'Disidencias de género' es un blog coordinado por Lucía Barbudo y Elisa Reche en el que se reivindica la diversidad de puntos de vista feministas y del colectivo LGTBQI.
Nosotras, las mejores de todes
Hace un par de semanas navegando en Netflix , di con Juana Inés, una serie mexicana que repasa la vida de la insigne monja mexicana Sor Juana Inés de la Cruz. Mi emoción con este hallazgo se parecía bastante al de una niña con juguete nuevo en Navidad. De esos juguetes esperados por más de una Navidad.
De la mano de Sor Juana (o mejor dicho de sus versos) me enganché al feminismo. Aunque en estos tiempos laicos provoque un sacudón de sesos oír (o leer) monja y feminismo como palabritas que se aman entre sí, y no como antónimos; el papel de esta monja en el derecho de las mujeres a acceder al conocimiento tiene una trascendencia increíble.
A veces me da la impresión de que es una figura que, al menos para las nuevas generaciones de feministas, puede llegar a pasar inadvertida, y a veces temo que lentamente caiga en el olvido (una razón más para ver la serie de Netflix). Tengo la sensación de que esa oscuridad y silencio obedecen a que es muy monja para ser reivindicada como feminista, y muy feminista para ser reivindicada como monja. A ver, no pocos pecados tiene la Iglesia en contra de las mujeres, y eso puede hacer que desde el feminismo se la nombre cada vez menos. Y vamos, no escucharemos a ningún cura desde cualquier púlpito, sermón (o lo que se le parezca) mencionar siquiera que hace algunos siglos (colonia tardía) en un convento mexicano, una monja llegó a atesorar una de las bibliotecas más magníficas de la época, ni que ese espacio de clausura fue una espacio de lo que ahora llamaríamos “producción cultural” comandado nada más y nada menos por una monja que hablaba con soltura náhuatl (la lengua de los Aztecas) y el castellano, y que defendía de manera encendida el derecho de las mujeres a acceder al conocimiento, pero también a lo que hoy denominamos a la producción científica.
En este punto querides, seguro quieren saber un poquito más de sor Juana. Se presume que nació en 1648 en un pequeño pueblo del estado de México llamado Nepantla; siendo hija de Pedro Manuel de Asbaje e Isabel Ramírez. Se dice que aprendió a leer a los tres años, a escondidas de su madre, mientras su hermana recibía clases; inaugurando así, a tan corta edad, su gusto enorme por el conocimiento.
Posteriormente, iría a vivir con su abuelo Pedro Ramírez, en Panoaya, en donde aprendió a hablar nátuahl. En 1660, se traslada a la casa de unos parientes, en la ciudad de México, ciudad en la que aprende latín, lengua que le permite acceder a los libros de ciencia y filosofía de la época.
A los trece años, ingresa a la corte virreinal, en calidad de dama para servir a la virreina, doña Leonor Carreto, Marquesa de Mancera, mujer que sentía un profundo amor por las letras al igual que Juana. Es así que, la joven pasa a convertirse en la protegida de los virreyes; siendo precisamente el virrey quien alentaría tiempo después a un grupo de estudiosos para que examinen a Juana Inés.
Poco antes de cumplir dieciséis años, a fin de evitar el matrimonio y continuar cultivando el conocimiento, decide tomar los hábitos e ingresa al convento San José de las Carmelitas descalzas, el cual abandona, tres meses después de haber ingresado por un fuerte quebrantamiento en su salud, producto de los estrictos hábitos de vida de las monjas.
Posteriormente, ingresa al convento de San Jerónimo, en donde se desempeña como bibliotecaria y contadora, combinando estas tareas por su pasión a las letras, afición que ocasionaba disgustos a su confesor el padre Antonio Nuñez de Miranda, que como la mayoría de hombres (y mujeres) de la época consideraba impropio para una mujer el gusto por el conocimiento. En 1680 llega a México el nuevo virrey junto a su esposa María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, personaje trascendental en la vida de Sor Juana, que conjuntamente con su esposo también la ampararían. Es significativo el hecho de que durante la permanencia de la virreina en México, Sor Juana produjo la mayor parte de su obra literaria. En vista de que sus poemas eran bien recibidos, su fama se extendió por toda España y América del Sur.
Aunque el carácter poco austero de la orden de San Jerónimo, es tierra fértil para el desarrollo intelectual de Juana, no es menos destacable esa capacidad de esta mujer, de convertir un espacio sagrado, en una riquísima experiencia de intercambio científico y cultural, denostado en muchas ocasiones, precisamente porque la protagonista era una mujer. En la serie de Netflix, Juana Inés, podemos observar en varios momentos la cómica habilidad de la monja para lograr lo que a bien se le da. Haciendo gala de una inteligencia agudísima sortea censuras y burla las líneas rojas del silencio, la ignorancia, y la humildad que se esperaba de una mujer. Bueno, a pesar de los avances, es innegable que a muchos (con O) les produce alergia no tener la primera y la última palabra en un debate, o ser dueños de la verdad absoluta. La moral patriarcal sigue esperando esa humildad y el silencio en las mujeres, principalmente en lo cognitivo.
La frescura del personaje, retratado en la serie, me hace pensar que efectivamente tuvo que ser con mucho humor y agudeza que debió recurrir la producción científica y la creación literaria.
Lamentablemente, el escozor que causaba entre la jerarquía eclesial (varones de la Iglesia)las actividades y la estrecha relación con la virreina (lo siento, un pequeño spoiler) avocarían a una persecución, que terminaría con la renuncia de la monja a seguir escribiendo.
Una producción de 1990, que trata quizás con menos humor, la vida de Sor Juana, muestran a una mujer derrotada ante sus inquisidores, y que firma una carta de renuncia hacia su actividad literaria, científica y teológica, con la siguiente frase: Yo, la peor de todas (así se titula la película precisamente). El guión de esta cinta está basado en el ensayo de Octavio Paz Sor Juana Inés de la Cruz, o las trampas de la fe, en el que se sugiere precisamente que la monja habría abrazado este mandato de silencio y obediencia.
La producción de Netflix sugiere la posible existencia de alternativas más refrescantes y esperanzadoras. Invito a que puedan ver esta serie y también puedan revisar el ensayo de Paz, y por supuesto la obra de Sor Juana Inés.
En contra de ese mandato patriarcal, que conminó a sor Juana a escribir que era la peor de todas, he decidido titular este artículo de esta manera, imaginando que nuestra hermana monja, burlando los prejuicios que aún pululan lamentablemente en el aire de esta primavera, y que nos quiere a las mujeres silentes, humildes, y opacas, escribe con todas Nosotras, las mejores de todes, y nos invita a seguir desafiando prejuicios y estereotipos, y abrazar en la vida TODO lo que queramos.
Hace un par de semanas navegando en Netflix , di con Juana Inés, una serie mexicana que repasa la vida de la insigne monja mexicana Sor Juana Inés de la Cruz. Mi emoción con este hallazgo se parecía bastante al de una niña con juguete nuevo en Navidad. De esos juguetes esperados por más de una Navidad.
De la mano de Sor Juana (o mejor dicho de sus versos) me enganché al feminismo. Aunque en estos tiempos laicos provoque un sacudón de sesos oír (o leer) monja y feminismo como palabritas que se aman entre sí, y no como antónimos; el papel de esta monja en el derecho de las mujeres a acceder al conocimiento tiene una trascendencia increíble.