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Feminismos antipunitivistas

3 de marzo de 2022 06:03 h

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Me voy a meter en un berenjenal, venga.   

Roy Galán ha sido insultado y vapuleado en las redes por escribir un texto antipunitivista y prosexo. Es un pequeño texto crítico tanto con el porno como con la nomenclatura de las agresiones sexuales, que acompañaba a una fotografía de un grafiti que ponía: 'El porno es violación', un discurso que como habréis visto está cobrando bastante fuerza en muchos ambientes feministas.

Contiene frases polémicas como “no todo es violación porque si todo es violación nada lo es. En la intimidad se pueden producir malestares, situaciones incomodas, y sí, abusos, agresiones y violaciones” o “no puede ser que niegues a tus hij*s el poder escuchar sobre sexualidad o violencia machista hablando de ideología y cuando se produce una agresión pedir la pena de muerte”.

El texto donde, en mi opinión, pide una educación sexual integral y desecha la censura en pro de la autodefensa feminista, ha levantado ampollas en las redes tildándolo de ataque al feminismo… y ahí viene un poco el error: no existe ni un solo feminismo ni una sola forma de ser feminista. Con este escrito pretendo darle un poco de contexto al conflicto y señalar cómo efectivamente se están creado unas sinergias preocupantes entre algunas feministas  y la ultraderecha.

Personalmente, siento que vivimos un retroceso a los setenta. Los mismos conflictos no resueltos vuelven una y otra vez y se visibiliza un solo un tipo de feminismo, al que Mikki Kendall llama feminismo blanco. También me preocupa el nivel de punitivismo al que estamos llegando (además visto como progre), entre otras cosas porque creo que es necesario cuestionar las posibilidades y limitaciones de las estrategias de castigo que se están instaurando en los últimos años.

Si bien es cierto que todas conocemos más o menos los feminismos abolicionistas (lo que le ha pasado a Roy Galan lo pone de manifiesto), no ocurre lo mismo con los antipunitivistas, a pesar de que ahora mismo hay muchas autoras españolas y extranjeras trabajándolos.

Creo que, de base, podríamos establecer tres tipos de feminismo antipunitivistas: el feminismo prosexo, el transfeminismo y el feminismo negro.

El primero ha defendido que no hay una hegemonía sexual y ha puesto de manifiesto cómo históricamente se han marginado y relegado las sexualidades no normativas etiquetándolas como prácticas perversas o desviadas. (Prácticas entre las que hasta hace poco se encontraban las homosexuales). Este feminismo ha reflexionada sobre los dispositivos jurídicos y simbólicos punitivos contra las mujeres y ha generado otro tipo de pornografía, como refleja la antología Porno Feminista.

El segundo engloba el feminismo latino, migrante y queer, que amplía los sujetos del feminismo y ha producido una valiosa teoría sobre cómo las fuerzas policiales y paraestatales reprimen los cuerpos más vulnerables en las calles y las fronteras.

Tanto el prosexo como el queer o convergen con el feminismo negro que ha trabajado específicamente las políticas de encierro y las estructuras carcelarias como elementos que reproducen la criminalización que dicen combatir. Las comunidades negras en Estados Unidos están marcadas por el castigo debido a procesos de esclavitud y pseudoesclavitud.

Kendall en su libro Feminismo de Barrio explica algunos contras del punitivismo “sabemos que el feminismo carcelario (la confianza en que el trabajo policial, judicial y penal resuelve la violencia de genero y sexual) suele usarse contra las mujeres que se defienden”, así como que “el feminismo (blanco) se ha sumado a una tendencia que asume que cuando la victima acude al Estado todas sus necesidades quedan cubiertas” (pag. 132, Capitan Swing).

Aterrizando el análisis en el Estado español, como múltiples autoras han señalado (Laia Serra, Laura Macaya, Cristina Garaizabal, Clara Serra ) ni el Estado cubre todas las necesidades, ni un mayor punitivismo resulta disuasorio, sino que más bien genera una mayor criminalización y perpetúa el delito. Si bien es cierto que en los últimos años se han incorporado derechos más allá de las denuncias, la ultraderecha está intrumentalizando el problema de la violencia machista para hablar de cadena perpetua mientras algunos sectores del feminismo parecen estar de acuerdo y esto es preocupante. Creo que esto es la parte que Galán quería resaltar (otro debate es si esta réplica le correspondía a un hombre o a una mujer, si un post en Instagram se puede considerar “liderar un movimiento” o simplemente si nos guste más o menos el autor)

Espero haber dado un poco de contexto al asunto y para las y los que os planteáis: ¿Y que hacemos con los violadores? os recomiendo un libro con el mismo título de Heura Negra ('Descontrol').

Me voy a meter en un berenjenal, venga.   

Roy Galán ha sido insultado y vapuleado en las redes por escribir un texto antipunitivista y prosexo. Es un pequeño texto crítico tanto con el porno como con la nomenclatura de las agresiones sexuales, que acompañaba a una fotografía de un grafiti que ponía: 'El porno es violación', un discurso que como habréis visto está cobrando bastante fuerza en muchos ambientes feministas.