'Leer el presente' es un espacio que dedicamos a libros desde eldiario.es/murcia. Del mundo a la página y viceversa. Coordina José Daniel Espejo.
La fábula mortal de WSB Jr.
Eres el hijo de William S. Burroughs y tu nombre es William S. Burroughs Jr. Te llamas así por eso de continuar la estirpe y hacer que la sangre tenga un reflejo sobre la palabra, poderes extraños sobre el verbo. Tal vez la(s) palabra(s) tenga(n) también un reflejo en la sangre (para bien o para mal). Tal vez el orden de estos conceptos altere el producto final y todo se pervierta (quién sabe). Te llamas William S. Burroughs Jr. y has publicado un par de novelas: 'Speed' (1970) y 'Kentucky Ham' (1973).
Tales novelas te hacen (o convierten) en discípulo (casi) perfecto de la Generación Beat. Allen Ginsberg te ama y te respeta y parece que tu padre (al menos ésa es tu impresión) pasa de tu cara (es lo que tú piensas, es lo que tú crees: además de echárselo en cara a tu progenitor cada dos por tres en cartas que van de un extremo a otro de los EE.UU. o que vuelan sobre el Atlántico para llegar a la casa de tu padre, WSB, en Londres).
Eres el hijo de WSB y te llamas William S. Burroughs Jr. (WSB Jr. a partir de ahora alguna que otra vez): piensas que las palabras tienen un reflejo sobre la sangre, poderes extraños, ya sabes. A veces tales poderes te asfixian y aturden, hacen un poco de presión en tu voluntad igual que nudos en la piel o la garganta, shibari existencial. Por eso te dices (o sabes: eres MUY consciente de ello) que la sombra de tu padre es una losa sobre tu respiración (sobre tu corazón, sobre el hígado) y de eso hablas en lo que escribes: de sombras alargadas (y plúmbeas).
'Maldito desde la cuna' es el nombre de un libro pero es también una frase, una frase que aparece en alguno de tus textos (quizás en uno de esos que escribiste a tu padre en muchas de las ocasiones en que lo maldijiste a vuelta de correo). 'Maldito desde la cuna' es la novela que, después de haber muerto, has escrito gracias a David Ohle (un tipo que heredó de tu padre el gusto por la ciencia ficción insana y turbia y maloliente y luminosa al mismo tiempo).
David Ohle coge tus textos inconclusos, estimado WSB Jr., y los remezcla como un discjockey (o como un espiritista literario que hace suyas tus palabras: las hace suyas para que el verbo, tu verbo, llegue al lector desde la ultratumba y que lo haga con sus poderes extraños, sus ecos de hipnotista). En la remezcla de textos cabe todo: notas tomadas al azar en servilletas, folios arrugados, cartas al padre y a otras personas. David Ohle (en modo Blavatsky) resucita tus palabras y, a veces, hace de ventrílocuo: tú, desde la tumba, solamente mueves los labios (eso puede ser suficiente en algunos casos: un playback espectral).
Eres WSB Jr. (sólo mueves los labios) y en las cartas que escribes a tu padre le pides dinero o le recriminas la situación en la que te hayas: adicción al alcohol, dependencia de las drogas, de la soledad. Por poner unos pocos ejemplos. Por no hablar de la fatal enfermedad hepática que te llevará a la muerte. También escribes de eso, obvio. Porque, querido WSB Jr., te mueres: te mueres en los años setenta igual que si fueras un perro olvidado y abandonado (sin embargo, hay perros que tienen una mejor vida que la que tú tuviste y lo sabes: eres MUY consciente de ello y eso te duele: a cualquiera le pasaría igual).
Te llamas Willian S. Burroughs Jr. y eres el hijo que tu padre tuvo con Joan Vollmer, esa mujer con la que tu progenitor jugó a ser Guillermo Tell con trágicas (y mortales) consecuencias. Tú apenas recuerdas eso o inventas estar delante cuando tu padre jugó a ser Guillermo Tell con resultados fatales. Es decir: haces (y es absolutamente comprensible) que ese hecho sea en tu vida un eje sobre el que tus emociones giran y giran y giran. Normal. Y das vueltas y vueltas y más vueltas en torno a ese momento en que tu madre murió en un accidente delirante y endemoniado en Distrito Federal, México.
Te llamas William S. Burroughs Jr. y desde hace cuarenta años (o más) ya no mueves los labios (solamente lo hace David Ohle por ti: David Ohle es un buen ventrílocuo y tú, un mejor zombi). Te llamas William S. Burroughs Jr. (WSB Jr. para los amigos, para nosotros alguna que otra vez) y tu existencia en los años setenta es un bucle enfermizo y letal: estás dentro de un agujero negro del que no puedes escapar por mucho que quieras.
A decir verdad, tu vida da pena (y lo sabes): tu vida da pena y David Ohle sabe mezclar imágenes y palabras de modo que da buena cuenta de tu tragedia, de tu (maldito) agujero negro. Eres WSB Jr. y cualquiera que lea 'Maldito desde la cuna' se pondrá a temblar de emoción. Quizás llore. O pierda el sueño (será lo normal: será lo normal si eres capaz de conmoverte con algún tipo de tragedia cotidiana y, tal vez, vulgar y en ningún momento moral).
Te llamas William S. Burroughs Jr. y leemos tus palabras, tus palabras malditas desde la cuna, una fábula mortal en la que ya no parpadeas.
Eres el hijo de William S. Burroughs y tu nombre es William S. Burroughs Jr. Te llamas así por eso de continuar la estirpe y hacer que la sangre tenga un reflejo sobre la palabra, poderes extraños sobre el verbo. Tal vez la(s) palabra(s) tenga(n) también un reflejo en la sangre (para bien o para mal). Tal vez el orden de estos conceptos altere el producto final y todo se pervierta (quién sabe). Te llamas William S. Burroughs Jr. y has publicado un par de novelas: 'Speed' (1970) y 'Kentucky Ham' (1973).
Tales novelas te hacen (o convierten) en discípulo (casi) perfecto de la Generación Beat. Allen Ginsberg te ama y te respeta y parece que tu padre (al menos ésa es tu impresión) pasa de tu cara (es lo que tú piensas, es lo que tú crees: además de echárselo en cara a tu progenitor cada dos por tres en cartas que van de un extremo a otro de los EE.UU. o que vuelan sobre el Atlántico para llegar a la casa de tu padre, WSB, en Londres).