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Derecho (literario) del mar: una lectura de 'Cuando el tiempo apremia' de Antonio Remiro Brotons

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No hay mejor manera de celebrar la pluma de Antonio Remiro Brotons que la lectura y, por ende, disfrute de los 33 relatos que componen el libro. Remiro es especialista en Derecho Internacional Público y abogado ante la Corte Internacional de Justicia. A su excelencia académica e investigadora se le ha de añadir su magnífica prosa, como se demuestra en este libro. Rara avis, sinceramente, en el mundo académico, cuya dogmática escritura es algo que a mi por lo menos me provoca reticencias. Pero cada mundo laboral tiene su propio estilo, aunque no está demás romperlo para regocijo del lector y también del escribidor. 

Infancia. Derecho del mar. Islas. Covid-19. Miedo. Soledad. Nostalgia. Equilibrio. Erotismo. Tiempo. Poesía. Crítica social y política (y con ironía). Confinamiento. Relaciones Internacionales… Son los temas que los lectores hallarán en el libro. Vida, mucha, que pulula por cada página. 

El libro parece haber nacido para reflexionar sobre nuestro tiempo a través de la mirada de Héctor: alter ego del autor, que escribió cada pieza durante el confinamiento de 2020, quizá como ejercicio de epicureísmo, de evasión de lo exterior y mirada hacia el interior.  Las 33 piezas se edifican sobre la memoria de los espacios de la infancia de Héctor (con el abuelo como personaje-guía de valores y principios posiblemente hoy desaparecidos, desgraciadamente) y sobre Tabarca: la Ítaca del protagonista, que adquiere tintes metaliterarios para conectar el ayer con el hoy, para poner de relieve que el tiempo es relativo: un juego del niño dios Cronos. Esa isla-hogar trasciende a símbolo inequívoco y perenne.

A lo largo de los diferentes relatos el autor muestra un desdoblamiento en el lenguaje: de un lado, uno más literario y con alguna poesía cosecha de la casa, casi siempre relacionado con cuestiones más personales, y muy considerable dosis de control emocional: se agradece para no caer en la autocomplacencia y cursilería; de otro, una prosa más academicista, que lucha por no salir pero finalmente se impone cuando se refiere a temas relacionados, principalmente, con el Derecho del Mar. Dejo en manos del lector el descubrimiento de una u otra forma de lenguaje. 

Respecto del contenido y es algo que caracteriza al autor, ocurre aquí que nada de lo que leemos, de lo que hallamos, es comprado en una tienda de segunda mano, esto es, de algo escrito por otros. Remiro es novedoso y original (elementos que hoy por hoy no convergen; prevalece, más bien, el primero sobre el segundo, y con osadía, además, en muchos escritores consagrados, y en muchos juristas, también), se basa en su propia experiencia, en sus lecturas, en sus visualizaciones cinematográficas, en su concepción de mundo. Espectador, Maestro y Ciudadano.

Que la pluma estilográfica y la visión de Antonio Remiro sigue en forma y no en decaimiento es algo que demuestra con creces en cada uno de los relatos.  Que se puede escribir fuera de las normas académicas, que se pegan a uno como una babosa, es algo que demuestra también este libro. Y es lo que he pensado como lector y joven académico al cerrar una obra como esta. 

No hay mejor manera de celebrar la pluma de Antonio Remiro Brotons que la lectura y, por ende, disfrute de los 33 relatos que componen el libro. Remiro es especialista en Derecho Internacional Público y abogado ante la Corte Internacional de Justicia. A su excelencia académica e investigadora se le ha de añadir su magnífica prosa, como se demuestra en este libro. Rara avis, sinceramente, en el mundo académico, cuya dogmática escritura es algo que a mi por lo menos me provoca reticencias. Pero cada mundo laboral tiene su propio estilo, aunque no está demás romperlo para regocijo del lector y también del escribidor. 

Infancia. Derecho del mar. Islas. Covid-19. Miedo. Soledad. Nostalgia. Equilibrio. Erotismo. Tiempo. Poesía. Crítica social y política (y con ironía). Confinamiento. Relaciones Internacionales… Son los temas que los lectores hallarán en el libro. Vida, mucha, que pulula por cada página.