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La Asamblea Regional: vacaciones permanentes

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La Asamblea Regional lleva mucho tiempo de vacaciones entre el tiempo que permanece inactiva para los debates -ya sea de verano prolongado, Navidad o Semana Santa- y el tiempo que permanece adormecida sin sesiones de control y con muy poca actividad legislativa. Visto así cualquiera podría pensar que el Ejecutivo se ha comido al Legislativo, impidiendo que este último cumpla la función para la que fue diseñado, controlar al primero.

Cuando surgió Vox en la Región prometía mucho, pero ahora que están dentro han demostrado quiénes son: absolutamente nada. Se hacen llamar “la España que madruga”, pero todos tenemos claro que son como aquellos señoritos que no se levantan antes de las doce, apenas hacen sus deberes, no trabajan y mucho menos legislan, y lo poco que hacen es para complacer a la fundación del agro, que parece dictarles uno por uno los artículos que deben escribir o lo que deben decir sin que parezca, a simple vista, que tengan un pensamiento propio.

En las últimas semanas no paran de salir personajes del mundo de la cultura de todo el país para denunciar la barbaridad que querían hacer con Paco Rabal y su esposa Asunción Balaguer en Alpedrete. Las muestras de afecto han sido numerosas en todas partes del país, excepto en su Región, donde el Gobierno regional ha permanecido callado como si la discusión no fuera con ellos.

Lo curioso del caso es que han tenido que ser en Madrid los que reaccionen primero: el paisano Pérez-Reverte y, luego, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Díaz Ayuso. Solo entonces el presidente de la Región, López Miras, se dignó a salir, seguido más tarde por el grupo parlamentario de Vox, liderado por Alpañez. Una situación que deja claro que en Murcia las instrucciones vienen de Madrid y aquí solo cumplimos, incluso cuando se trata de defender algo nuestro, de los nuestros, de los de aquí, como eran Asunción Balaguer y Paco Rabal.

La Asamblea está de vacaciones, el PP tranquilo, los de Vox unos pobrecillos que no se enteran de nada, y así la cosa sigue rodando y ya llevamos unos años. Fernando jugueteó con Vox hasta las elecciones nacionales de julio, una vez celebradas hubo pacto, como todos sabíamos, excepto, claro está, el de la fundación alemana de la CDU, que parece no haberse enterado... Pero eso es otro tema.

A ellos no les importa, la Región no crece como debería, no llega a donde debería llegar, no resuelve sus problemas. Cobran bien, comen bien, les pagan los bocadillos en las manifestaciones, los llevan en autobús y el día anterior se van de juerga el sábado por la noche. Los periódicos hablan poco de la actividad parlamentaria, los periodistas que siguen el día a día de la Asamblea dicen que no habían visto nada como esto, sobre todo si tenemos en cuenta que estamos en una región con un déficit brutal, pero aquí todo da igual. Tanto es así que hemos vuelto a los tiempos en los que la presidencia de la Asamblea la ocupaba un ser anodino que no salía en ningún sitio.

La política regional está vacía, la Región está vacía de ideas y de acciones, pero oiga, tienen un AVE diseñado por el gobierno regional para ir a la capital del Reino. Las mayorías absolutas dejan desastres absolutos y gobernar con Vox, también. Lo veremos a este paso con el Mar Menor, que morirá mientras legislan para que el golpe de gracia sea definitivo. Qué desastre y qué pena.

La Asamblea Regional lleva mucho tiempo de vacaciones entre el tiempo que permanece inactiva para los debates -ya sea de verano prolongado, Navidad o Semana Santa- y el tiempo que permanece adormecida sin sesiones de control y con muy poca actividad legislativa. Visto así cualquiera podría pensar que el Ejecutivo se ha comido al Legislativo, impidiendo que este último cumpla la función para la que fue diseñado, controlar al primero.

Cuando surgió Vox en la Región prometía mucho, pero ahora que están dentro han demostrado quiénes son: absolutamente nada. Se hacen llamar “la España que madruga”, pero todos tenemos claro que son como aquellos señoritos que no se levantan antes de las doce, apenas hacen sus deberes, no trabajan y mucho menos legislan, y lo poco que hacen es para complacer a la fundación del agro, que parece dictarles uno por uno los artículos que deben escribir o lo que deben decir sin que parezca, a simple vista, que tengan un pensamiento propio.