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Sobre este blog

Un año desastroso

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Los años naturales no tienen por qué delimitar periodos de tiempo especiales, dotados con un sentido propio y fácilmente aislable. Pero, en lo que respecta a este 2021 a punto de finalizar, el análisis de los acontecimientos políticos en la Región de Murcia determina una unidad de significado tan elocuente y esclarecedora de nuestra salud democrática, que, por fuerza, merece ser examinada como un absoluto temporal repleto de mensajes devastadores. Desde el 'vacunagate', los sucesos arrojados por el 'totalitarismo constitucional' impuesto desde la Asamblea Regional nos hablan de un deterioro sin precedentes de la vida política regional. Tras la fallida moción de censura, el Parlamento murciano se convirtió en un parque temático del transfuguismo político, en el que, en una vuelta de tuerca demencial, los expulsados de Cs y de Vox se quedaron con la representación de los grupos parlamentarios a los que habían estafado, mientras que los diputados que permanecieron fieles a la disciplina de las siglas se vieron obligados a ejercer desde el Grupo Mixto. A reglón seguido, y en pago por mantener a López Miras como deshonroso presidente de la Comunidad, una diputada de ultraderecha fue aupada a la Consejería de Educación y Cultura, desde la que ejerce su oposición al matrimonio homosexual y a las vacunas contra la Covid con desconcertante naturalidad. A no pocos destacados representantes del inveterado activismo regional los he escuchado justificar su cómplice silencio ante tal anomalía, aduciendo que se trata de “una buena persona” a la que la política le importa poco.

El rodillo del 'transfuguismo institucional' puesto en marcha durante la pasada primavera ofreció, recientemente, otra de sus páginas más tenebrosas cuando la mayoría ilegítima de la Asamblea decidió retirar el Estatuto de Autonomía del Congreso de los Diputados, con el fin de evitar la votación de dos enmiendas que torpedeaban la pretensión de López Miras de perpetuarse sine die en el cargo como un caudillo de provincias: la limitación de legislaturas y la prohibición del transfuguismo. Y, para exprimir el año al máximo y evidenciar, una vez más, la falta de pudor democrático que caracteriza a la Santa Alianza del PP y los tránsfugas, ha sido puesta sobre la mesa la recuperación del umbral del 5% de votos para conseguir representación en la Asamblea. Detrás de este último movimiento, se encuentra la pretensión de eliminar del mapa político regional a Cs e impedir la entrada de un partido nuevo y con aire fresco como Más País. De alguna manera, López Miras sabe que, si el karma existe, estará relamiéndose en la noche del escrutinio electoral en forma de un Cs que, con los apoyos que tenga, podría ser decisivo en la aritmética parlamentaria. Y, en un panorama en el que cada voto va a ser decisivo, es mejor que el 'autoritarismo constitucional' corrija los mensajes lanzados por el 'universo'.

La política parlamentaria regional está hecha una escombrera. Son tantas las tropelías que se amontonan entre las paredes de esa institución que -como sucede con las enfermedades del señor Burns de Los Simpson- el estupor y la indignación de la sociedad ya no caben por sus puertas. La degeneración ha encontrado un formidable modo de retroalimentarse y normalizarse: crecer y crecer hasta alcanzar tal estado de hipertrofia que, por indigerible, provoca la indiferencia social. El 'efecto acumulación' -sumado a la apatía sonrojante del tejido civil murciano- augura una larga vida en las instituciones a los desvalijadores del espíritu democrático. Los tránsfugas han comprado un sillón para hoy, y hambre para mañana. Cuando su mediocridad deje ser útil para los López Miras y compañía, les darán la patada y se tendrán que enfrentar a la cruda realidad del mercado laboral y de los méritos: ninguna empresa que se juega su dinero querrá contar con alguien que tiene como palabra un cheque en blanco. Desde el punto de vista de la degradación democrática, 2021 pasará a la historia como el año más catastrófico y triste desde la aprobación del Estatuto de Autonomía de la Región de Murcia. Que no se engañen quienes han causado este paisaje desolador: las palmadas que ahora reciben en la espalda se tornarán, con el paso del tiempo, en un juicio histórico implacable. “Los del 2021” no serán precisamente héroes regionales en un futuro.     

Los años naturales no tienen por qué delimitar periodos de tiempo especiales, dotados con un sentido propio y fácilmente aislable. Pero, en lo que respecta a este 2021 a punto de finalizar, el análisis de los acontecimientos políticos en la Región de Murcia determina una unidad de significado tan elocuente y esclarecedora de nuestra salud democrática, que, por fuerza, merece ser examinada como un absoluto temporal repleto de mensajes devastadores. Desde el 'vacunagate', los sucesos arrojados por el 'totalitarismo constitucional' impuesto desde la Asamblea Regional nos hablan de un deterioro sin precedentes de la vida política regional. Tras la fallida moción de censura, el Parlamento murciano se convirtió en un parque temático del transfuguismo político, en el que, en una vuelta de tuerca demencial, los expulsados de Cs y de Vox se quedaron con la representación de los grupos parlamentarios a los que habían estafado, mientras que los diputados que permanecieron fieles a la disciplina de las siglas se vieron obligados a ejercer desde el Grupo Mixto. A reglón seguido, y en pago por mantener a López Miras como deshonroso presidente de la Comunidad, una diputada de ultraderecha fue aupada a la Consejería de Educación y Cultura, desde la que ejerce su oposición al matrimonio homosexual y a las vacunas contra la Covid con desconcertante naturalidad. A no pocos destacados representantes del inveterado activismo regional los he escuchado justificar su cómplice silencio ante tal anomalía, aduciendo que se trata de “una buena persona” a la que la política le importa poco.

El rodillo del 'transfuguismo institucional' puesto en marcha durante la pasada primavera ofreció, recientemente, otra de sus páginas más tenebrosas cuando la mayoría ilegítima de la Asamblea decidió retirar el Estatuto de Autonomía del Congreso de los Diputados, con el fin de evitar la votación de dos enmiendas que torpedeaban la pretensión de López Miras de perpetuarse sine die en el cargo como un caudillo de provincias: la limitación de legislaturas y la prohibición del transfuguismo. Y, para exprimir el año al máximo y evidenciar, una vez más, la falta de pudor democrático que caracteriza a la Santa Alianza del PP y los tránsfugas, ha sido puesta sobre la mesa la recuperación del umbral del 5% de votos para conseguir representación en la Asamblea. Detrás de este último movimiento, se encuentra la pretensión de eliminar del mapa político regional a Cs e impedir la entrada de un partido nuevo y con aire fresco como Más País. De alguna manera, López Miras sabe que, si el karma existe, estará relamiéndose en la noche del escrutinio electoral en forma de un Cs que, con los apoyos que tenga, podría ser decisivo en la aritmética parlamentaria. Y, en un panorama en el que cada voto va a ser decisivo, es mejor que el 'autoritarismo constitucional' corrija los mensajes lanzados por el 'universo'.