'Disidencias de género' es un blog coordinado por Lucía Barbudo y Elisa Reche en el que se reivindica la diversidad de puntos de vista feministas y del colectivo LGTBQI.
¿Y si Elsa es lesbiana?
Cuando vi Frozen por primera vez, el personaje de Elsa me cautivó profundamente. Una princesa autónoma, mágica y poderosa. Lejos estaba de las imágenes de princesas débiles y necesitadas que Disney proyectaba cuando yo era niña. Cosas maravillosas como la ausencia de un príncipe-héroe salvador, y la novedad de que la trama no gire en torno a un idilio cisheterosexual, repleto de tópicos machistas y lugares comunes.
Sin ánimo de caer en los spoilers (vale la pena que quienes no hayan visto la película lo hagan) debo mencionar que la visión del amor como fuerza vital toma tintes distintos y convive perfectamente con una Elsa solterísima y libre. Ya en ese entonces (la primera película), la princesa de las Nieves, despertaba sospechas acerca de su lesbianismo. Pero como ya he mencionado brevemente, en la primera entrega de esta saga el personaje de Elsa hace despliegue de su soltería y autonomía (se construye ella sola una hermosa fortaleza de cristal).
Este tiempo de encierros forzosos e intermitentes, me ha llevado, como a muchas otras personas, a colgarme en las distintas plataformas que ofertan contenido audiovisual, pero también a las redes sociales y los videos que se publican de manera aleatoria. Apareció de pronto este titular: ¿Elsa de Frozen lesbiana? Atención a los comentarios (dejo por aquí el link https://www.youtube.com/watch?v=HzgcPmnPSU4) . Cuando creía que la lesbofobia era cosa del pasado, un grupo de personas indignadas ante la idea de la posibilidad de que la segunda entrega de la saga, muestre el lesbianismo de Elsa. Vean el video y podrán ver destilando verborragia lesbófoba, a la que intentan disfrazar con frases como : “No tengo ningún problema con las personas lesbianas, peeeroo…” , “los cuentos son cuentos, con princesas y príncipes”, “lo ideal es que tenga un novio” , “ es un poquito antinatural!” (HORROOOR!!!), y el típico “qué va a pasar con nuestros niños, nuestros nietos”(vamos, el mismo argumento que usaba mi difunta abuela que nació en 1906). Como podrán observar en el video, el tono edulcorado y polite que utilizan no logra desteñir la discriminación. El video es de 2016 (en términos históricos, la vuelta de la esquina), y aún sigue reposteándose en la redes con cierta fuerza, lo que quiere decir que tiene vigencia el contenido.
Desde hace bastante tiempo le doy vueltas a la idea de cómo aún cala la idea de que puede ser “nocivo” o “dañino” para les niñes ver parejas del mismo sexo en la ficción que consumen (ya sea cine o literatura). Se asume que la diversidad sexual siempre debe ser mostrada/asumida en la adultez, y siempre en un espacio de personas adultas, como si muchas niñas y niños no experimentaran atracción por alguien de su mismo sexo.
Es bien conocido aquello de “hay niños/as, cuidado” para censurar las muestras de afecto de parejas del mismo sexo. Han querido imponer sobre el afecto gay y lésbico un halo de “impudicia” que conmina a todo lo no heteronormado casi al clóset, sobre todo en temas de representación mediática dirigida al público infantil. Siento, y en esto creo no estar exagerando, que aunque se ha ganado terreno en demoler estereotipos y personajes sexistas, aún en la representación del afecto de pareja el terreno lo dominan las ideas y la producción más conservadora y carca. Normalizamos que por ser Disney o Pixar, o cualquier otra productora de entretenimiento infantil no hable y no muestre el amor lésbico y homosexual. Se asume con demasiada pasividad e impavidez la presencia y el dominio de la hetereosexualidad en la representación de afecto de pareja humano, para consolarnos pensando que los tiempos cambian y que ya llegará.
En ese laxo y vago “ya llegará” dejamos que ganen terreno crianzas irrespetuosas hacia lo diverso. Y así mismo, dejamos que se cuelen en el imaginario infantil la idea de que puede coexistir el “respeto” con la discriminación pura y dura. No quitemos importancia al asunto representacional, todo aquello que no se quiere ver en la producción para público infantil es aquello que no se atreve a nombrar, que incomoda, que se cree que no debe estar en la mente de les niñes, ni tampoco en su proceso de subjetivación.
Mostrar la diversidad sexual en productos dirigidos al público infantil pareciera ser una pelea que no se quiere dar, y un terreno en el que lamentablemente, mientras no decidamos crear personajes y mostrar afectos lésbicos y homosexuales, hay el peligro de infancias tristes, de familias diversas en la sombra, y créanlo, también de un heteropatriarcado que goza impune aún.
Quizás consideren que he puesto demasiado color a este asunto, pero el video cuyo enlace adjunté, me produjo tal revoltijo visceral, que tuve que desentrañar y desmadejar mi incomodidad. Creo que es tiempo de ser más critic@s con las posturas anti derechos.
Confieso que cuando vi la primera película de la saga de Frozen, me gustó imaginarme que Elsa podría ser asexual arromántica (no tenía pareja, vivía sola, etc.). Pero bueno, sabemos que si a Disney le ha costado procesar personajes lésbicos y gays, ya el tema de la asexualidad representa un balón saliendo del estadio. Ante la improbabilidad, y una vez que vi la segunda entrega de la saga, me encantaría la idea de una Elsa lesbiana, es una escena romántica. El reconocimiento (y la representación) del amor diverso no es solo una opción estética, es un tema de derechos humanos y dignidad.
Cuando vi Frozen por primera vez, el personaje de Elsa me cautivó profundamente. Una princesa autónoma, mágica y poderosa. Lejos estaba de las imágenes de princesas débiles y necesitadas que Disney proyectaba cuando yo era niña. Cosas maravillosas como la ausencia de un príncipe-héroe salvador, y la novedad de que la trama no gire en torno a un idilio cisheterosexual, repleto de tópicos machistas y lugares comunes.
Sin ánimo de caer en los spoilers (vale la pena que quienes no hayan visto la película lo hagan) debo mencionar que la visión del amor como fuerza vital toma tintes distintos y convive perfectamente con una Elsa solterísima y libre. Ya en ese entonces (la primera película), la princesa de las Nieves, despertaba sospechas acerca de su lesbianismo. Pero como ya he mencionado brevemente, en la primera entrega de esta saga el personaje de Elsa hace despliegue de su soltería y autonomía (se construye ella sola una hermosa fortaleza de cristal).