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Una mujer que escribe una verdad: una lectura de 'Las niñas siempre dicen la verdad' de Rosa Berbel

“Un poco pronto”. Rosa Berbel, poeta, contestó así a la pregunta de cómo titularía un libro sobre su vida. “Un poco pronto”, escribió, dando una respuesta magnífica -no negarán que se trata de un título sugerente para una biografía- y admitiendo la verdad: es joven, y pese a haber firmado ya un libro de poemas muy celebrado por la crítica y los lectores sería, sin duda, demasiado precipitado pensar que ya hay más cosas por contar que por vivir.

Rosa Berbel nació en Estepa, Sevilla, en 1997. Esto quiere decir que tiene 22 años. Esto quiere decir que aún no está obligada a hacer la Declaración de la Renta y que, posiblemente mientras usted lee esta reseña, ella esté en una clase de la facultad, o tratando de llamar hogar al escritorio que le haya tocado en el reparto de habitaciones del piso de estudiantes en el que vive.

Rosa, supongamos, sale y se divierte, bebe alguna vez más de lo cuenta, pide comida china, visita a sus abuelos -si los tiene- por amor, pero también para ver si cae alguna 'propinilla' con la que redondear las cuentas del mes, estudia, y escribe, por la noche y muy desordenada, poemas hermosos, poemas verdaderos, un nuevo libro que mejore, que lime, que elimine los pocos titubeos que hay en 'Las niñas siempre dicen la verdad' (Hiperión, 2018, XXI Premio de Poesía Joven Antonio Carvajal).

Porque Rosa sabe que es 'un poco pronto' para pensar en biografías, en vidas que concluyen o en ocasos, porque Rosa vive en el instante del verso. Queda demostrado en este libro breve que no busca encontrar una voz poética, sino que evidencia y alza la que esta mujer ya ha cosechado: la joven autora ha sido capaz de aunar la instantánea de su tiempo, de su contexto, con el pulso creativo de quien ha leído, conoce la orfebrería del poema y quiere demostrarse en posesión de un estilo propio, original, rotundo. Su discurso es genuino. Y eso, con su edad, con la edad que se le supone escribiendo estos poemas, es un vigoroso aliciente. Y es, también, una esperanza.

Las niñas siempre dicen la verdad es un poemario propio del momento personal que, hemos supuesto, debe vivir la autora. En el libro está la incertidumbre de quien sabe que “la infancia ha terminado” y se enfrenta a un mundo en el que la precariedad laboral, la posición vulnerable de la mujer, el amor y otras cuestiones se sitúan poco a poco en el centro de una vida que, finalmente, y vista con perspectiva, solo es “una mota de polvo/ sobre el busto impecable de la Historia”.

Todo lo aborda Berbel desde una posición nada complaciente. Busca la originalidad en la metáfora, utiliza el lenguaje de un modo plástico y actual -sin que eso signifique que sus versos puedan pasar por tuits- y se sitúa en el presente de cualquier joven de hoy: incierto, inestable, con el áspero tacto de lo temible; y ante un futuro que solo nuestras manos pueden construir:

ORÁCULO DE DELFOS

En Delfos inventaban el futuro,

nunca lo anticiparon.

No hay adivinación posible en los oráculos

ni en sucesivas formas de misterio,

sino una luminosa fe creativa.

Astrología, bolas de cristal, tarot,

las palmas arrugadas y secas de las manos,

todo funciona igual y se sustenta

anafóricamente,sobre la misma idea:

siempre, sin ninguna excepción,

la imagen crea el acontecimiento.

Cuando digo mañana nos convoco.

La ironía y un 'desgaste vital' precoz son el incienso de casi todos los poemas de este libro, dividido en tres partes (QUEMAR EL BOSQUE, PLANES DE FUTURO y SALA DE ESPERA PARA MADRES IMPACIENTES) que sitúa a Rosa Berbel como una de esas voces que uno anota en su cabeza para seguir bien de cerca.

En 'Las niñas siempre dicen la verdad' hay una apuesta por el futuro de la poesía de nuestro país en un momento en el que el debate sobre las nuevas generaciones comienza a convertirse en un cliché. Tal vez convenga que, de vez en cuando, aparezca alguien como Rosa Berbel, con su pequeño libro bajo el brazo, y nos lea. Y que diga que CRECER ES:

Andar más, con más miedo,

por calles más vacías,

no creer en otros mundos

posibles o imposibles,

hacer daño a los otros sin palabras,

comprar cosas usadas por el placer

extraño de su tacto,

vender cosas,

romper cosas que nunca hemos tenido,

arrojarlas al fuego como quien cambia

la horade todos los relojes de la casa

para poder perder un poco el tiempo.

“Un poco pronto”. Rosa Berbel, poeta, contestó así a la pregunta de cómo titularía un libro sobre su vida. “Un poco pronto”, escribió, dando una respuesta magnífica -no negarán que se trata de un título sugerente para una biografía- y admitiendo la verdad: es joven, y pese a haber firmado ya un libro de poemas muy celebrado por la crítica y los lectores sería, sin duda, demasiado precipitado pensar que ya hay más cosas por contar que por vivir.

Rosa Berbel nació en Estepa, Sevilla, en 1997. Esto quiere decir que tiene 22 años. Esto quiere decir que aún no está obligada a hacer la Declaración de la Renta y que, posiblemente mientras usted lee esta reseña, ella esté en una clase de la facultad, o tratando de llamar hogar al escritorio que le haya tocado en el reparto de habitaciones del piso de estudiantes en el que vive.