor cartagenero, nacido por casualidad en Barcelona hace 53 años, pero criado en la pedanía de La Palma, oculta al público esas obras experimentales a la espera, tal vez, del momento idóneo, aunque “todo lo que hago se parece a lo que muestro, sin romper el cordón de mi estilo”.

Realismo figurativo con fugas interpretativas para mostrar sus propias interiorizaciones en unas escenas que llaman a la quietud de espíritu y a la reflexión de un mundo cambiante, que en Suecia se manifiesta sobremanera por la condescendencia de sus arraigadas costumbres ante aires foráneos. Toques impresionistas para llamar la atención de contrastes característicos de una impronta urbana que nos evoca enfrentamientos de amor y dolor, de la alegría y retraimiento consustancial de la personalidad escandinava, que el artista ha buscado.

Estampas de entornos urbanos que, sin llegar a la magnificencia de otros monumentales edificios civiles, muestran la amable austeridad de un país tan incardinado en la historia europea como celoso de su personalidad. Pérez Casanova ha mirado, pues, hacia edificaciones menos ostentosas, donde lo fidedigno hay que saber encontrarlo.

También lo ha hecho hacia la noche de Malmö, una ciudad eminentemente universitaria y afamada por sus prestigiosas facultades de las artes y sus museos, concentrándose en el bullicio de unas calles que refulgen de alegres luces, modeladas por una lluvia que es de siempre. El artista cartagenero es el primer español al que invitan para exponer en la multinacional del envase.