Un milenio de economía circular en Murcia: la clave para frenar al desierto está en las acequias

Aldo Conway

23 de abril de 2023 22:10 h

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La primavera ha caído a plomo. A poca distancia de la carretera del municipio murciano de Alcantarilla, un camino de tierra con surcos de neumático trascurre en paralelo a un cauce de agua de losas de cemento con un par de palmos de altura. “No hace tanto tiempo no había nada alrededor. Las vías sí que estaban, y las casas más viejas también, pero, qué va. Esto ya no es lo que era”. Juan Carlos, vecino de la zona criado entre aquellos caminos, lo cuenta con nostalgia; recorre a pie los tres kilómetros que separan Alcantarilla de Nonduermas y percibe los cambios con sensibilidad. “A veces no sabes ni para dónde tirar”. Hace décadas no había más que decenas de tahúllas –1.118 m2– diseccionadas por verjas de hierro corroído. Casonas y palacetes, testigos del esplendor agrícola de épocas pasadas, se erigen como guardianes de la historia. A cien metros del lugar, unas excavadoras perforan el túnel por el que pasará el AVE.

La red de riego milenaria recoge las aguas del Segura a través de sus dos arterias principales: las acequias mayores. De ahí, se subdividen en acequias menores, azarbes y cauces más estrechos que nutren de agua las fértiles tierras de la comarca. Las dos figuras principales en la cuestión son Huermur, una organización para la defensa del patrimonio cultural huertano, y la Junta de Hacendados, el lobby de regantes que aglutina a más de veinte mil propietarios.

El 27 de febrero, la Junta de Hacendados se opuso en los tribunales contra la catalogación como Bienes de Interés Cultural de las acequias mayores de Murcia, la Aljufía y la Alquibla. Huermur se declaró en contra de la posición de los Hacendados, porque entendían que “no había nada que recurrir”. Sobre la red de acequias, que se han heredado de los árabes y ha sido testigo del desarrollo de la Región durante más de un milenio, han corrido ríos de tinta, declaraciones y promesas electorales. Mientras la Junta de Hacendados trata de optimizar –a cualquier precio, según Huermur– el funcionamiento de la distribución de aguas de riego, la asociación para la conservación del patrimonio huertano presiona por la vía legal e institucional para lograr la protección completa de las acequias: “Si de verdad tuvieran [la Junta de Hacendados] la voluntad de preservar [la red de acequias] esto, no se opondrían a la protección legal”, considera Sergio Pacheco, presidente de la asociación para la conservación del patrimonio.

Pacheco argumenta en declaraciones a este diario que el conflicto es “otra muestra más de las intenciones de la Junta”. Y alerta de que “en los últimos veinte años se han estado intubando muchos cauces con hormigón”, hecho que, según Huermur, es un peligro porque “sin las acequias, el desierto llegaría a Murcia”.

Diego Frutos–Saura, presidente de la Junta de Hacendados, explica que “no se oponen a la protección, pero cuando se declararon BIC las acequias mayores, al día siguiente Huermur presentó otras cuarenta propuestas para darle la misma categoría a las menores”, lo que consideran desde los Hacendados que sería “la puntilla” para la huerta: “Los de Huermur quieren tener esto como un museo, como estaría en la época romana, pero es que no podemos olvidarnos de que es un paisaje agrícola. La huerta sin los huertanos no es nada. La Huerta la han hecho los huertanos doblando el lomo”.

Por otro lado, Huermur considera que “ya no es sólo a nivel patrimonial, es que [las acequias] mantienen el nivel freático del suelo, que está muy condicionado por el riego. Hace años que llevan entubando con hormigón”. Esa propuesta conllevaría la pérdida patrimonial, más allá del valor ambiental – como la vegetación de ribera o la fauna que habita esos cauces – y, pese a mantener su utilidad práctica, no serían cauces distintos a los que podrían hacerse hoy en día.

Para el profesor José María Espín, catedrático de Análisis Regional de la Universidad de Murcia (UMU), “el fin último de este patrimonio que tenemos es regar, no sólo por el freático [que también es importante], sino porque es lo que mantiene el suelo húmedo”. La postura del Consistorio hasta el momento es “en contra de la cementación y los tubos, salvo que sea estrictamente necesario para mantener el riego”.

De hecho, la semana del 13 de abril, el Ayuntamiento sacó a la Junta del Plan de Subvenciones del Ayuntamiento, al no entender la justificación que aportaban los Hacendados. Andrés Guerrero, concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Murcia, argumenta que tenían “dudas” sobre las cantidades que requería la Junta para la limpieza de cauces cimbrados –cementados o con algún tipo de estructura de mampostería–. “A lo mejor interesaba cambiar la subvención por un contrato, porque en realidad es algo recurrente y sería más correcto hacerlo así. Por eso se les sacó del Plan de Subvenciones, porque entendíamos que no podíamos seguir con el mismo esquema”. Para Frutos–Saura, “no hay problema con eso, que se haga de la manera que crean conveniente, pero tienen que contar con nosotros para que demos nuestra opinión. Si el Ayuntamiento legisla y pontifica por su cuenta, se van a equivocar”.

“A ver”, el profesor de Geografía de la UMU comenta el tema con vehemencia al otro lado del teléfono: “En esta comarca se lleva practicando la economía circular más de mil años, y tenemos uno de los mejores ejemplos de economía circular del mundo, basado en el ciclo del agua, nada más. La huerta debe continuar, hay que mantener el paisaje fluvial. Pero mira, vamos más allá, el problema es que se ha tratado de meter la industria, la ciudad, en la huerta, y se ha hecho fatal. Por la red caminera asociada a las acequias, que está pensada para que pasen burros y mulas, están pasando coches y tractores”.

En el Camino Hondo, a pocos metros de la entrada en la pedanía de La Raya, Juan Carlos señala las construcciones a un lado y a otro de la calzada. “Mira, a este lado todo es nuevo, pero aquí – señala una agrupación de casas bajas, en hilera horizontal, adornada de grandes maceteros – estas son de toda la vida. Anda que, ¡pintar de rojo una casa! Cuando éramos críos estábamos todo el día por aquí: que si guerras de limones, que si bañarnos en la acequia, de aquí para allá siempre.'

La Huerta de Murcia, puede definirse desde distintas ópticas; desde la geomorfológica es un llano de inundación sobre un valle fluvial; medioambientalmente consiste en un ecosistema muy rico y vulnerable. Si se mira desde un punto de vista económico, social o patrimonial: una fuente inagotable de conflicto. Su papel ecológico mantiene a raya la desertificación y contribuye a refrescar las temperaturas y evita la aridez del suelo. Las fiestas, que son coloridas como casi todo, tejen lazos de unión en la comunidad huertana. Desde los desfiles y danzas en la primavera hasta las hogueras de San Juan en las noches de verano, las tradiciones se mantienen vivas como un eco de la historia que resuena en cada rincón de la comarca.